Capítulo 10

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Capítulo 10

Los Cascabeles (Sala)

Ernesto: (se dirige a Isabel) Estaba esperando que bajara para despedirme de usted, mañana a primera hora regreso a México, necesito ir arreglar algunas cosas de José Miguel y no puedo retrasarlo más.

Isabel: Lo voy a echar de menos

Ernesto: (toma su mano) Se que las cosas con Alonso no están del todo bien

Isabel: ¿Cómo lo sabe?

Ernesto: Bueno, no tiene importancia

Isabel: Ay Don Ernesto, yo creo...

Ernesto: Por favor no diga nada, no es necesario, yo tengo fe en que todo se arreglara, le prometo que muy pronto voy a regresar y entonces habláremos con calma, hasta pronto Isabel.

Isabel: Que le vaya bien (Ernesto se va)

Casa de Crisanta

Crisanta: Ay Rosendo, si vieras como extraño a mi hija

Rosendo: Y qué, ni siquiera te ha venido a ver

Crisanta: No, la pobre debe andar bien atareada en Los Cascabeles, como dicen que el señor Villalba es bien exigente; Rosendo ¿y cómo ves a mi muchacha? ¿crees que está contenta trabajando allá?

Rosendo: Seguro que sí, y no precisamente por trabajar con el dueño

Crisanta: ¿Qué quieres decir?

Rosendo: Crisanta yo no te quiero mortificar, de verdad, pero la verdad he visto que Nazario Melgarejo anda pretendiéndola y ella pues la verdad le coquetea bien y bonito.

Crisanta: ¿Estás seguro?

Rosendo: ¡Mujer por Dios, se ve a simple vista! Y si te lo digo es porque Nazario ya es un hombre viejo para ella, y no me gustaría que abusara de tu hija.

Crisanta: ¡Ni Dios lo permita!

Rosendo: Tu hija es muy porfiada y como el dueño la protege, pero eso no es ninguna garantía, al contrario, yo creo que no le conviene estar cerca del alacrán

Crisanta: Rosendo ya no me asustes más

Rosendo: Yo no más te digo, si Iluminada fuera mi hija ya me la hubiera traído para acá, aunque fuera de las greñas.

Crisanta: Pero si tú mismo me dijiste que se fuera a trabajar allá a la casa grande

Rosendo: Bueno, pues sí, pero yo nunca me imaginé que tuviera los cascos tan ligeros.

San Pedro (Casa de los Macotela)

Mauricio: ¡Vaya, hasta que llegas!

Gaby: ¡Que carácter mi amorcito! Buenas noches, pase a ver a Valentina por eso me tarde un poquito.

Mauricio: A propósito de Valentina, se me acaba de ocurrir que le hagamos una fiesta de bienvenida, bueno a ella y a su novio, eso lo pensé ya que como tú eres su amiga es lo mínimo que podemos hacer

Gaby: No creo que sea una buena idea

Mauricio: Al contrario, estoy segura que a ella le encantará

Gaby: Lo dudo, pero bueno ¿vamos a ir a cenar o no?

Mauricio: No, mejor le digo a un de las muchachas que nos prepare algo y así aprovechamos de planear la fiesta de bienvenida para tu amiga

Gaby: No sé, tal vez a ellos no les gusten las fiestas, Valentina es bastante especial

Mauricio: Mi amor, a todo el mundo les gustan las fiestas, además no es algo en grande nada más una pequeña reunión, es más podemos hacerla aquí en mi casa.

Gaby: Mau, no comprometas a la gente

Mauricio: A mí se me hace que tú eres la que no quieres

Gaby: Claro que no

Mauricio: Bueno entonces tú le avisas a Valentina y yo invito personalmente a su novio, ¿sabes dónde vive?

Gaby: Mejor yo les aviso a los dos, quiero decir que le aviso a Valentina y ella se encarga de decirle a Alonso.

Mauricio: Esta bien, como tú quieras, ahora hay que ver a los que invitaremos.

Hacienda Montesinos (al otro día)

Juan, Sabino y Valentina intentaban arreglar la camioneta

Juan: A ver Sabino, que le dé marcha la patrona

Sabino: Marcha (Valentina enciende el motor)

Juan: Que pare (Valentina para el motor y Juan arregla algo) otra vez (Valentina vuelve a encender el motor y ahora si partió)

Valentina: Bien Juan, resultaste mejor mecánico de lo que pensamos (ríe)

Chuy: (se acerca corriendo) ¡Patrona!

Valentina: ¿Qué paso Chuy?

Chuy: Las vacas de Los Cascabeles se volvieron a meter

Sabino: A que la canción, Juan acompáñame para corretearlas

Chuy: Son muchas, no van a poder

Sabino: Voy por el rifle

Valentina: No Sabino, no, déjalas ¿en qué nos afecta que las reses beban un poco de agua?

Sabino: Valentina, no se vale que yo haya tenido tantos problemas con Rosendo Gavilán todo este tiempo, para que ahora me vengas a decir que las deje tranquilas.

Valentina: Bueno es que no vamos arreglar nada asustando a los pobres animales, mañana harán lo mismo, aquí lo que hay que hacer es algo definitivo.

Sabino: ¿Cómo qué?

Valentina: Bueno, después de desayunar voy a ver a José Miguel Villalba y le propongo un trato en el que todos ganamos y listo.

Los Cascabeles (cocina)

Benita e Iluminada terminaban de preparar el desayuno

Iluminada: (exprimiendo naranjas)

Benita: Apúrate, otra vez estas atrasada con ese jugo

Iluminada: Ay señito, es que esto es rete dificilísimo 

Benita: Que difícil ni que mis narices, mejor apúrate porque mi niño no debe tardar en bajar, mientras voy poniendo la mesa.

