Le voy a preguntar a mi daddy.

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Érase una vez un día normal en la casa de Mark Lee.

Un día normal.

Normal.

Dije normal.

Un día normal dije.

Ja.

Demasiado normal.

Eso no está bien.

Todo iba demasiado normal.

Oh.

Te la creíste we.

Era normal hasta que dos hombres potentes, grandes, guapos y musculosos llegaron a su casa.

— Hija, te buscan — escucharon todos en aquella casa decir a la señora Lee.

— Mamá pero son del control animal — dijo su hermana al llegar hasta su madre.

— Ahah, ¿y? Si vas publicando "perra no, PRRISIMA 😘💅", ¿o no?

— Mamá por favor.

— Llevénsela muchachos y cuidado que tiene mal de rabia.

Y dicho eso, la señora Lee cerró la puerta, dejando a su pobre hija con los dos potentes, grandes y musculosos hombres del control animal.

— Mamá en un segundo viene Haechan.

Y tal como dijo Mark, al segundo después la puerta fue abierta por el morenazo de culo de melocotón.

— ¿Qué harías si te besara? — le preguntó a Mark, corriendo hacia él y sentándose en su regazo. 

— Si me ve Sara pues la saludo y ya — el canadiense frunció las cejas por aquella pregunta estúpida.

La señora Lee rodó los ojos y se dio un cabezazo contra la pared.

Haechan se dejó caer sobre la mesa de cristal, rompiéndola en pedazos.

— Lo siento, suegra.

— No te preocupes querido, son cosas que pasan. Tener un hijo retardado es algo que pasa.

— Bueno, ¿vamos al cine, Markus?

— Espera que le pregunto a mi daddy.

— Ké.

— A mi padre quería decir. 

— Ah, me asusté.

Mark se levantó, dio dos pasos y llegó a su padre.

— Papá, ¿puedo ir al cine?

— Sí, pero te quiero aquí a las seis.

— Pero si son las seis y media.

— Castigado por llegar tarde.

— Pero...

— Nada de peros. Castigado un mes.

— Pe...

— Dos meses.

— Haechan...

— Un año.

— ¡Ahora no te hablaba a ti!

— Hasta que cumplas los setenta años. A tu padre no se le habla así.

Mark se alejó de él y fue a la sala en la cual estaba su primo Jeno.

El pelinegro le vio entrar y frunció su ceño. El canadiense juró que pudo ver una bombilla encendiéndose encima de su cabeza.

— Mark, ¿la sordera es hereditaria?

— No Jeno, no somos de Italia.

— ¿Qué? No, si yo ya comí.

— Ah, bien, ¿y tú?

— Mañana.

— Está bien, adiós.

— ¿Mi color? Amarillo.

— ¿Qué pasa con Jisung?

— Me voy.

— No tardes que yo también quiero usar el baño.

— Mark, todavía no se acaba el año.

— Ah.

— Oh.

Abajo, fifihyuck [1 y 2] © || LM&LDHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora