Capitulo 8: Confusión

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Apretó sus puños con tanta fuerza que sus blanquecinos nudillos perdieron el poco color que tenían. Y a pesar de que su tranquilo y estoico semblante demostrasen lo contrario, podía sentir como su interior clamaba por destruirle completamente. Arrancar tajo por tajo de su ser, hacerle sufrir una muerte lenta y dolorosa. Inclusive podría jurar que nuevamente oía a Shukaku en su interior. La sed de sangre estaba tan viva y le quemaba las entrañas, hace tanto tiempo que no se sentía así…

-Por ultima vez… habla ¿Qué buscaban aquí? – su voz sonó tranquila y apacible, como quien pregunta la hora o algo similar.

Los pocos ninjas presentes observaban la escena expectativos, y extrañados por el ligero cambio de actitud de su joven líder.

El reo escupió al frente y vanamente intento moverse. Le miro con una sonrisa burlona y hablo – Nada en especial… o mas bien, nada que sea de su incumbencia, Kazekage-sama – concluyo, diciendo aquel nombre despectivamente.

-Si se trata de mi aldea es de mi incumbencia – dijo aun con aquel tono de voz tan pacifico. El estoico pelirrojo clavo su mirada de lleno en el.

El hombre al instante pudo experimentar un escalofrió recorrer toda su espina dorsal, sintiendo como si el pelirrojo pudiese atravesarlo con aquella mirada de hielo aguamarina. Pero aun así no dejo amedrentar, su sonrisa burlona no abandono su rostro y no perdió su compostura.

-Si lo es- replico con simpleza, sin apartar ni un segundo la mirada del corpulento hombre que tenia enfrente. Sin que nadie se diese cuenta, mucho menos el reo, la arena comenzó a descender lentamente de su calabaza y a avanzar en el suelo de la oscura habitación en dirección al arenero preso.

El hombre nuevamente escupió como respuesta hacia el frente, dejando bien claro que no hablaría. Y daba fe de aquello su magullado cuerpo, producto de la tortura a la que había estado siendo sometido desde que había sido capturado, sumando a eso la paliza que había recibido por parte del Hyuga días atrás.

-Es tu ultima oportunidad ¿Hablaras, o no? – el pelirrojo respiro profundamente, tratando de calmarse, pero aquel inmenso deseo de destrozarlo crecía en su interior con cada segundo transcurrido, con la imagen de aquel cerdo hiriendo a la florista, dañando su frágil cuerpo. Tenia unas ganas inmensas de hacerle pagar por ello y definitivamente no se quedaría con las ganas. Recibió una negativa por parte del dañado hombre, y eso basto para dar rienda suelta a parte de sus deseos.

Pronto la arena que había viajado silenciosamente cubrió el cuerpo del hombre hasta el cuello y comenzó a ejercer una ligera pero significativa presión en el magullado cuerpo del arenero.

Los ninjas presentes al instante se alarmaron, no habían visto la arena moverse por el lugar. En cambio Kankuro había sido el único que no se sorprendió, pues el si había podido darse cuenta del detalle desde que la arena comenzó a descender de la calabaza de Gaara.

-¡Gaara-sama! – le llamo uno de los ninjas pertenecientes a el escuadrón de interrogación, dando un paso al frente. Pero se vio detenido por Kankuro, quien extendió su brazo frente a el, obstaculizándolo.

-Déjalo – respondió fríamente el marionetista. Podía notar el estado de Gaara, y lo mejor seria no perturbarle mas. En el fondo se sentía algo culpable al no haber podido cerrar la boca, ya que le había informado a Gaara que ese había sido el ninja que daño a la florista. Y no podía equivocarse, ya que era el único que tenia las características que el Nara le había señalado.

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