De la felicidad a la frialdad y tristeza hay un paso, ocurre lo mismo al revés

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No quise hacer mucho durante el día, solo pude vendar mi rasguño, ver televisión y quedarme encerrada en mi habitación por un par de horas sin moverme y llorando.

¿Acaso no puedo confiar en las personas?

Ahora entiendo mucho el dolor de las chicas que han sido violadas.

Es decir... No alcanzaron a pasar al... Siguiente paso... Pero si no fuera por las tijeras habría pasado, eso y demás.

Espero no experimentar más el casi hacerlo de nuevo, nunca.

Mejor me voy a bañar, tal vez un baño tibio y tranquilo me ayude un poco.

Estuve media hora en la bañera.

Pude relajarme un poco pero fue por unos segundos, ya que no podía dejar de pensar en la imagen de ese rostro desvistiendome... Tocando mi cuerpo... Como se le clavaban unas afiladas tijeras en su brazo...

—¡Agh!— Grité mientras estaba en la bañera, quería olvidar eso, pero no podía por más que quisiera.

Me salí de la bañera con mi toalla en dirección a mi cuarto, necesitaba ordenar mis cuadernos y libros para el día de clases siguiente.

Luego de ordenar todo me puse mi vestido-pijama y me acosté, tal vez una noche de sueño me ayudaría.

¿Saben que me pasó durante la noche?

Si, soñé otra cosa, este me hizo enloquecer de verdad.

Estaba una figura de un adolecente, debía tener 15 a 16 años. El chico se me acercó y me susurró las siguientes palabras.

—Tranquila... No será la última vez que sentirás ése placer, porque no puedes ocultarlo, para soltar hasta el más mínimo gemido debiste sentirte así.—

Sentí que mi rostro se sonrojó, sentí la sensación de calor en un punto específico.

Antes de poder golpear o poder siquiera responderle al chico este desapareció con una coqueta sonrisa.

No le encontré parecido a alguno de mis conocidos, tenía la misma manera de sonreír que Alek pero esa era una que siempre se podía ver.

Al despertar me sentí decaída, no tenía ganas de ir a la escuela, así que le pregunté a mi guardia si podía quedarme.

Tenía ojeras y estaba muy pálida, me veía algo enferma.

El guardia me miró por un momento y me preguntó algo.

—¿Qué pasa, Catherine?—.

—Es que... Me siento algo mal, me duele la cabeza...— Dije intentando sonar lo más creíble posible, aunque de todas maneras no era mentira, me sentía algo mal además de lo otro.

—Hm...— Murmuró el guardia poniendo su mano en mi frente. —Tu frente está algo caliente, estás ojerosa y más pálida de lo normal... Por Dios, espero que no te hayas agarrado un virus...—

—No lo sé... Pero como que no tengo ganas de hacer mucho hoy...—.

—Bueno, puedes quedarte, hasta tu tono de voz suena enfermo, volverás a clases cuando vuelvas a estar como antes.— Dijo el guardia. —Te dejaré un par de medicamentos aquí por si los necesitas, puedes hacer infusiones de hierbas también. Recuerda que si te sientes muy, muy mal debes llamarme por teléfono para avisarme, no hagas muchas travesuras y mantente en cama, si debes levantarte debes abrigarte bien, no aumentes o bajes la temperatura de tu cuerpo ya que puedes empeorar.— Dijo

—Como quiera, yo me mantendré tranquila. Dudo que haga mucho.— Dije ligeramente sonriendo, algo mareada así que me despedí de mi guardia ya que éste debía salir al trabajo; y volví a mi cuarto a descansar.

(Dos días después)

Luego de pasar absolutamente todos los últimos dos días en cama ya me sentí ligeramente mejor, el dolor corporal y de mi cabeza paró, las ojeras desaparecieron y mi piel volvió a su color normal.

Así que era hora de volver a clases, era día Viernes.

Partí a la escuela y en la entrada no miré a nadie.

Los días Miércoles y Viernes salgo a las 2:00 de la tarde, así que este día salía antes de clases.

El día pasó rápido pero a la salida ocurrió algo, iba saliendo de la sala junto a Alek, yo estaba seria y mirando al suelo, Alek pareció notarlo.

—¿Pasa algo?— Preguntó

Lo miré y sonreí lo más creíblemente posible. —¡Nop, nada! ¿Por qué preguntas, Alek?—

Mientras caminabamos a la salida del piso donde se ubica mi sala Alek me tomó de la mano y me metió a un cuarto de auxiliar.

Alek se veía preocupado.

—¡Me tenías procupado! El miércoles no pudimos ocupar la sala porque dijeron que encontraron sangre y materiales ensangrentados, no habían huellas digitales y tu faltaste, pensé que... ¡Pensé que eras tú!— Dijo acorralandome en el muro con los ojos muy brillantes y húmedos.

—¡Tranquilo! ¡No me pasó nada! Es solo que...— Dije mirando el suelo.

—¿Qué pasó?—.

—Y-Yo...— Eso fue lo último que alcancé a modular antes de lanzarme al pecho de Alek y comenzar a llorar.

Sentí que Alek acarició mi cabeza suavemente. —Dime, no te juzgaré ni regañaré, quiero saber para ver si hay algo que pueda hacer por tí.—

—Es solo que... Un auxiliar casi me... Me hace algo en la sala al término de clases... Mi lonchera se había quedado en la sala y volví a buscarla... ¡Y las manchas de sangre eran....!— Intenté dejar de llorar tanto y calmarme algo, pero solo clavé mis manos en su camisa. —Era.. Sangre del auxiliar... Antes de que me hiciera algo unas tijeras se le lanzaron volando y se le clavaron....—

Levanté la mirada para ver a Alek y el estaba mirandome fijo, luego sonrió cálidamente y me abrazó.

—Me alegra que no te haya pasado nada,  Catherine.— Dijo.

Enseguida sentí que algo me estaba ocurriendo en el interior, una especie de calor nos envolvió a ambos.

Mi confianza al mundo exterior volvió.

Todo gracias a Alek...

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