-XVIII- Trabajo En Parejas: Parte 1

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Equipo: MidoJirou

Eran casi las ocho de la noche y cierta chica emo caminaba felizmente por las semi solitarias calles de un vecindario muy tranquilo. En este se podía ver a las personas circular muy de noche y sin ninguna preocupación.

Al parecer era un barrio tranquilo.

Jirou levantó la vista y observó a varias parejas pasar cerca de ella. Eso sin duda alguna le daba que pensar a la chica de cabello corto. Sentía últimamente un extraño sentimiento en su interior cómo si estuviera incompleta cuándo no estaba alguien cerca de su persona.

—Me preguntó por qué será... —Se dijo en voz baja.

Continuó caminando a su destino aún con ese extraño malestar en su interior.  Había llegado a un lugar lleno de apartamentos en donde seguramente vivían muchas familias y su próximo compañero de estudio.

—A ver, ¿Dónde vive Midoriya? —Se preguntó.

Nunca antes había venido a visitar al chico de cabello alborotado. Pues nunca antes había tenido la intención o necesidad de hacerlo, era cierto que eran amigos pero no eran tan cercanos.

Ella sabía obviamente que él se llevaba más con Iida, Uraraka, Todoroki, Tsuyu y Bakugou al igual cómo ella se llevaba más con Mina, Yaoyorozu y Kaminari pero al final todos eran muy buenos amigos.

—Aaaahhh, Kaminari... —Dijo el nombre del rubio después de dar un suspiro muy enamorado.

Aún estaba asombrada por la acción tan heroica del rubio. Sin duda alguna la había salvado de una muy grande.

—Jajajaja... —No pudo evitar taparse la boca por el ataque de risa que le acababa de dar. Seguramente había recordado algo gracioso. —No puedo evitar reír por la reacción tan graciosa del viejo ese... —Rió por lo bajo.

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—¿¡Quéeeeeeeeeeeeee!? —Gritó asombrado el padre de Kyouka. —¿¡Cómo reuniste tanto dinero en tan poco tiempo!? —Le preguntó a su hija con el mismo tono.

Sus ojos estaban exageramente abiertos observando sin poder creer la cantidad enorme de dinero en sus manos.

—Ese no es asunto tuyo —respondió de forma dura la chica emo. Se cruzó de brazos y le dio la espalda al viejo.

En verdad estaba un poco resentida por lo que le había hecho pasar. Si no hubiera sido tan duro con ella, pues ahora estarían en buenos términos y no cómo están ahora.

En muy malos términos.

—¡Kyouka no seas grosera! —Le gritó este.

Esta soltó una leve risa burlona. A veces le daba gracia el viejo.

—No me digas que hacer —lo retó ella.

El hombre rubio apretó los dientes con fuerza. Observó los treinta mil dólares que tenía en sus manos y que su hija felizmente sacó de su bolso y se los entrego con mucha insolencia.

Así es, se los estrelló en el pecho y le dijo:

—¡Aquí tienes tu dinero anciano!

No podía estar más impactado. Una por que su hija se había vuelto muy grosera con él y su esposa, aunque antes ya mostraba señales de rebeldía, ahora era mucho más intolerante con ellos y la otra razón es que no podía creer que Kyouka haya reunido muchísimo dinero en tan poco tiempo.

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