Me senté en una de las salas del aeropuerto y busqué en contactos a Diana.
Contestó al segundo bip.
- ¡Tess, lo siento, estoy aparcando!
Se escuchó un movimiento brusco.
- ¿¡Diana, estás bien!? - Pregunté preocupada.
- Sí, sí. Este estúpido coche es muy viejo.
Reí.
- Claro, no será que te dieron el carnet por pena.
- ¡Oye, eso ha sido un golpe bajo! - Fingió disgustarse. - Por cierto, menudas maletas, cariño.
¿Pero qué...?
- ¡BUUUU!
Unas pequeñas manos agarraron mi cintura repentinamente y solté un grito ahogado.
- ¡Pequeña hija de puta! - Grité rodeándole con los brazos. - No sabes como te he echado de menos. - Le susurré al oído y una lágrima se escapó de mi ojo derecho.
- ¡Dios, que guapa estás! - Dijo haciéndome dar una vuelta sobre mí misma. - ¡Y te querías teñir el pelo de rosa, estúpida! Morena estás mucho más guapa.
- ¿Y tú qué? ¿Te has mirado al espejo? ¡Estás preciosa! ¡Amo tu pelo rubio!
- ¿Perdona? ¡Mírate se te tienen que echar todos los putos tíos encima!
- Já. No necesito tíos para ser feliz. - Sonreí mostrando todos mis dientes.
- Cariño, estás en Nueva York, ¡la ciudad del amor! - Dijo dando saltitos emocionada.
- La ciudad del amor es París, nena. - Le dí una pequeña colleja a lo que ella gruñó. - Anda, vámonos de aquí, que nos están mirando todos.

ESTÁS LEYENDO
¿Con derecho a NO enamorarse?
Teen FictionTodos asocian el tener dinero con una vida feliz, pero las cosas no son así, o por lo menos no para Tess. Una apuesta hizo que dejara su ciudad, confundida por el amor y consumida por el despecho, decide volver. ¿El inconveniente? Tendrá que vivir c...