Capítulo 4
En la casa de Crisanta
Crisanta: Te esperaba más temprano Rosendo, ¿tuviste mucho trabajo?
Rosendo: Que preguntita Crisanta, en Los Cascabeles siempre hay mucho que hacer.
Crisanta: Discúlpame, sólo te quería hacer platica, ¿te sirvo la merienda?
Rosendo: Cuando quiera algo te lo pido.
Crisanta: Uy, no sé por qué, pero desde que llego el dueño de Los Cascabeles, andas de un humor que nadie te aguanta.
Rosendo: Ese perfumado, me está llenando el buche de piedritas.
Crisanta: Pues si no estas a gusto, renuncia.
Rosendo: ¡Bueno, estas tonta o qué!, sabes muy bien que en ningún otro lado voy a ganar lo que gano en la hacienda, lo que tengo que hacer es ver el modo de deshacerme de José Miguel Villalba, yo no puedo estar esperanzado a que ese perfumado se aburra y decida regresarse.
Crisanta: Rosendo no vayas a cometer una barbaridad, porque entonces quien va a tener que huir de Los Cascabeles vas a tener que ser tú.
Rosendo: Para sacarme de Los Cascabeles tiene que ser muerto, ¿me oíste?, de algo tiene que valer partirme el lomo trabajando de sol a sol en esas tierras.
Crisanta: Mejor trata de llevar la fiesta en paz.
Rosendo: Que fácil decirlo, pero la verdad es que ese perfumado ya me picó muy duro la cresta, estoy a punto de reventar.
Crisanta: Será como tú dices, pero él es el mero dueño.
Rosendo: Sí, un dueño que no tiene la menor idea de lo que significa trabajar el campo, es igualito a la catrina que acaba de llegar.
Crisanta: ¿Cuál catrina?
Rosendo: La hija del dueño de la hacienda Montesinos, esa es otra que traigo atravesada.
En Los Cascabeles, Iluminada ayudaba a Alonso a bajar sus cosas después de que José Miguel lo echó de la hacienda.
Alonso: (le habla a Iluminada) ¡Muévete!
Isabel: Alonso, ¿qué haces con esa maleta?
Alonso: Tu querido sobrinito me corrió de la casa mamá.
Benita: ¿Qué?
Alonso: Está loco, rematadamente loco.
Isabel: Pero, ¿qué fue lo que hiciste Alonso?
Alonso: ¿Por qué me preguntas eso mamá?
Isabel: Porque algo debiste hacer para provocar esta situación.
Alonso: ¿Por qué siempre tienes que pensar que yo hice algo?, siempre justificas todas las estupideces que José Miguel ha hecho últimamente.
Isabel: Eso no es verdad.
Alonso: Sí lo es, siempre defiendes a mi primo.
En los alrededores de la hacienda Montesinos, Valentina y Sabino revisaban el lugar con linternas, hasta que llegaron a la cerca casi totalmente destruida que dividía las haciendas.
Sabino: Mira, cómo no se va a meter el ganado de Los Cascabeles, si casi toda la cerca está así.
Valentina: Sí, es lo que veo.
Sabino: Así que la arreglamos como Dios manda, o de plano esto no tiene remedio. El alacrán tiene razón, vas a necesitar mucho dinero para arreglar toda la hacienda.
Valentina: Eso ya lo sé Sabino, y lo peor de todo es que no tengo.
Sabino: ¿Y tus padres?
Valentina: Ellos cuentan con un capital para vivir desahogadamente, pero no es tanto para invertir en lo que aquí se necesita.
Sabino: Y aunque lo tuvieran Valentina, el problema no acaba ahí.
Valentina: ¿Qué quieres decir?
Sabino: Pues, perdóname que te lo diga, pero, tú no tienes ninguna experiencia en el campo.
Valentina: Bueno...
Sabino: Porque no creo que donde estuviste metida tantos años, te hayan enseñado a criar vacas, ¿o sí?
Valentina: (ríe) Claro que no, pero no me preocupa, porque te tengo a ti para asesorarme.
Sabino: (ríe) Por ti hago cualquier cosa muchacha, no tienes ni que pedirlo.
Valentina: Eso ya lo sé, mira este afán que tengo de poner en pie la hacienda, no es por mí, sino por mi papá, él ahora está mayor y cansado, y yo quiero darle el gusto de que vuelva a ver su hacienda tal y como la dejó, eso es lo menos que puedo hacer. Sabes que (toma uno de los maderos de la cerca) esto va a cambiar.
Despacho de Los Cascabeles
Isabel: José Miguel, necesito hablar contigo, Alonso me acaba de contar lo que pasó, y francamente me parece absurdo.
José Miguel: ¿Qué tía, pedirle que se fuera?
Isabel: Sí, no creo que sea para tanto.
José Miguel: Para mí sí lo es.
Isabel: Bueno, entiendo que te haya molestado que un muchacho haya venido a insultarte, pero tu actitud con Alonso es francamente exagerada, no puedes correrlo.
José Miguel: Esta es mi casa, y yo decido lo que se hace aquí.
Isabel: Si lo que quieres es que me humille y te pida de rodillas que perdones a tu primo, no lo voy hacer. No voy a implorarle nada a una persona que a todas luces lo que quiere es demostrar que puede aplastar a gente que lo rodea, con todo el amor que te tengo, no puedo seguir soportando más esta situación, porque ni yo, ni Alonso, ni Benita tenemos la culpa de tu resentimiento, eso es algo que has alimentado tu solo.
José Miguel: Para ti es muy fácil opinar.
Isabel: Que no entiendes que nosotros no somos tus enemigos, al contrario, hemos tratado de apoyarte, de demostrarte nuestro cariño en todas las formas posibles y tú no te cansas de rechazarnos.
José Miguel: Yo no les he pedido nada por mí.
Isabel: Ya sé que eres lo suficientemente fuerte como para no necesitar a nadie.
José Miguel: Así es.
Isabel: Entonces, tampoco tiene caso que yo me quede, así que me voy con mi hijo.
Isabel: Como gustes tía, no voy a detenerte.
Fuera de la casa
Alonso: ¿Qué pasó mamá?
Isabel: Nada, que me voy contigo hijo.
Alonso: ¿José Miguel se atrevió a correrte a ti también?
Isabel: No, fue una decisión mía.
Alonso: No mamá, no podemos irnos, así como así.
Isabel: Pero, ¿no era lo que tú querías, regresar a México?
Alonso: Sí, pero no de este modo, ¿en dónde vamos a vivir?, ¿cómo nos vamos a mantener?, si nos vamos ahora, perderemos todo el apoyo de José Miguel.
Isabel: Eso es lo que menos importa, ya veremos cómo nos arreglamos. Por lo pronto puedo vender una de las cosas que tengo, mientras los dos conseguimos trabajo.
Alonso: ¿Y de qué vamos a trabajar?, te advierto que yo no nací para soportar una vida de miseria.
Isabel: Pues tendrás que hacerlo, porque de alguna manera fuiste tú el que provocó todo esto.
Alonso: Ya te expliqué que lo de la abarrotera esa fue una tontería.
Isabel: No me refiero nada más a eso, sino la cantidad de errores que has cometido, después de hacer tanta tontería, no es una sorpresa que a José Miguel le hayas colmado la paciencia.
Alonso: Otra vez lo estas defendiendo.
Isabel: Ya deja de hacerte la víctima, entra a esa casa, vamos a pasar la noche aquí y mañana temprano nos vamos. ¡Entra! (Alonso toma sus cosas y juntos entran a la casa)
En la hacienda Montesinos, Valentina conocía a la familia de Juan.
Valentina: Mucho gusto Tere (dándole la mano)
Tere: El gusto es mío, y gracias, gracias por recibirnos en su casa.
Valentina: No, si no les estoy haciendo ningún favor, al contrario, Juan va a tener que trabajar muy duro.
Juan: Yo estoy más que dispuesto.
Valentina: Tere, ¿le interesaría encargarse de la limpieza de esta casa?, mi madre llega en unos días y va a necesitar que alguien le ayude.
Tere: Sí, de mil amores patrona.
Valentina: Les advierto que el sueldo no es muy bueno, porque apenas vamos a empezar a reactivar la hacienda, lo que si les aseguro es que van a tener sus compensaciones.
Tere: No se apure.
Juan: Te lo dije Tere, esta patrona si es gente, no como el otro.
Tere: Oye Juan, no puedes quejarte del dueño de Los Cascabeles, él te pagó según la ley y hasta más, (mira a Valentina) ay perdón, a mí y a mis hijos nos recibió en su casa, y nos compró ropita y zapatos a los chamacos.
Valentina: En ese caso Tere tiene razón Juan, no debes quejarte del señor Villalba.
En Los Cascabeles
Isabel: Le agradezco mucho que haya venido otra vez Don Ernesto.
Ernesto: No se preocupe Isabel, el hotel del pueblo está a un paso, dígame que es lo que ha pasado.
Isabel: Mi hijo y yo, nos vamos para siempre de la hacienda.
Ernesto: ¿Qué?
Establos de la hacienda Montesinos
Chuy: ¿Papá?!
Valentina: ¿Hola?
Chuy: Dispense, quería saber si mi papá no andaba por aquí.
Valentina: ¿Tu papá?, Juan anda en la cocina con tu mamá arreglando la llave del regadero, me imagino que tú eres Chuy.
Chuy: Aja (se acerca a Cocuyo)
Valentina: ¿Y qué Chuy, te gusta el caballo?, se llama Cocuyo, bueno pues si te gusta Cocuyo, yo necesito alguien que le dé de comer todos los días, ¿te gustaría encargarte de él?
Chuy: ¿Yo?
Valentina: Bueno, pues si quieres.
Chuy: Sí, sí quiero.
Valentina: (le da la mano) Bueno, ya tienes un trabajo (sonríe)
Los Cascabeles
Isabel: No se imagina lo difícil que fue para mí, pero alguien tenía que marcarle un alto a José Miguel.
Ernesto: La entiendo Isabel.
Isabel: Y créame que me duele en el alma dejarlo.
Ernesto: Yo tengo fe en que muy pronto todo volverá a la normalidad.
Isabel: Ojalá...
Ernesto: Este no es el verdadero José Miguel, y tarde o temprano tendrá que cansarse de representar el papel de tirano.
Isabel: Dios lo oiga Don Ernesto, por lo pronto como ya le dije Alonso y yo nos vamos de la hacienda.
Ernesto: Isabel (la toma de las manos) quiero que sepa, que mi casa en México está a su entera disposición.
Isabel: Gracias, pero, no puedo aceptar su ofrecimiento.
Ernesto: Por favor, no diga que no, por lo menos quédese ahí mientras encuentra un lugar para vivir.
Isabel: Pero...
Ernesto: Seguramente yo voy a tener que quedarme aquí un buen rato en Los Cascabeles, así que usted podrá estar en mi casa con entera libertad.
Isabel: No sé...
Ernesto: Por favor, no me diga nada, piénselo, mañana me da su respuesta.
Isabel: Esta bien.
Ernesto: Bueno, hoy ha sido un día muy difícil para todos, creo que es hora de descansar, mañana nos vemos.
Isabel: Gracias por todo Don Ernesto, no sé qué haría sin su apoyo.
Ernesto: Soy yo el que no sé qué haría sin usted, la voy a extrañar mucho (le da un beso en la frente) hasta mañana (se va).
En los establos de la hacienda Montesinos, Chuy y Valentina seguían platicando.
Valentina: ¿Y en Los Cascabeles tenían caballos?
Chuy: Un montón y estaban rete bonitos, sobre todo el del señor José Miguel.
Valentina: ¿A ti te simpatiza el señor José Miguel?
Chuy: Pues se portó muy bien con nosotros, aunque la gente dice que es malo como un alacrán, pero yo no lo creo.
Valentina: ¿Por qué?
Chuy: Porque los alacranes, son malos y hacen daño, pero el señor José Miguel no.
Valentina: Opino igual que tu
Chuy: ¿Usted lo conoce?
Valentina: Claro que sí, y con solo mirarlo sé que no es nada de lo que dicen que es.
En Los Cascabeles, José Miguel terminaba de revisar unos papales junto a Ivana.
José Miguel: Bueno creo que es todo por hoy, ya te puedes ir a descansar Ivana.
Ivana: ¿Y tú no lo vas hacer?
José Miguel: No me gusta que me traten de tu
Ivana: Lo siento, mejor me voy, buenas noches (se va)
José Miguel se levanta a guardar unas carpetas, y moviendo algunas cosas encontró un arma, que dejó en el mismo lugar y luego se fue a su habitación a revisarse la herida de la cabeza y el golpe que le dio Mauricio.
Los Ángeles, California
Camila estaba en la habitación de un hotel revisando algunos periódicos, se sirve un trago cuando alguien llama a su puerta.
Camila: Who is it?
Desconocido: Room service
Camila abre la puerta, y un hombre entra apuntándola con un arma.
Desconocido: Te creíste muy lista Camilita, pero hasta aquí llegaste (jala del gatillo)
Un nuevo día en Los Cascabeles, José Miguel recién despertaba, cuando Benita toca a su puerta.
José Miguel: (un poco adormilado) Adelante.
Benita: Nada más vengo avisarte que tu tía Isabel y tu primo se van al medio día.
José Miguel: Muy bien, ya estoy informado.
