Capitulo 2: Camino a Suna

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Tomo aire profundamente, pero ni eso le sirvió para alivianarse siquiera un poco. Maldito aire caliente.

Paso el dorso de su mano diestra por su frente, haciendo a un lado su flequillo y quitando un poco de la humedad que se había asentado ahí mismo. Maldito calor abrasador.

Puso su mano izquierda sobre su frente, a modo de visera, con el único propósito de poder proteger un poco sus gemas celestes y por fin poder ver un poco mas allá de puras dunas de arena o cualquier otra cosa, pero este intento fue en vano. Maldito Sol.

Deslizo su mano derecha por su larguísima coleta rubia platino, con los dedos encajados en ella. Al instante de esta cayeron unos hilillos de arena. Maldito, maldito, maldito ¡Maldito desierto!

Y si a eso le sumaba el ardor en su blanca y cremosa piel, además de la sensación horrible de sequedad en su garganta. ¡Agh! En momentos así realmente extrañaba a su amada villa. Konoha. Realmente estaba agradecida de vivir entre un hermoso ecosistema, entre naturaleza, extensa flora y demás; aunque el desierto también tenia su encanto como lugar natural… o eso quería pensar ella. Hmm ¿Habría un oasis, o algo por el estilo cerca? ¿O eso seria mucho pedir?. Realmente los calores de Konoha no eran nada comparados con los crueles días de sol de Suna.

-Es hora de seguir – hablo serio, dando la orden. El prodigio Hyuuga, a pesar de los calores tan fuertes, había logrado permanecer inmutable durante todo lo que llevaban del viaje, inclusive cuando dejaron los bosques para adentrarse en el cruel y extenso desierto. El era un claro ejemplo de ninja que se adapta a todas las condiciones climáticas, sin chistar y nada mas.

El primero en ponerse de pie fue el Aburame, sin decir nada, como era común en el. El tampoco parecía inmutarse por el calor del desierto. La rubia no podía hacer mas que envidiarlos ¿Cómo podían ser tan indiferentes a lo extremoso de las condiciones climáticas?

-Ahh… ¿no podemos descansar un momento mas? – se atrevió a preguntar, sin querer, ya que las palabras casi salieron solas desde sus rosados labios. Aquello debió ser un pensamiento que dejo salir incontinentemente.

-Un momento mas, yo e Ino somos los que mas sufrimos con este clima, se lo pido, Neji-san – expreso y apoyo el Akimichi. Empapado de pies a cabeza. No precisamente de agua… de sudor. ¿Seria la desventaja de ser gordito?.

Al escuchar ambas voces, el Hyuuga, que ya estaba dándoles la espalda, volteo solo un poco su cabeza para observar de reojo a los únicos que estaban sentados. Shino y Shikamaru ya estaban de pie y listos para emprender el camino.

-Si, Hyuuga… danos un momento mas – pidió lo mas cortes que pudo la Yamanaka, ahora segura de sus palabras.

-Ya eres un chunnin, no podemos seguir deteniéndonos a cada momento que se te rompa una uña o tengas un poco de calor. – ataco mordazmente el Hyuuga – Si seguimos deteniéndonos por ustedes a este paso nos llevara mas de lo previsto llegar.

El primer comentario en tono despectivo del Hyuuga no sorprendió a Ino, desde hacia alguno meses que ellos siempre… desarrollaban ese tipo de peleas verbales, cada que coincidían no podían evitar atacarse mutuamente, aquello ya era algo común entre ellos. Y al parecer el Hyuuga aprovechaba cada oportunidad que tenia para picarle con algo nuevo. Ya comenzaba a parecerle extraño a Ino que el no la hubiera ''atacado'' en lo que iba del viaje, pero mas bien habría sido por que ella no se había animado a dirigirle la palabra o hallado algo con que molestarle.

Lisianthus y CactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora