Capítulo 8

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Llegué a casa y me lavé las manos para comer. Cuando me senté con mi plato de comida mi mamá se sentó en frente mío.

–No vuelvas a la casa de Dylan más nunca... por suerte se van de la ciudad, Dios. Es impresionante.
–Bueno ma, solo la embarazó y listo, le puede pasar a cualquiera. –dije mientras seguía comiendo mi pasta.

Mi mamá me miró a los ojos con la boca abierta y luego me tomó de la mano, tuve un flashback de cuando Dylan me tomó la mano a mí y me alejé.

–Ma no me toques, ¿qué pasa?
–¿Quién te lo contó? –me preguntó.
–Él, relájate... Igual no entiendo cuál era la necesidad de irse de la ciudad...
–Hija, ¿qué te contó?
–¿Sabes quién era la chica? Porque a mi no me dijo.
–Hija...

Me asusté y dejé de comer. Estaba pensando en lo peor, Natalia, Sandra...

–Su hermana. –dijo por lo bajo, interrumpiendo todos mis pensamientos.

Me levanté de la mesa y me fui corriendo al baño, abrí la puerta y mi hermano estaba llorando adentro, yo también.

Estaba llorando muy fuertemente y no podía casi ni respirar. Yo me quede paralizada viéndolo. Hace mucho no lo veía así.

Más que sorprendida estaba aterrada, Dylan embarazó a su hermana, Matías estaba llorando en el baño, Pablo y Sandra mataron al perro de Nicolas... es demasiado para asimilar.

Miré la mano de Matías y tenía cocaína, supongo.

Ya no eran porros, era algo mucho más fuerte. Ver ese polvo blanco me recordó  a mi papá. Dios, mientras nosotros estamos acá ¿quién sabe lo que estará haciendo él en su trabajo?

Me acerqué a Matías y le saqué la bolsita de cocaína, luego limpié el mármol del baño y tiré toda la evidencia.

Lo miré nuevamente y seguía llorando, mirando para abajo. Lo abracé pero se alejó y apartó su brazo. Lo vi y tenía una mordida de perro.

Me alejé mirándolo fijamente a los ojos.

–Fuiste vos...
–Eli... –dijo llorando.
–¿Cómo pudiste?
–Estaba drogado Eli, y estaba enojado porque pensé que Nicolas me las había robado, me faltaba la mitad.
–Y no se te ocurrió nada mejor que matar a su perro. Apuñalándolo.
–Estaba drog...
–Me imaginaria a cualquier persona, –lo interrumpí –hasta a mamá, pero ¿vos? ¿vos Matías? te fuiste a la mierda. Dios. Necesitas ayuda médica. –salí de mi casa, ni siquiera terminé de comer pero las náuseas me pueden.

No le voy a contar a nadie, cuando Matías se relaje hablaré sobre esto más tranquila. Pero de alguna forma tiene que aceptar que lo hizo, y lo va a tener que decir.

Necesitaba disculparme con Pablo y Sandra aunque directamente no les hice nada, así que fui a su casa y toqué el timbre. Su mamá Loren salió y me dijo que no volvieron de clase. Estaba tan distraída en el camino devuelta que no note que faltaban en el micro.

Igualmente estuvieron raros y cuando los vea les preguntaré por qué.

Cuando estaba llegando a mi casa los vi caminando hacia su casa. Así que corrí para hablarles. Estaban muy felices otra vez.

–Al fin los veo sonriendo eu –les dije. –Hoy estuvieron muy raros.
–¿En serio? no sé, estuvimos hablando sobre lo de ayer. –dijo Pablo sonriendo y mirándome a los ojos.
–¿Dónde estaban?
–Nos quedamos hablando con la profesora y perdimos el micro. –dijo Sandra.
–Bueno, hoy yo también estuve rara con ustedes porque pensé que habían matado al perro de Nicolas. –preferí decirlo directamente.

Los dos se quedaron quietos y en silencio, sus sonrisas se fueron rápidamente de sus caras.

–Si, ayer alguien mató a su perro. –repetí.

Sandra se puso a llorar muy fuerte, como dije antes, ella le tenía muchísimo afecto. Yo la abracé, y por primera vez me sentí demasiado culpable y me tuve que alejar. Sin decir ni una palabra fui a casa y mi mamá estaba por salir.

–¿Adónde vas? –le pregunté.
–Voy a salir con Loren, a Los Extremos. Nos vemos. –me dio un beso en la frente y se fue.

Subí las escaleras y en silencio entré a mi cuarto para que Matías no me oyera. Al abrir la puerta él estaba dentro. Suspiré y le dije que saliera.

–Eli...
–Sal ya.
–Es sobre papá.
–Mentira.
–Es en serio... –suspiró –bueno, más o menos.
–¿Qué pasa?
–Cuando tiraste mis drogas y te fuiste fui a la oficina de papá para buscar más.
–¿Cómo que buscar más? –dije cerrando la puerta.
–Papá me dijo que sabías.
–¿Saber qué?
–Que es traficante.
–Dios...
–¿No sabías? –me insistió.
–Si pero, no lo había asimilado. Matías, ya hablamos sobre las drogas.
–Fui a su oficina y no tenía más, pero tenía unos papeles en los que decía que trabajaba con Gillermo Pivarić. El papá de Nicolas Pivarić.
–¿Él también?
–Unas cartas decían que tenían 10.000 dólares en efectivo a causa de esto.
–Matías...
–A lo que voy es que, cuando revisen las cámaras y vean que fui yo no harán nada. Porque trabajan juntos. Más bien...
–Seguro ya las vieron. –agregué.
–Claro. Pero no quiero que Nicolas se entere.
–No creo que le digan.
–Eli, no le digas a nadie. Ni siquiera a Natalia cuando aparezca.

Dios, Natalia.

–Tranquilo Matías, pero esta es la última vez que hablo con vos. –me levanté y abrí la puerta, él me miró fijamente y salió. Cerré con llave para que no entre y me siga hablando. Realmente estoy muy enojada. Con él y con papá. Ugh, literalmente quiero irme a la mierda, como hizo Natalia...

Me asomé por la ventana y recordé cuando Sergio tiro la piedra y la rompió, no sé qué fuerza tiene pero para romper una ventana hay que echarle bolas.

Miré las casas, estaban todas decoradas de halloween, al parecer ya mi mamá había terminado con nuestro jardín. Dentro de poco tendré que conseguirme un disfraz.

Me sorprende que a pesar de todo lo que pasa a mi alrededor me siga importando halloween tanto como cuando era pequeña...

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