Benita: Estas llegando muy lejos José Miguel, por más odioso que Alonso me pueda parecer, no estoy de acuerdo con tu actitud hacia él y mucho menos con tu tía que ha sido como una madre para ti.
José Miguel: La decisión de irse fue suya, no mía.
Benita: Porque tú la obligaste, tu actitud es inexplicable, antes lo más importante para ti era tu familia y la defendías con uñas y con dientes, pero ahora estás haciendo exactamente lo contrario y estas matando el único amor que te queda.
José Miguel: Por favor Benita, ya...
Benita: Yo sé que sólo soy una sirvienta (casi llorando), pero una sirvienta que te quiere mucho, y precisamente por eso tengo la obligación de decirte lo que te mereces, por qué no aceptas que te equivocaste y les pides perdón.
José Miguel: Eso nunca.
Benita: Ay José Miguel, por qué buscas el respeto de todos aparentando ser un hombre frío, lo tendrías más fácilmente aceptando tus errores.
José Miguel: ¡Déjame en paz!
Benita: Muy bien, ojalá nunca te arrepientas de lo que estás haciendo (se va).
En las plantaciones de Los Cascabeles, se encontraba Rosendo supervisando el trabajo, cuando llego Nazario en la camioneta con Alonso.
Nazario: Yo no lo quería traer, pero el me insistió que quería hablar contigo antes de irse.
Rosendo: ¿Y tú sabes por qué se va?
Nazario: Porque el patrón lo corrió con todo y la tía.
Rosendo: Pues bien, voy hablar con él, encárgate de supervisar a la gente.
Nazario: Vete sin pendiente Rosendo.
Rosendo se dirige a la camioneta donde se encontraba Alonso.
Rosendo: Buenos días, Don Alonso.
Alonso: Déjate de formalidades, y explícame por qué no has cumplido con el trato que hicimos.
Rosendo: Todo a su tiempo, tranquilo.
Alonso: Yo no tengo tiempo Rosendo, necesito que pase algo ahora, José Miguel debe darse cuenta que este no es lugar para él.
Rosendo: Despreocúpese, muy pronto el perfumado de su primo lamentara haber venido a Los Cascabeles.
En la casa, José Miguel se encontraba en su despacho organizando algunos papeles de la hacienda, cuando sintió que algo mordió su pierna. En ese mismo momento, Valentina iba junto a Chuy en su camioneta muy cerca de la casa.
Chuy: Mejor vámonos de aquí señorita Valentina.
Valentina: ¿Por qué Chuy?
Chuy: Porque estamos muy cerca de la casa grande, y si Rosendo nos divisa nos puede ir muy mal.
Valentina: No, por qué nos va a ir mal, si sólo estamos dando la vuelta por aquí.
Chuy: No mejor vámonos señorita.
Valentina: Esta bien Chuy, si te quieres ir vámonos (se escuchan unos disparos)
Chuy: ¡Es Rosendo, nos está disparando!
Valentina: No, esos disparos vienen de casa de José Miguel Villalba, vamos a ver.
Y como bien dijo Valentina, esos disparos los hizo José Miguel para tratar de matar a la serpiente que lo mordió.
Isabel: (entra al despacho) ¿Qué pasa José Miguel?
José Miguel: Una víbora... una víbora me mordió.
Benita: ¡Mi niño!
Isabel: Acuéstate en el sofá.
Entre Benita e Isabel ayudan a José Miguel a recostarse en el sofá.
Iluminada: (entra también el despacho) ¿Una víbora lo mordió?
José Miguel: Sí, creo que era una cascabel, la quise matar, pero no sé si le di.
Isabel: Lo mejor será llevarte donde un doctor.
Benita: Iluminada ve rápido a buscar a Rosendo a Nazario o a Ivana, para que nos lleven a San Pedro.
Iluminada: Sí señito.
Benita: Córrele.
Isabel: Vamos a San Pedro inmediatamente.
Valentina y Chuy entran a la casa y se topan con Iluminada.
Valentina: Escuchamos unos disparos, ¿Qué pasó?
Iluminada: Al patrón José Miguel lo mordió una cascabel y quiso matarla con una pistola.
Valentina: ¿Y cómo esta?
Iluminada: Se lo quieren llevar a San Pedro, pero no encuentro a Rosendo por ningún lado.
Valentina: ¿Están en el despacho? (iba a entrar, pero Iluminada le tapó el paso)
Iluminada: Si la dejó pasar el patrón me mata.
Valentina: Y si no me dejas a lo mejor el que se muere es él.
En el despacho
Isabel: ¿Te duele mucho hijo?
