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Reiko:

De todas las formas para comenzar la vida en prisión, esta es la menos indicada.— ¡Enserio te dejaras vencer por una mujer! ¡Hazle trizas la cara de niña que tiene! —Me encontraba en una pelea, el motivo fue que uno de los presos había acusado a Wohn de asesinar a su compañero. Pero tengo mis principios, primero que todo no dejaría que lastimaran a mi compañero y segundo le partiría la boca a ese hijo de puta. Me agaché, estire una de mis piernas pateandolo con esta, luego me deslice por el piso, atrapando su peroné con mis piernas, doble estas provocando su caída. En un giro rápido me puse de pie y levanté su cuerpo con mi mano; estrellando su frágil cuerpo a una de las jaulas. Utilizo sus poderes electrocutandome, al principio me dolía pero ya había pasado por muchos castigos, y créanme que eran más dolorosos.

-¡Zorra asquerosa! —gritó al ver que las cargas no provocaban el más mínimo dolor. Convertí los barrotes en hierro recién fundido, con mis manos guié el líquido caliente hacia él, quemando su cuerpo. La sangre brotaba como volcanes en erupción.

-¡Alto! —Keitaro espetó furioso, sostenía mis brazos, susurrandome. —Tendrás que parar, escuché que te meterán al agujero...

-¡Inculpó a Wohn de algo que no cometió! —me safé de su agarre.— ¡Es injusto! —grité, la estructura de la prisión se sacudió sorprendiendonos, los guardias a mi alrededor caían al suelo con sus cerebros siendo derretidos por mi culpa.

Que había hecho... Yo... Los había asesinado...

-¡Reiko para ahora! —Ume gritaba, nadie podía estabilizarse, las paredes se caían, los prisioneros me miraban con terror. Una lágrima resbaló por mi rostro, arrodillada en el suelo. Al cabo de unos segundos caí yo...

-Veo que despertaste... —Una voz poco conocida invadía mis oídos, abrí los ojos con cuidado, mis pupilas se enfocaron en ella al instante, específicamente su cabellera rubia. No sabría como describirla, pero supongo que esto no era el agujero. —Diste un espectáculo allá fuera. —Servía una taza de té de canela, que estaba en la mesa.

-¿Quién eres? Solo te recuerdo como... —se aproximó a tomarme del rostro, mientras me examinaba detalladamente.

-Te defendí cuando el oficial te golpeó. —Esbozó una sonrisa alargada. Entonces fue ella, supongo que debería estar agradecida, sin embargo no tengo palabras para expresarme siquiera mentalmente. —Mi nombre es Haki Tarver, soy la psicóloga de la prisión de cristal. —inclinó su cabeza a la derecha cerrando sus ojos, tenía un aspecto juvenil y adorable, pude notar como sus ojos azules eran cautivantes, explícitamente podría decir que es una mirada intensa pero difícil de descifrar.

-No era mi intención salirme de control... —mencioné recogiendo mis piernas del asiento y hundiendo mi cabeza en ellas. —Creame, por favor....

-Kai me explicó todo, tranquila —percibía su calor a mi lado, era agradable... —Sentías ira verdad? —asentí, mirando esos ojos de nueva cuenta.

-No cree que soy un bicho raro? —tomó un sorbo de té, lucía tan relajada. Me daba envidia no poder ser así... una moderada más... —Que dirán los demás de mí?

-Que eres la puta ama de la prisión. —Reí levemente, sonreímos. Su rostro tenía un aspecto delicado, menciono que parece muy suave a simple vista. Debe ser muy amada por todos. —Cuentame que pasa Reiko... —A mí cabeza llegó la imagen de aquel niño que sostuve con intención de protegerlo, a mi cabeza llegaron las miradas que me juzgaron al asesinar a un prisionero más... negué, las lágrimas desprendieron su camino por mis mejillas, quemando con su ardor.— ¿Que te hicieron en ese lugar?

-No puedo... —me levanté sollozando. No debo abrirme a nadie... —Quiero estar sola... —me retiré del consultorio, topando con una muchacha de cabellos púrpuras, quien miró curiosa, cuando salí. —Esta libre si quieres entrar.

-No vine a chequearme. —Hasta ese momento fue me di cuenta que era una oficial. Mostró las esposas y extendí mis manos dejando que me las colocará, guiandome a mí celda.

Raccoon cityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora