–¡Me niego rotundamente!–Graznó Gladio para todos en general, pasado un rato.
–¡Quiero haceros fotos!–Contraatacó Prompto, divertido a más no poder.
–¡Como lo hagas te reviento la cara!–Le lanzó una mirada furibunda, señalándole con un dedo acusador.
Estaban en una de las tiendas adyacentes a la capilla. En ella, todo estaba atestado de trajes para las parejas, siendo una tienda de alquiler de ropa. Realmente, aquel pueblo parecía alimentarse de las bodas y los beneficios que estas daban al sustento local.
Por una lado, vestidos de novia de todos los tamaños, por el otro, trajes para ellos, con diseños también bastante variopintos.
Ignis había elegido un traje elegante para la ocasión ayudado por Noctis; el estratega se cambiaba dentro de uno de los probadores. Por otro lado, Prompto ayudaba a Gladio con su indumentaria, lidiando a la par con su carácter.
¿El problema principal de todo aquello? Sí o sí cada uno debía vestir con el rol del traje, sin excepción. Blanco puro para la "novia" y negro para el novio. Y aunque ninguno de los dos fuera "puro" en el más sentido estricto de la palabra, decidieron entre Prompto, Noctis e Ignis, que Gladio vestiría con el vestido de novia... para que el consejero no se viera en la tesitura de mostrar todas las cicatrices que recorrían su cuerpo, mucho menos acostumbrado a estar de esa guisa que el mayor. No le gustaba enseñar, y menos delante de tanta gente, porque el espectáculo se había propagado y todo el pueblo iba a ver la ceremonia. Ya les parecía todo bastante morboso como para añadir más leña al fuego.
A Gladio le pareció bien con ese argumento, conociendo como conocía a su amigo. Hasta que vio que tenía que ponerse un vestido. Eso no le hizo tanta gracia.
–¿Pero te estas escuchando?
–Dijiste que lo harías.
–Ya ¡pero creí que sería traje y chaqueta BLANCO!
Prompto suspiró.
–Ignis estará al caer. Anda, ponte este que te entrará seguro y vamos a acabar ya con esto. ¿O quieres dilatarlo más? –Le chinchó, alzando una fina ceja.
Gladio puso cara de pocos amigos y le amenazó con el índice.
–Ni una sola foto.
–¡Lo juro!–Dijo el otro, solemne, alzando una mano en son de paz, pero ocultando la otra en la espalda y rompiendo la promesa a la misma que la realizaba, cruzando los dedos... Para eso estaban los amigos. ¿Cómo no iba a inmortalizar aquello?
Gladio se metió solo en el vestuario, airado. Se miró a sí mismo en el espejo de pie que sobrepasaba por su ancho tamaño, claramente pensado para que señoritas ilusionadas se miraran en el. Se quitó de unos cuantos empellones bruscos la ropa, irritado y molesto. Tomó el vestido, sintiéndolo suave y delicado al tacto, demasiado para su tosca piel, y pensó extrañamente que a Ignis le quedaría mejor. Negó con la cabeza ante aquel estúpido pensamiento, maldiciendo en un susurro ininteligible el hilo que había tomado su subconsciente, extrañamente traicionero y se empezó a poner el vestido como buenamente podía sin romperlo.
–¡Cómo te rías te mato! –Le soltó a Prompto antes de salir, descorriendo la cortina con un movimiento brusco. Al abrirla, Prompto y Noct, –habiendo salido este ya del otro vestuario– se le quedaron mirando, con cara de póquer estudiada para que no se les escapara una sola carcajada. Ignis estaba un poco más lejos, trajeado, con las gafas oscuras cubriéndole como de costumbre el rostro y unos guantes a conjunto para la ocasión para que no se vieran las cicatrices más de lo debido.
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Quédate junto a mí
Romance|COMPLETO| Luego de lo acontecido en Altissia, a Noctis solo le queda una cosa; seguir adelante, y para ello, necesitará el poder de las armas de sus antepasados. Encontrando una pista a la cual aferrarse como un clavo ardiendo, el grupo se adentra...