XVIII

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Tan solo faltaban dos días para la boda de Marta y todavía no le había dirigido la palabra a Toni. No sabía exactamente por qué, pero era incapaz de tolerarlo, lo trataba tan mal que temía que se fuera a ir. Aquella mañana debía ir a casa de los London a que la madre de Marta nos diera " la gran charla". Marta me había asegurado que Fran no iba a estar en casa, pero en esos momentos el único que me preocupaba era Víctor. No deseada por nada del mundo tener que encontrarme con él.

Llegue puntual a su casa y una criada me indicó que me estaban esperando en el cuarto de Marta. Había recorrido tantas veces aquellos pasillos que podría ir a su cuarto con los ojos cerrados, sin embargo intentaba no pestañear, mirando en todas direcciones y rezando para no encontrarme con el señor London. Llame a la puerta suavemente y fue la madre de Marta la que me recibió.

-Sira querida, estás preciosa. Hacía mucho que no te veíamos. Quiero que sepas que pase lo que pase siempre eres bien recibida aquí.

-Gracias-no puedo añadir nada más, solo podía pensar que cuando Marta se fuera de aquella casa el único motivo que tendría para visitarla sería Jorge, el pequeño de los London, y realmente no era motivo lo suficientemente fuerte como para moverme hasta allí.

-Bueno estarás tan nerviosa como Marta, pasa... ¿Deseas alguna de beber, un té o unas pastas?

-no muchísimas gracias.- Marta estaba sentada a los pies de la cama, parecía excesivamente nerviosa y era incapaz de mantenerse quieta.

-Mamá, ten compasión de mí, ya está Sira aquí ¡dinos ya algo!

-Está bien, veamos, esto es un tema delicado pero quiero que las dos lo sepáis antes de casaros. Cuando un hombre y una mujer se casa no únicamente se dan besos y duerme en la misma cama, sino que... Bueno entre ellos pasan cosas.

-Madre, no lo comprendo...-Dijo Marta poniendo una cara de pura inocencia.

-Bueno, ellos se juntan mucho y disfrutan el uno del otro y así después nacen los hijos. Y ya está.

-Pero madre yo....

-Y ya está, esto es todo.-Dijo levantándose y marchándose de la habitación.

Una vez su madre se hubo salido del cuarto, Marta se giró y comenzó a reírse.

-Qué te parece , ¿mi madre se habrá creído que no tenían idea de nada? Menos mal que soborne ayer a una criada para que me lo explicara, si no mi noche de bodas iba a ser horrible.

-¡Marta!-Dije sin salir de mi asombro-¡has hecho que tu madre pase un rato horrible a propósito!

-Bueno... ¡sí! - Las dos comenzamos a reírnos.

Después Marta me explicó todo lo que la criada le había dicho, y mi mente exploto. Aquello era demasiada información para alguien que quizás jamás se fuera a casa. Llegó un momento en el que le rogué a Marta que no me contara nada más.

-Tu Madre se habrá quedado corta, pero tú ya te estás pasando.

Marta y yo y íbamos cogidas del brazo de camino a la puerta cuando vi como Víctor se dirigía a nuestro encuentro, Todo mi cuerpo se tenso, preparado para atacar.

-Sira, que alegría verte- dijo tomando mi mano y besándola-¿qué tal van tus propiedades?

-Fenomenal señor, como ya sabe ahora me ayuda el Archiduque con todo...-Marta viendo lo incómoda que era aquella situación me empujo hacia la puerta para continuar nuestro camino.

-Lo siento mucho padre, pero si ella ya se iba-una vez nos alejamos Marta volvió hablar-qué ganas tengo de tener mi propia casa y no tener que verlo. Sira no sabes en que se ha convertido, estos últimos meses ese hombre no parece mi padre y cada vez domina más a Fran. Yo no sé qué hacer, temo por mi madre y por Jorge. Sé que no les haría nada malo, pero es tan brusco y a veces no controla su lengua.

-cuánto lo siento Marta, cuando te vayas puedes invitar a tu madre y a Jorge ha pasar algún tiempo con vosotros ¿no?.

-Si supongo... bueno -hijo volviendo A lucir una espléndida sonrisa-¡qué en dos días me caso!-Y así entre risas nos despedimos.

...

Cuando llegue a la casa me encontré con Toni. Me estaba esperando sentado en las escaleras de la puerta principal. La verdad es que eso era muy extraño. Nada más verme se levantó y me ofreció su brazo.

-¿Me concederías el placer de acompañarme a dar un paseo?-Yo asentí y cuando nos habíamos alejado un poco de la casa Toni se detuvo, se colocó enfrente de mi y comenzó a hablar- Sira yo no puedo seguir así, no quiero irme y dejarte aquí sola, pero si es lo que tú deseas solo tienes que decírmelo.

-Toni yo... Yo siento mucho como te he tratado, estaba muy enfadada y tú eras la única persona que tenía cerca, así que me enfadé contigo. Perdóname-era incapaz de mirarle la cara estaba tan avergonzada que ni mi orgullo podía ocultarlo.

- No hay nada que perdonar-dijo poniendo una de sus manos en mi mejilla y acercándose a besar mi frente.

-Eso es lo que hacía mi padre- dije en un susurro- Gracias, no podía haber encontrado un amigo mejor- apoyé mi cabeza en su hombro y permanecimos ahí abrazados contemplando el campo.

-¿Sabes qué? -dijo Toni- nunca pensé que me gustaría hacer cosas de ancianos siendo tan joven y teniendo este cuerpo - dijo en tono burlón- pero contigo todo es agradable.

-Sí, la verdad es que parecemos dos viejecitos ¿Qué te parece si salimos a montar un rato?

Aquella tarde fue maravillosa, Toni y yo cabalgamos hasta que los caballos necesitaron descansar. Pero mientras ellos reposaban nosotros no dejamos de correr y reír entre los árboles como si fuéramos dos niños pequeños.

- Hacia años que no me lo pasaba tan bien- dijo Toni mientras volvíamos a casa.

- Viniendo de alguien con una vida tan "interesante" como la tuya... es un gran alago.

- Créeme cuando te digo que mi vida no es nada interesante.- dijo Toni endureciendo su rostro- La gente solo se acerca a mí por mi título, tanto los hombres como las mujeres. Estoy arto de no poder confiar en nadie más que en mi madre...

-Bueno, pues ahora ya puedes confiar en mí, porque la verdad es que con dos títulos estoy bien servida - me encantó que mi comentaría dibujara una sonrisa en su bello rostro. Realmente aquel hombre era muy muy apuesto.

-¿ Por qué me miras así ?- parecía extrañado por la expresión de mi cara.

-Por nada- dije apartando la mirada rápidamente, pero de repente algo cambió en mí y decidí jugar a su juego- Ya sabes que eres irresistible... - su cara de sorpresa fue tal que no pude evitar reírme.

-¡Duquesa! No esperaba este comportamiento tan descarado de usted - bromeó- me encanta cuando te relajas y te permites ser tú misma.

Volvimos a casa entre bromas disfrutando de nuestra mutua compañía.

La DuquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora