uno

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Miraba a la pizarra tratando de hacer con mi mente algo productivo.
Claramente fallé.
La clase había terminado ya hace tiempo pero el profesor hizo caso omiso a la campana y continuó su explicación.
Estaba más que aburrido, al igual que el resto de mis compañeros.
Había intentado de todo para poder salir del salón pero al maestro le pareció sospechoso que tuviera que salir a la enfermería si me encontraba perfectamente bien.
Ya cuando había dado por perdido mi adorado descanso, un ángel entró por la puerta para sacarme del infierno.
-Profe, necesitan a Luis en la dirección- dijo mi salvador, mi amigo Andrés.
Miré al maestro esperando que me dejara salir para después tomar mi mochila y salir del aula.
-Que buena excusa-le dije a Andrés mientras caminábamos por los pasillos de la escuela.
-No fue ninguna excusa-me respondió casi de inmediato .
-¿que hice ahora?-cuestioné al tiempo que nos deteníamos frente a la oficina de la directora.
-creo que llegó alguien nuevo y quiere que le enseñes la escuela.
-demonios, siempre son personas súper extrañas-me quejé- pero bueno esto aumentará mi calificación y disminuirá mi tiempo en clases aburridas
-me tengo que ir, suerte- Andy se alejó y yo me dirigí a la dirección.
Toqué la puerta dos veces y esperé a escuchar el pase para entrar.
-Luis, hola cariño, necesito tu ayuda-No dije nada, solo mire al rededor.
-Bueno, voy al punto-prosiguió-la señorita...-esperó una respuesta de una chica que estaba sentada frente al escritorio.
-Annie-habló por fin la chica de cabello castaño a la cual no podía verle la cara aún.
-necesito que le muestres a la señorita Annie las instalaciones ya que es nueva.
Yo solo asentí esperando que la nueva se levantara de su asiento pero no lo hizo, se limitó a mirar sus zapatos
-señorita acompañe al joven por favor, cualquier cosa él será su apoyo-le indicó y casi al instante Annie se levantó y salió al patio con su pesada mochila al hombro.
Ya en el patio la vi hacer una mueca por el peso que cargaba en la espalda.
-déjame ayudarte- esta vez la miré, era muy bonita.
Ya con la mochila de Annie, comencé por mostrarle la cafetería, luego el laboratorio, la cancha de fútbol y los salones.
Tardamos más de media hora en recorrer toda la escuela ya que era muy grande y nos deteníamos de vez en cuando para platicar.
Además de bonita, era sumamente graciosa y también teníamos mucho en común.
Cuando terminamos de conocer la escuela y conocernos nosotros, le pregunté si quería que la acompañara a su casa y ella accedió.
Al llegar a mi casa le dije que ya no podía acompañarla desde allí, ella rió.
-Parece que somos vecinos-continuó riendo pero a mi no parecía gracioso. Creía que la casa de al lado quedaría vacía solo un poco más pero no fue así, todo recuerdo en esa casa volvió a mi y todos esos recuerdos tenían como protagonista a ella...

Roses- Luis de la Rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora