Mi miserable vida

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Me llamo Catherine y tengo 13 años, y he estado encerrada por más de una década en este horrible calabozo.

Mi apariencia es simple: Tengo cabello rubio claro, pestañas muy largas y negras, mis ojos son una mezcla de burdeo y violeta, y no me refiero a una mezcla de ámbos colores, sino a que en un extremo son burdeo y el resto es violeta, muy extraño...

Todas las noches escucho voces hablarme, dándome animos y diciendo que mi fuerza me ayudará a salir de esta patética rutina, pero yo pregunto: ¿Qué fuerza podría tener yo? Nunca pude defenderme y dudo llegar a hacerlo.

Estuve viendo mi ventana hasta que un guardia aparece en la puerta de mi reja.

—Señorita Catherine, tenemos que darle una noticia importante.— Dijo el guardia.

—¿Qué noticia...? ¿Mi profesor no viene hoy...?— Dije débil, no he comido en dos días ya que hubo un incendio a la entrada de la ciudad y mi cárcel está fuera, los camiones no pueden pasar.

—No, es una buena para tí, la próxima semana te dejaremos salir, pero no te tenemos recursos, tendrás que arreglartelas sola.— Dijo. —Pero te pudimos conseguir una cabaña en el pueblo para que pases tus días—.

Suspiré y acepté que pronto estaría en las calles.

Luego de hablar un rato salí al patio del lugar para tomar aire libre.

Yo llamo a éste lugar "cárcel" porque técnicamente lo es, pero es una de adolecentes de menos de 15 años hasta niños bebés. Nunca supe mi razón para haber terminado encerrada... Pero conocí buenos amigos y tengo un guardia favorito, es casi como mi padre o un hermano mayor.

Hasta ahora solo reconozco como amigos a dos personas, mi guardia y un chico que duerme en el cuarto al lado del mío. Se llama Harry y su razón para estar aquí es que el actúa por impulsos y por lo que sé lo último que hizo fue enterrarle un cortacartón en ámbas piernas a uno de sus compañeros de escuela, y supongo que obviamente el chico quedó en el hospital con dos piernas malas y un gran trauma... Pero bueno...

El chico es alguien muy especial para mí, la razón de nuestra amistad es que el fue el único de todos los chicos que hay aquí que se atrevió a acercarseme en tres años después de llegar aquí, y lo aprecio mucho, pero es difícil hablar con el ya que en cualquier momento puedes decirle algo que pueda tomar como ofensa y atacarte con algo, el puede ocupar hasta una almohada hasta arma...

Me entretuve hasta el mediodía viendo el fuego del incendio a la entrada del pueblo, pensando en las formas que se habían formado por el fuego, dentro de éste y por el humo, ví distintas rostros humanos (según yo) hasta que mi famoso guardia favorito me llamó a una oficina.

Fuí y el estaba adentro.

—¿Me llamó?— Pregunté entrando lenta y silenciosamente, inspeccionando la oficina.

—Si, Catherine, necesitamos hablar sobre tu próxima salida.— Respondió.

—Oh, eso... Si, aún no he pensado cómo me las arreglaré para vivir sola con solo 12 años...—

—No es eso, no vivirás sola.— Dijo el guardia, parandose de su asiento.

—¿Eh?— Pregunté. —¿A qué se refiere?

—Verás... Yo vivo solo en mi casa, en mi parcela, tengo una gran casa para mí solo y el doble de todo.— Dijo sacando una foto de un paisaje con una cabañita grande y hermosa.

—¿Esa es su casa?—.

—Exacto, y si quieres puedes vivir ahí hasta que tengas edad suficiente para cuidarte sola y ganarte la vida—.

—¡Me parece genial, señor!— Dije, sonriendo.

—Oh, otra cosa, si quieres puedes ir a vestirte ya que en dos horas vamos a salir de paseo al pueblo.—

—¿No que sigue el incendio?— Pregunté.

—Me avisaron que estabilizaron el fuego y habilitaron una entrada, vamos a pasear y a comprar víveres.— Dijo guardando la foto mencionada anteriormente. —Y por cierto, no has comido en días, debes tener hambre... Pero no puedo darte mucho ya que no quiero que vomites...—

—De hecho.. No se preocupe, estoy bien.— Dije.

—No, no estás bien, te he visto algo pálida, más que lo normal... Ten, una jalea de frambuesa.— Dijo el amable guardia sacando un frasco con un poco de jalea de frambuesa y una cucharilla.

—Oh, ¡Jalea, mi favorita! ¡Usted sí que me conoce!— Dije tomando el frasco entre mis manos y sacando un poco del contenido con la cucharilla para meterla a mi boca.

—Claro que te conozco, eres mi favorita entre todos los que estoy a cargo.— Dijo acariciando mi cabeza. —Pero no le digas a nadie, solo a tí te digo la verdad.—

—¡Pinky promise!— Dije riendo.

—Bueno, ya es hora que te arregles, salimos en dos horas, pero no te preocupes si estás atrasada, yo iré a avisarte para que bajes—.

Reí y dije que "sí" a lo que el guardia dijo, para luego salir al pasillo en dirección a mi cuarto, aún comiendo la jalea casera del guardia.

En el camino saludé a Harry, estaba saliendo de la enfermería con unas pastillas y una botella de agua en sus manos.

—¿Más remedios, eh?— Pregunté.

—Si... Éste es asqueroso y son cápsulas con algo raro adentro...— Dijo mi amigo.

—Jeje, bueno, sean asquerosas o no debes tomartelas, no quieres tener algún mini accidente.— Dije riendo.

—Claro que no, odio cuando me pasa eso, dudo que entiendas la sensación que tengo cuando actúo por impulso y ataco gente.— Dijo guardando sus pastillas. —¿Y tú qué cuentas, Catherine? ¿No has causado accidentes hoy? Jaja—

—Muy gracioso, Harry, sabes que no es todo lo que hago. Oh, por cierto, vamos a vestirnos, en unas horas vamos a ir al pueblo.— Dije dandole un pequeño y suave golpe en el hombro.

—¿Al pueblo? Perfecto, necesito ver el resto del incendio más de cerca. Yo me voy al cuarto a vestirme, nos vemos, Cat Catie.— Dijo riendo y llendose corriendo a su cuarto, botando una cápsula al suelo.

Me quedé mirando la cápsula un momento, como dijo Harry, efectivamente se veía asquerosa...

Fruncí el ceño y me fuí al cuarto, todavía disfrutando mi jalea.

Las cadenas del EspacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora