Tom Hiddleston y la tristeza

Si tú me dices ven lo dejo (incendio) todo pero (siempre) dime (bésame) ven

El fuego de un corazón en la soledad
sabe que para iluminar la oscuridad
solo basta tu sonrisa.

Hay una promesa en tus ojos y en tu piel
de que harás florecer el panteón enterrado en mi alma;
que harás nacer mis flores favoritas
en las entrañas de mi desierto
y que habrá nubes de champaña
donde antes había jirones de esperanza.

¿Cómo se agradece que me hagas sentir en un segundo toda una vida de amor?

Porque si antes me aterraban los callejones sin salida
tú los conviertes en túneles con luciérnagas
de los que no quiero escapar
—yo puedo hacer una cárcel donde estemos los dos y se sentirá libertad
con las alas en las palmas de nuestras manos
para viajar en las caricias
a donde no haya calamidad—.

Porque en esta vida todos demandamos ser sentidos
y yo me siento huracán
un crepúsculo naranja
un lluvia agradecida
un final feliz
un sol clemente
una luna sin abrigo  que en tus ojos encuentra el calor.

Pero solo si es contigo.

Si tú me dices ven lo dejo (incendio) todo pero (siempre) dime (bésame) ven.

Quizá tú me des la razón
en que el derrumbe de mis murallas
vale la pena
para construir algo diferente:
un bastión de tus penas y mis delirios,
un cuartel donde solo esté nuestra música
y seamos canciones
o una película de Tom Hiddleston
en un domingo sin oscuridad.