D i s t a n c i a. [Reescribiendo]

Capítulo 12-Carta

Correspondencia; v 2. Comunicación entre personas mediante el intercambio de cartas.

* * * * *

Morty estaba sentado en el suelo jugando con un carrito de juguete, esperando que sus padres pararan de discutir.

Summer, que también estaba ahí sentada junto a la pared, intentaba inútilmente cubrirle los oídos a su hermano menor.

Aun que Morty era pequeño, entendía las palabras que se gritaban en la habitación de al lado eran negativas, a pesar de no saber el significado de estas.

Cuando su padre, Jerry, salió de la cocina ignorando a los dos pequeños, Morty se levantó y dejo su carrito, entró a la cocina.

—Mamá, tengo hambre...

Habló con un tono bajo. Su madre tenía ambos brazos recargados sobre el refrigerador, con la cabeza agachada, cuando oyó la voz de su hijo tardo un par de segundos en reaccionar.

Lo miró confundida, como si no supiera que acabase de oír.

Su madre, Beth, lucía totalmente desalineada, con la ropa arrugada y con gotas salpicadas por su blusa.

Se talló la cara con ambas manos y suspiró cansada, con fuerza el cuello de la botella de vino que estaba junto a ella.

—Tengo hambre.

Morty repitió con cierta vergüenza, como si estuviera pidiendo un favor complicado.

Morty miró a Summer, que acaba de entrar a la cocina y se paro junto a él.

—Tenemos hambre.

Afirmó sin titubear y en alto, con la espalda firme y segura.

Beth se talló la cien al oír la voz de Summer, no respondió y siguió tomando vino.

Summer la miró con molestia.

—Deja de tomar eso, no hemos comido nada.

Summer no sentía la necesidad de ser amable con alguien que ni siquiera la veía a los ojos.

—No me hables en ese tono, señorita.

Beth espetó con una voz ahogada y una expresión de enojo sin voltear la cara, solo mirándola de reojo con recelo.

—Morty ni siquiera a desayunado y tú no paras de beber.

En respuesta rodeo los ojos hacia el techo y soltó un refunfuño de estrés.

—No tuve tiempo para hacer la comida. Tengo que trabajar ¿Acaso tú traerás dinero a casa? ¿Quién pagara la luz, el agua! ¡Yo pago por la ropa que estás usando!

—Tenemos hambre.

Contestó cruzando de brazos y eso hizo enojar a Beth aun más.

—¡Tienes ocho años! Pide una pizza, hazte un sándwich, eres demasiado mayor para ser tan holgazana.

—El pan esta muy alto para que yo lo alcance, y ni siquiera se usar un teléfono-