Capítulo 18

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13:47.

- Bueno cariño, yo me voy, que James estará a puntito. - Dijo nerviosa dando saltitos.

- ¿Seguro que te vas por eso? - Arqué una ceja. - Ahora que lo pienso vas demasiado... Bien vestida. - Sonreí pícaramente.

- ¡Oye, yo SIEMPRE voy bien vestida! - Miró la hora en su móvil. - ¡Hasta luego, te quiero! ¡Pásatelo bien en el italiano! - Gritó corriendo hacia la salida del apartamento.

[…]

Cogí las llaves del apartamento y me dirigí al ascensor.

- ¡Hola! - Exclamé al verle.

- Estás... - Se sonrojó. - Estás genial.

- Gracias. Tú también. - Llevaba una camisa salmón con unos jeans oscuros y unas Converse negras.

Me abrió la puerta del copiloto y se sentó junto a mí.

- ¿Está muy lejos? - Negó con la cabeza. - Como a dos manzanas.

[…]

- Mesa para dos, por favor. - Dijo con una sonrisa.

- Síganme. - Dijo la camarera con un tono amable.

Nos guió a una mesa del fijal del loca, cerca de una ventana.

- Gracias. - Dijimos con una sonrisa.

• Christopher

Entré en el piso y busqué a Tess, hasta que me acordé de que había quedado. Con James. A comer. Una cita. ¿Así cómo mierda iba a conseguir el reto?

Metí en el horno una pizza y me tumbé en el sofá encendiendo la tele. ¡No jodas! ¿De verdad esto seguía sin volumen? Entré en el cuarto de Tess, encendí su televisor y me tiré en su cama. Olía a ella. Me acerqué su almohada e inspiré su aroma, haciendo que millones de recuerdos invadieran mi mente.

* Flashback *

- Te odio. - Dijo con lágrimas en los ojos. - ¡Te odio! - Nunca le había visto tan enfadada, y tenía derecho a estarlo. - ¡No quiero volver a verte!

- ¡Tess, venga, ven por favor!¡Solo era una apuesta! - Grité riéndome.

* Fin del flashback *

Fui un estúpido, al principio, no me gustaba, pero luego empecé a cogerle cariño... Y bueno... No sé.

Sonó mi móvil.

- ¿Papá?

- Hola Chris, ¿qué tal?

- Bien... Bien. - Cada vez que llamaba era por algún motivo de interés, por tanto, ya sabía que quería algo.

- Verás, te llamaba porque la empresa va a celebrar una fiesta en un mes más o menos, con baile y esas cosas, y Tess y tú estáis invitados. Tenéis que venir con vuestra pareja correspondiente. Os alojaréis en el hotel Le Bristol en París.

- ¿¡París!?

- Efectivamente. Ya están sacado los billetes para dentro de tres semanas y media, cuatro habitaciones, una semana.

- Está bien. Luego aviso a Tess, papá. Un beso. - Dije colgando el móvil. Era lo que menos me apetecía, un baile. En Francia, en otro continente. Genial (nótese el sarcasmo).

• Tess

- Entonces... - Anotó lo último en su libreta. - Una lasaña, unos tortellini de carne, pan de ajo con queso, una Coca-cola light y una cerveza con.

Asentimos y la camarera se fue.

- Bueno... Hablame de ti. - Reí. - Que cursi ha sonado. - Me dí un ligero golpe en la frente y James rió.

- A ver... Tengo veintiún años, estudio criminología en la Universidad... Y... no sé.

- ¿Cuáles son tus aficiones? - Pregunté.

- El skate. - Dijo decidido. - ¿Sabes montar?

Negué.

- No tengo ni idea. - Reí. - ¿Me enseñarias?

- Claro, no es tan difícil. ¿Qué más quieres saber?

Me detuve a pensarlo.

- ¿De qué os conoceis Nate y tú?

- Del instituto. Cuando tenía doce años trasladaron a mi padre a Washington y cuando lo terminamos, Nate y yo nos vinimos a aquí para estudiar en esta Universidad. - Sonrió, y oh, Dios, qué sonrisa...

- Ajam... - Reí. - Yo conozco a Diana desde los tres años. Nuestros padres empezaron a hacer negocios juntos.

La misma camarera de antes se acercó a nosotros y fue poniendo los platos sobre la mesa.

[…]

- Sí, y entonces fue cuando me tiró el ponche encima para impresionar al chico que le gustaba. - No aguantamos más y estallamos en carcajadas. - Diana es así...

- Madre mía... Pues hará como... - Hizo una pausa. - seis años, Nate andaba detrás de una chica y a ella le gustábamos los dos y habíamos quedado una tarde los tres, entonces el muy cabrón me enerró en el cuarto del conserje para que no fuera a la cita. - Reimos.

- No me lo pued...

- No. - Me interrumpió. - Lo peor fue que se olvidó completamente de mí hasta el día siguiente, por lo que me quedé emcerrado una noche entera en un cuartucho que olía a mierda. - Ya me dolía la barriga de tanto reír.

Terminamos de comer entre más risas y anécdotas y nos fuimos a mi casa a ver una película.

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¿Con derecho a NO enamorarse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora