– Ah, ¿quieres decir que el idiota no sabe nada? –El rubio a mi lado se golpeó la frente con la palma de la mano mientras hacía algo de escándalo. Seguro que ya sentía que todos nuestros planes estaban siendo frustrados– ¿De qué nos sirve entonces? Se suponía que él sería quien nos diría cómo entrar al castillo.
– Idiota –le regañó Erwin, dándole un golpecillo–. Si sigues haciendo tanto alboroto provocarás que Levi quiera asesinarte –sonrió.
¿Qué había de divertido con que un asesino en serie quisiera tenerte como presa? Como fuera, suspiré.
– Llamé a mis colegas –avisé viéndole de reojo por un instante, para luego ver a cualquier otro lugar, con los brazos cruzados y la espalda recargada en la pared cercana. Cerré luego un momento los ojos.
Mis compañeros de confianza, Farlan e Isabel, además de ser buenos eran en los únicos que dejaría mi vida sin dudar. Sabía que siempre me apoyarían, puesto que desde la infancia estábamos juntos. Aunque claro, ahora había cierta brecha, puesto que me había convertido en un criminal bastante buscado; yo mismo me había encargado de decirles que se mantuviesen algo alejados, por su propio bienestar.
Esperaba que Erwin hiciera alguna pregunta al respecto, más sin embargo solo sonrió y asintió una vez. ¿Es que no le importaba? ¿Qué pasaba si era una trampa para matarlos a todos? Tsk. Este tipo tan confiado me sacaba de mis casillas. Pero había algo en él que me hacía relajarme, lo sabía… no era estúpido. Mis ojos se entreabrieron, viéndolo de reojo, jugueteando con uno de los tipos de ahí. Sin duda, ese hombre tramaba algo. ¿Por qué estaba queriéndome ayudar a mí, a quien no conocía hasta hacía apenas unos días? ¿Qué escondía?
– Levi, ¿qué tanto me ves?
Tsk. Había sido descubierto, desvié la mirada para ver a nuestro nuevo prisionero, quien poco a poco iba despertando. El tipo estaba temblando, que bueno, me alegraba verlo siendo infeliz, o al menos de eso me estaba convenciendo. Era un chico solamente, muy joven realmente, se veía estúpido realmente. De muy poco cerebro, y por lo que había visto antes era poco amante de las ordenes.
Al tiempo que suspiraba en silencio, Erwin pasó a mi lado, con una chaqueta en sus manos, la cual fue a colocar al tipo temblante.
– Oye…
Iba reclamar, pero fui callado por un sensato pensamiento.
– No sirve de nada si muere por neumonía, dudo que el rey siquiera pueda enterarse de que lo tenemos antes de que se muera, si llega a enfermarse.
Y bueno, realmente eso era cierto.
Fijé mi vista en el rostro del castaño que estaba tirado ahí, ahora un poco más cómodo por haber sido cubierto. Suspiré, ahora algo audible. Era la hora de convertirse en el asesino amenazante de siempre.
– Déjenme solo con él.
– Levi, no estoy muy seguro de que deba hacer eso –dijo el alemán, con una sonrisa algo burlona–. No queremos que muera. ¿Recuerdas? No aún.
– Tranquilo, no soy idiota. Sé que hacer.
Musité, sacando mi navaja mientras me acercaba un poco al chico que se estaba sentado lentamente; vaya, al parecer mi golpe realmente le había dado un buen noqueo. Me sentí halagado de ello, tal vez mi ego incluso aumentó.
Smith dudó un momento mientras me miraba, aunque yo no a él, pero finalmente terminó por ceder e hizo una seña a sus hombres para que salieran de la habitación en que estábamos. Si bien así se le podía llamar, pero ciertamente no estaba del todo seguro de que lo fuera, el lugar era un chiquero, todo lleno de polvo y telarañas. Qué se le iba hacer, así eran la mayoría de los cuárteles delincuentes, era por ello que yo prefería estar solo; de esa forma tener todo limpio era más fácil; estos hombres por contrario se la pasaban acostados o haciendo más desorden con cerveza. Apestando todo el lugar. Tsk. Pero bueno, no era momento para seguir pensando en ese tipo de cosas, el idiota ya se había sentado y ahora estaba tentándose los costados en busca de su equipo tridimensional. Vaya sorpresa que se llevó al ver que ahora era yo quien lo portaba.
En verdad era cómodo el llevar ropa nueva, que había robado entre el ajetreo del secuestro.
Al parecer a él no le gustó nada verme eso, frunció su ceño viéndome fijamente al rostro. El cual mantenía inexpresivo, como siempre.
– Tú, eres Levi Rivaille. El asesino.
– No me digas –dije con algo de sarcasmo, colocándome en cuclillas frente a él.
– ¿Cómo te atreves a portar ese uniforme? De quien busca proteger a la humanidad, no irla deshaciendo, como tú.
– Se nota que no sabes nada… –sonreí levemente de lado–. Ingenuo.
Algo pareció llamarle la atención en mi rostro, pues de pronto se me quedó viendo fijo, borrando su ceño fruncido. ¿Qué…? Ah, sí. Estaba viendo mi sonrisa ladina.
– ¿Por qué te hacen feliz ese tipo de cosas? Secuestrar personas, maltratarlas… –musitó, viendo ahora hacia abajo. Al parecer no iba a luchar por escapar, parecía cansado. O eso era lo que su rostro dejaba notar.
Que equivocado había estado cuando pensé que el chico iba a ser algo callado y tímido, parecía que no era así. Me estaba interrogando, ¿por qué hacía eso en vez de rogar por su salvación? Tsk. Hubiera preferido que fuera mudo, como el otro chico que había capturado antes.
¿Que por qué era feliz, eh?
– ¿Crees que porqué me rio soy feliz? Dime, ¿qué clase de tonto superficial eres? Las personas no sonríen por ser feliz, idiota –mi navaja ya se hallaba de pronto en su cuello, ¿cómo iba ser feliz con todas las cosas que había tenido que pasar gracias a su padre?–. No te creas nunca lo que una sonrisa muestre, si esa luz no llega a los ojos de la persona –quería asesinarlo–. Dime, ¿me ves feliz ahora? –le sonreí, viéndolo con tanto odio como podía. Se estremeció y se pegó a la pared, tratando de que mi navaja no atravesara su piel, sin embargo su mirada estaba sosteniendo la mía. Sus ojos verdes no se quitaban del camino de los míos. ¿Acaso me estaba desafiando? ¿Quién se creía para desafiarme a mí? ¿Por qué no temblaba de miedo? Realmente tenía que ser un idiota para seguir viéndome tan penetrante. No me gustaba que lo hicieran, no me gustaba tratar con las personas, y aunque yo nunca le bajaba la mirada a alguien no solía ver los ojos de los demás, ya que éstos los apartaban rápido. Entonces, ¿qué mierda le pasaba a este chico? Me parecía insolente ese acto de su parte. Iba a cortar un poco su piel, para que aprendiera, pero su voz salió en ese momento para callar todos mis pensamientos.
– Entonces… ¿por qué eres tan infeliz, Levi-san? ¿Qué te ha pasado que te ha hecho llegar a hacer este tipo de cosas para sentirte más en paz contigo mismo? ¿Por qué necesitas sentirte superior y ser el chico malo? Tú… no eras así. Era feliz y sonreías, tus ojos se iluminaban siempre.
¿Ah? ¿Qué cosas decía este imbécil? Mi agarre se soltó un poco, me sentía descubierto.
– Tú… –no, no podía caer, fruncí el ceño para retomar mi pose superior. ¿Eh? Un momento, estaba haciendo justo lo que él me decía. Me enderecé, elevándome un poco, sin retirar la mirada de la otra. ¿Por qué era tan penetrante y conocida? ¿Quién era este chico?
– Levi-san… –una de sus manos se colocó sobre la mía.
– No me toques –lo golpeé contra la pared, haciendo que su aire se saliera. Lo supe por su expresión–. Tú no me conoces. No te quieras pasar de listo –golpeé con mi puño su estómago, soltándolo luego. Él cayó al suelo, sofocado.
– Rivaille –susurró con los ojos entrecerrados.
Giré media vuelta y me dirigí hacia fuera de la habitación. ¿Cómo se atrevía a decir ese tipo de cosas? Tsk. Sentía algo raro en mí… como si hubiera conocido esa mirada de toda la vida. ¿Quién era realmente ese Eren?
– Y tú... ¿qué clase de hipócrita eres?
Detuve mis pasos, teniendo la mano en puerta ya, volteé a verle de reojo. El chico había gastado ya su último aire en eso, ahora estaba inconsciente de nuevo.
–Tsk.Lo mataría cuánto antes... pero... hipócrita. ¿A qué se refería con eso?
¡Ah!
– ¡Tú...!
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Levi, el Hamlet apasionado~
FanfictionLevi Rivaille, el mejor asesino del reino, busca su venganza contra el rey a través de su hijo. ¿Qué pasará cuando Levi tenga a Eren bajo sus navajas? Asesinatos, venganzas, traiciones, una historia llena de sorpresas y una ardiente narración de amo...