José Miguel: No lo sé, tengo entumida la pierna y ya no la siento.
Valentina: ¿Dónde te mordió la víbora?
José Miguel: ¿Qué hace usted en mi casa?, salga inmediatamente.
Valentina: Ya, ya vi donde te mordió.
José Miguel: Sí, ahí...
Valentina: ¿Tienen algún desinflamatorio fuerte?
Benita: No sabría decirle.
Isabel: Hay que llevarlo a San Pedro, en el centro de salud deben tenerlo.
Valentina: No, no hay tiempo que perder, sino vamos arriesgar su vida. Traigan una vela encendida, ¡rápido una vela encendida!
Benita: Sí, sí (va en busca de la vela)
Valentina saca una navaja pequeña para poder sacar el veneno de la víbora.
José Miguel: (asustado) ¿Qué me va hacer?
Valentina: Tengo que hacer una pequeña incisión, es la única forma de extraer el veneno, ¿crees que puedas resistir?
José Miguel: Sí
Valentina: ¡Rápido, la vela!
José Miguel miraba con un poco de miedo cada cosa que hacía Valentina, sobre todo cuando calentó la pequeña navaja.
Valentina: ¿Listo?
José Miguel: Sí.
Valentina: ¿No quieres morder algo?
José Miguel: No, no se preocupe, no pienso gritar.
Valentina: Muy bien, manos a la obra.
Valentina introdujo la pequeña navaja por la herida donde mordió la serpiente, para así extraer el veneno; José Miguel sólo apretaba con mucha fuerza el sofá en el que estaba. Después de haber extraído el veneno, succionó la herida con su boca para sacar todo el resto de veneno que la navaja no alcanzaba, luego se rasgó una de las mangas de su camisa para hacer una especie de “torniquete” en la pierna, y así evitar que no se desangrara.
Valentina: Esto te lo voy a poner nada más para que no te desangres (amarra la manga de su camisa a la pierna de José Miguel), no cabe duda, eres muy valiente y ahora sí, vamos a San Pedro para que te apliquen un antinflamatorio.
José Miguel: ¿No se supone que con lo que hizo ya es suficiente?
Valentina: No, el problema es que no puedo garantizar que le extraje todo el veneno, de cualquier forma, es importante que te apliquen un antídoto, puede haber alguna reacción.
Isabel: ¿Qué tipo de reacción?
Valentina: Bueno, fiebre muy alta, hinchazón.
José Miguel: Bueno, ¿por qué sabe todo eso? ¿acaso usted es médico?
Valentina: No, no soy médico, pero toda mi vida la pase aquí, y he visto muchas mordeduras de cascabel.
Isabel: Tiene razón José Miguel, vamos a San Pedro, es por tu bien hijo.
José Miguel: Avísenle a Rosendo para que tenga lista la camioneta (al levantarse casi pierde el equilibrio, pero Valentina lo sujeta)
Benita: Hace rato Iluminada salió a buscarlo.
Valentina: No tenemos tiempo que perder, yo me ofrezco de tu chofer (sonríe)
Entre Valentina, Isabel y Benita ayudaron a José Miguel a salir fuera donde estaba la camioneta de Valentina.
Fuera de la casa
Iluminada: ¿Chuy viste a Rosendo?
Chuy: No.
José Miguel: Iluminada, ¿dónde está Rosendo?
Iluminada: Pues me dijo Lencho que anda por los sembradíos.
Valentina: Lo ves, no te queda otro remedio que aceptarme como tu chofer.
José Miguel: Nos vamos en mi camioneta, las llaves están puestas.
Valentina: No, nos vamos en la mía, ya que está mucho más cerca para que no apoyes tanto el pie.
José Miguel: Pero...
Valentina: Chuy regrésate a la hacienda.
Chuy: Sí señorita Valentina.
Valentina: No se preocupen, que al enfermito se los traeré sano y a salvo (se van)
Iluminada: Lo que de verdad no sé, es como esa serpiente fue a dar al despacho del patrón.
Chuy: Porque aquí hay muchas Iluminada, mi papá dice que por eso la hacienda se llama Los Cascabeles.
Isabel: Oye Benita, ¿quién será esa joven?
Chuy: Mi patrona, se llama Valentina y es la dueña de la hacienda Montesinos.
Isabel: ¿Y vive sola o con sus padres?
Chuy: Ella esta solita (sonríe)
Benita: ¿Por qué la pregunta señora Isabel?
Isabel: Por nada...
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Soy tu Dueño (Historia invertida)
FanficEs la historia de la telenovela "Soy tu dueña" pero invertida, espero les guste