Capítulo 12

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Capítulo 12


—¡Eso es una completa mentira!... —Exclamé, corriendo en su dirección, tomándolo del cuello, apretando un poco mi agarré sobre aquella zona.

—Me canse de esperarte, ellos me hicieron sentir mucho mejor, me dieron poder y algo que me tú y ningunos de tus amados dioses me iba a otorgar, como lo es la juventud eterna... —Corté su explicación apretando con fuerza el agarre, él nos había traicionado con los mesopotámicos.

—Te dieron esa pendeja, pero un detalle se te paso por alto, tienes juventud eterna pero no belleza ni vida, así que...—le di un fuerte puñetazo en el rostro.—te romperé tu linda juventud...

Toda la furia que tenía en ese momento era poco para lo que estaba realmente dolida, no espere aquello, más aun dándome cuenta que se atrevió a matar a su propio hermano sin piedad alguna y riéndose como un maniático.

Un fuerte golpe en el abdomen me hizo cae a un costado, ahora la situación era al revés, era yo la que estaba recibiendo golpes sin piedad alguna, la sangre de mi labio inferior no se hizo esperar más al igual que la nariz. Coloque a cada costado de su dorso mis manos ejerciendo un poco de calor para quemarlo pues como su armadura era de metal lo afectaría más, aproveche eso para proporcionar un coño limpio en el pecho.

Al estar libre de su agarre me arrastre hasta tomar la espada, me puse difícilmente de pie para enfrentarlo, sentía mi rostro realmente golpeado al igual que todo mi cuerpo, puede ser que sea la reencarnación de una diosa pero eso no me quita que sea muy mortal. Él también empuño su espada y una vez empezó una lucha de técnicas con espadas junto a golpes.

No obstante no vi venir un golpe con el mango en la espada de este en mi mejilla derecha, haciendo retroceder un par de segundo, pero logre reacción e inclinarme hacia abajo y darle una patada en las piernas haciéndolo caer, aproveche para ponerle el filo de la hojilla en el cuello de mi enemigo, este empezó a reírse como un completo loco.

—Mátame... —comentó, el sínico hombre demente que estaba al frente mío en el suelo, provocando que yo le hiciera un pequeño corte profundo en su rostro como este lo había hecho conmigo.

De esta manera levante la espada a lo alto, no quería verlo más estaba cansada de todas esas cosas horribles que él había hecho, secuestro a mi hija, mato a mi mejor amigo y a mis amigos del campamento Egipcio.

—Con mucho gusto lo hare... —susurré, lista para atacar, no había nadie que me detuviera en ese momento o eso pensé yo...

—______, no lo hagas, por favor.... —aquella voz me congeló, más al darme cuenta de la persona que provenía, mi corazón se aceleró violentamente a mas no poder en mi pecho.

Gire ligeramente la cabeza, viendo al hijo de Hades allí, pálido de seguro por el viaje sombra pero me impacto fue esa mirada que me dedicaba de completo miedo, terror y confusión.

No me dio tiempo de responderle ni una sola palabra, algo me atravesó feroz mi abdomen, se me escapó un grito de completo dolor, él había aprovechado mi descuido y me había atacado, pero no conto con un movimiento que hice que me enseño la hija de Atenea con una daga que mantuve escondida debajo de mi ropa de combate.

—Si yo muero tú también... —susurré, clavándole la hojilla debajo de su corazón, haciendo que ambos cayéramos en el suelo arenoso yo de costado el boca arriba.

—Nos vemos en el Duat... princesa —susurró, a duras penas Seth logro decir aquello, mientras que cerraba los ojos.

—Espero que Anubis no tenga piedad contigo... —agregue, tosiendo sangre, sintiendo como me giraban para quedar boca arriba. Cada segundo que pasaba el frio y dolor aumentaban en todo mí ser, sabía lo que traía esa sensación, pues ya lo había vivido una vez atrás.

—¡Ey!, ______,mantente conmigo, por favor, tu no me vayas a dejar... —la voz de Nico llegó como una dulce melodía a mis tímpanos la mejor en todo este tiempo.

—Nico, lamento todos los errores que cometí si yo hubi... —la tos no me dejaba pronunciar palabra, la sangre me estaba ahogando, sentía como él me hacía presión en la herida para que parará.

—No hables mucho, linda, lamento no llegar antes e impedir que sucediera esto... —sentí su voz cortarse por el llanto inminente.

—Cuida bien de Bianca, Nicolás... —mis ojos luchaban por mantenerse abiertos, el dolor cada segundo era más fuerte, además de la sensación de estar llegando al final de la agonía y saber que la vida se me va de las manos.

Con la poca fuerza que contaba en ese momento, subí mi mano al rostro de él, acariciando su hermosa mejilla lentamente, sintiendo las lágrimas caer cuando la respiración se me hizo complicada de mantener a ritmo normal.

—Te amo, chico dark...—susurré, viéndolo inclinarse hacia mí.

Con dificultad para corresponder aquel beso lleno de sentimiento mezclado, ternura, dolor, miedo y sobre todo amor, al menos estaba feliz porque antes de morir pude sentir una vez más sus deliciosos labios carnosos.

—Te amo, ladrona, que se hizo la diosa de mi corazón... —susurró, al momento de terminar aquel beso de despedida.

Sonreí con los ojos cerrados por completo, mientras mi mente rebobinaba toda mi vida como una película, luchaba porque mis pulmones se mantuvieran activos al igual que mi corazón, me aferraba a querer vivir con cada fibra de mi ser, por volver con las personas que tanto amo, en especial mi pequeña pero la vida no siempre era justa y lo comprendí al momento que mi cuerpo daba sus últimos respiros, a lo lejos escuchaba muchas voces familiares que me decían que no me muriera, mis hermanos, mis amigos, pero eso no detuvo mi triste destino haciéndome morir en los brazos del amor de mi vida...

Fin

Diosa de mi  corazón  © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora