El mundo humano es una pequeña linea que divide el reino de los cielos y el inframundo. El lugar donde la maldad y la bondad se juntan.
Jeon JungKook no tiene idea que todo lo que lo rodea no es lo que parece.
Con la llegada de dos nuevas personas...
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—¡HEY JUNGKOOK! —YoonGi gritó en el oído de su amigo.
JungKook cayó al piso asustado por la sorpresa. El pelimenta le extendió la mano para ayudarlo a levantarse del suelo y él la tomó mientras lo miraba con confusión.
—¿Qué acaba de pasar? —Preguntó el pelinegro.
—Eso quisiera saber yo —Lo miró con reproché— Hace dos minutos que llegué a la tienda y solo has estado ahí parado mirando la puerta sin prestar atención cuando te hablo y... ¿Eso de ahí es una erección?
JungKook bajó la vista y se encontró con un gran bulto marcado en sus pantalones.
—No es lo que parece —Dijo con el rostro rojo como un tomate.
—¿ah, no?
—E-es sólo q-que
—¿Acaso estuviste con alguna de tus presas? —meneó sus cejas sujestivamente.
—Idiota —Lo golpeó en el hombro con el rostro aún más rojo si eso era posible lo que provocó la risa del contrario.
—Eres un caso perdido, JungKookie —fingió limpiarse una lágrima falsa.
—Ya basta —se quejó— ya es bastante doloroso tener esta cosa así abajo, no te vuelvas-
—¿Un dolor en el culo? —interrumpió— por lo que veo es algo con lo que te quedaste con ganas de tener
—¡Hyung! —Chilló.
—Ya, lo siento —Trató de controlar su risa— mejor ve al baño a ocuparte de eso
—Pero hyung debo quedarme aquí
—No te preocupes, JungKookie —palmeó su hombro— ve a liberar a la bestia, yo te cubro
Ignorando las vergonzosas palabras de su hyung, JungKook fue con prisa al baño de servicio a encargarse de su apretado y doloroso problema. A pesar de que YoonGi no trabajara ahí, siempre ayudó el menor cuando necesitaba un momento libre asique conocía perfectamente el manejo del lugar. A los minutos regresó JungKook con el rostro rojo por la vergüenza y con las manos oliendo a limón producto del jabón líquido que había allí. Su hyung estaba terminando de atender a una señora que estaba comprando unas mentas. Una vez que se retiró, YoonGi volteó hacia el menor con una ceja alzada. El rojo en las mejillas del pelinegro se hizo más fuerte.
—¿Liberaste a la bestia?
—¡Hyung!
—Ya, lo siento —Levantó las Palmas en señal de rendición— ¿Me vas a explicar que acaba de pasar?
—Sólo estoy un poco aturdido —Sacudió su cabeza
—¿Quieres hablar de ello? —YoonGi se inclinó sobre el escritorio y lo miró impasible