Iluminada: Sí (sigue exprimiendo naranjas, pero llega Crisanta) ¡mamá!

Crisanta: Iluminada recoge tus cosas, nos vamos a la casa en este mismo momento

Los Cascabeles (comedor)

José Miguel: (llega a la mesa)

Benita: Buenos días José Miguel, ya está listo el desayuno

José Miguel: Nada más sírveme café y jugo por favor

Benita: Tu tía Isabel tiene razón, si sigues comiendo como pajarito te vas a enfermar

José Miguel: Yo tengo muchas cosas que hacer y ya se me está haciendo tarde

Benita: Yo no sé por qué te has encaprichado en supervisar el manejo de la hacienda, si tú no entiendes nada de eso, confórmate con saber que es tuya.

José Miguel: Ya, ya, ya Benita, por favor ya deja de decirme lo que tengo que hacer ¿sí? (se escuchan unos gritos de Iluminada)

Cocina

Iluminada: ¡Pues no me voy mamá!

Crisanta: Obedéceme Iluminada, si no quieres que te lleve a la fuerza

Iluminada: ¡Que no mamá, yo ya te dije que no volveré a la casa mientras ese hombre viva contigo!

Crisanta: Lo que pasa es que tú te quieres quedar viviendo aquí para andar de ofrecida con el tal Nazario ese

Iluminada: ¡Que no! (llegan José Miguel y Benita)

José Miguel: ¿Qué pasa aquí? ¿Quién es usted?

Crisanta: Soy la madre de Iluminada y vine para llevármela (jalonea a Iluminada del brazo)

Iluminada: ¡Patrón, yo no me quiero ir, por favor no deje que me lleve!

José Miguel: Ya la oyó

Crisanta: La madre de Iluminada soy yo y me va a tener que obedecer así que nos vamos.

José Miguel: Usted no puede forzarla si ella no quiere, además no entiendo por qué quiere llevársela.

Crisanta: Porque no voy a permitir que se enrede con ese tal Nazario

Iluminada: Es que yo no sé por qué dices eso mamá, si yo no tengo nada que ver con ese señor

Crisanta: ¡No te has la mosca muerta! Yo sé muy bien que andas alborotada con él ¿o no?

Iluminada: No, yo le juro patrón por la virgencita que no es verdad

José Miguel: Acompáñeme señora

Crisanta: ¿A dónde?

José Miguel: Quiero que usted y yo hablemos tranquilamente

Crisanta: Pues yo no voy hablar a ningún lado

José Miguel: Señora, yo me voy a encargar de que Nazario Melgarejo no se acerque a su hija, acompáñeme (se va y Crisanta lo sigue)

Benita: (se acerca a Iluminada y la abraza) No llores, vas a ver como mi niño pone en su sitio al Nazario ese

Iluminada: No, es que no es cierto que él me ande molestando señito, al contrario, él siempre se ha portado a todo dar conmigo

Benita: ¿Entonces?

Iluminada: Pues de seguro que Don Rosendo le conto esa mentirota a mi mamá

Benita: ¿Rosendo? Habla muchacha

Iluminada: Él es el hombre con el que vive mi mamá, me salí de mi casa por su culpa, porque yo no quiero seguir viviendo con él

Benita: ¿Por qué?

Iluminada: Porque el que me está molestando es ese desgraciado de Rosendo

Benita: Virgen santa (se persigna)

Caballerizas

Nazario llevaba uno de los caballos para darle un baño cuando llega José Miguel junto a Crisanta.

José Miguel: ¡Nazario!

Nazario: A sus órdenes patrón

José Miguel: Solo vengo a decirte que, si vuelves acercarte a Iluminada o intentas molestarla nuevamente, te quedas sin trabajo

Nazario: Palabra que no sé de lo que me está hablando patrón, yo nunca (Crisanta lo interrumpe)

Crisanta: No lo niegues, no seas cobarde, tú quieres abusar de mi hija

Nazario: Estas equivocada Crisanta, no sé de dónde sacaste eso, pero yo te juro que no es verdad.

Crisanta: No me jures nada, pobre de ti si perjudicas a mi hija

José Miguel: No solo le darás cuentas a la señora, sino también a mí, porque además de despedirte, me voy a encargar de que te refundan en la cárcel por acoso a una menor, ¿te quedo claro?

Nazario: (baja la cabeza) Sí patrón

José Miguel: (se dirige a Crisanta) Ya lo oyó señora, así que váyase tranquila (se dirige a Rosendo quien estaba escuchando la discusión) ¡Rosendo!

Rosendo: Dígame

José Miguel: Ensille mi caballo

Rosendo: Sí patrón

Los Cascabeles (recamara de Alonso)

Isabel: (entra) Buenos días hijo, tenemos que hablar

Alonso: No tengo nada que hablar contigo

Isabel: Por favor, no quiero que te quedes con una mal impresión de mí ni de Don Ernesto, lo que me escuchaste decir ayer...

Alonso: ¡No me interesa hablar de eso! Y no me obligues a decir cosas que te van a ofender

Isabel: Estas siendo muy injusto conmigo

Alonso: No más de lo que tú has sido conmigo mamá, pero no te atrevas a volver a criticarme, porque no voy hacerte caso, tú no tienes ninguna autoridad para juzgarme, ya que ni siquiera eres capaz de respetar la memoria de mi padre (se va al baño, mientras Isabel queda llorando desesperada)

Soy tu Dueño (Historia invertida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora