Cuarta parte

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Al día siguiente Scorpius despertó temprano, como siempre. Se quedó varios segundos observando a Albus que dormía a su lado semidesnudo. Adoraba a Albus, definitivamente era lo mejor que le había pasado en la vida. Lo besó en la frente y fue a armar sus maletas para regresar a casa con su padre por las dos semanas que venían.

Albus despertó media hora después. Se molestó un poco al ver que Scorpius no estaba a su lado, pero su enojo se esfumó en cuanto vio al rubio entrar con varios bocadillos.

—Casi te pierdes el desayuno Potter, qué harías sin mi...

—¡Scorpius! En primer lugar me quedé dormido por tu culpa...

—¿Ah si? —lo interrumpió el rubio— ¿y qué hice yo para que te quedaras dormido? —Albus se sonrojó, la noche anterior estuvieron hasta altas horas de la noche entre besos y toqueteos.

Albus comió rápidamente los bocadillos y fue corriendo a bañarse y a ordenar sus cosas.

En el Expreso Hogwarts se fueron solos en el vagón, como lo habían hecho desde primer año. Iban sentados uno al lado del otro. Albus tenía su cabeza apoyada en el hombro de Scorpius, mientras jugaba con las blancas manos del Malfoy.

—Scorpius... te voy a extrañar...

—Albus, te escribiré todos los días, estoy seguro que los días pasarán volando.

—Para ti que no tienes que compartir con mi padre y la tropa de Weasleys...

—¿Tan Slytherin eres? —pensó Scorpius y rió para sí.

—Vamos Albus, se optimista... Cuando nos volvamos a ver te tendré una sorpresa —le dijo con un tono sugerente, mientras posó su mano en la entrepierna del ojiverde.

—Scorp... ¿qué tipo de sorpresa? —Albus tragó saliva, si bien llevaban dos días divirtiéndose, hasta ahora no habían tenido sexo como tal, y eso lo puso un poco nervioso, aunque tenía las hormonas tan revueltas que quiso insistir en el tema.

—Mmm no lo sé Albus, algo con lo que podamos divertirnos...

—¿No me vas a dar ningún adelanto? —Albus ya había comenzado con sus característicos pucheros.

Entonces Scorpius se sentó sobre Albus y comenzó a besarlo, con su lengua recorrió toda la boca de Albus. Aflojó su corbata y comenzó a desabrochar cada botón de su camisa, pero alguién abrió la puerta del compartimento de manera abrupta: era la señora de los dulces.

—¿Ustedes dos de nuevo? No se puede hacer ese tipo de cosas en el Expreso Howarts —cerró la puerta y se fue. Los dos chicos, rojos como tomates, estallaron en carcajadas.

Luego de ese ese incómodo paréntesis, Scorpius volvió a su lugar pero pasó su mano por debajo de la túnica de Albus. Desabrochó el pantalón y comenzó a masturbarlo.

—¿Se podrá hacer este tipo de cosas Al? —el moreno respondió con un ahogado gemido, no podría hacer mucho ruido.

Scorpius fue aumentando la frecuencia de sus caricias mientras lo besaba con el fin de callar sus gemidos. Notó como la respiración de Albus se volvía más agitada, así que no se detuvo hasta que el Potter eyaculó en su mano.

Albus se limpió con un movimiento de su varita, y besó suavemente al rubio.

—Me encantas Scorpius Malfoy... me volveré loco estas dos semanas sin ti.

En lo que restó del viaje, Albus durmió sobre el regazó de Scorpius, mientras él pensaba en todo lo que había ocurrido hasta ahora. ¿Qué eran ahora? ¿Seguían siendo amigos o esto era algo más? ¿Qué pensarían sus familias? Todas estas preguntas lo angustiaban, prefirió no pensar en eso e intentar dormir como lo hacía Albus, pero no fue posible.

Cuando llegaron a King's Cross, Scorpius despertó a Albus. Bajaron del tren como si nada, se despidieron igual que siempre, como simples amigos, aunque por dentro los dos se sentían completamente distintos.

Más que evidente - ScorbusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora