Capítulo 9 | Deseos dichos |

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*Editado 23/10/2018

*Editado 23/10/2018

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Con mucha preocupación y pesar intentaron comer mientras de soslayo observaban a la bella muchacha envuelta en tristeza y humillación. Lyarra apenas pinchaba su comida con el tenedor y apenas levantaba la vista del plato que prácticamente había sido llenado con nada de comida. Solo respondía cuando le hablaban directamente a ella y de vez en cuando sonreía al ver como Sansa conversaba animadamente con Edric.

Robb estaba feliz, el corazón de la asquerosa mujer se estaba destruyendo de a poco y eso lo ponía muy contento. Ni ella ni nadie lo iba a alejar de su verdadero y único amor, Alys lo era todo para él y seguro que algún día se convertiría en la señora de Invernalia y juntos gobernarían toda esa extensión de tierras al Norte de Poniente. Sin embargo mientras pensaba en Alys y en lo bien que se sentía su cuerpo rozándose con el de ella, pensó en lo que había dicho minutos antes. ¿Podría llegar hasta el punto de ofrecerla de esa forma? Tan solo de imaginar a otro tomando su cuerpo de la manera más brutal que una violación lo permitía se estremeció por completo. No, eso no, esa odiosa mujer tenía la culpa de su desdicha pero no podía siquiera imaginarla bajo la brutalidad de otro.

Lyarra estuvo tan absorta dentro de su nube gris que no fue capaz de percatarse de toda esa pequeña lucha entre su prometido y su amigo, mucho menos podía adivinar las batallas que se libraban en las mentes de los tres varones. Los demás presentes tampoco pudieron darse cuenta ya que estaban sumidos en sus propias conversaciones, escuchando más que nada a Lady Catelyn hablar sobre ciertas cosas que había visto en el mercado de Invernalia.

—Se ve maravillosa esta noche Lady Sansa —alagó Edric a su prometida mirándola con calidez y sosteniendo una de sus manos por sobre la mesa—. ¿Hizo algo con su cabello? —inquirió.

Ese pequeño acto llamó la atención de la gran mayoría de presentes, Lady Catelyn dio saltitos de alegría en su interior y Lady Sansa de pronto olvidó como se respiraba. Edric siempre era tan complaciente con ella y muy bueno, por lo demás era demostrativo con su afecto y eso le encantaba.

—Solo es un peinado nuevo mi señor —contestó cohibido e intentando soñar normal y no como una chiquilla estúpida, ya era mayor y ese sería su esposo, pero le costaba controlarse, además sus mejillas sonrosadas ya la habían delatado.

El rubor de las mejillas de Sansa siempre lograba cautivar a Edric, lo hacía sentirse muy complacido y capaz de lograr cualquier cosa que quisiera con ella—. Llámeme Edric por favor, pronto seremos esposos —le pidió llevando la suave y blanca mano de su prometida hasta sus labios para depositar un suave y demorado beso en el dorso de ella.

Lady Sansa nuevamente olvidó respirar y solo pudo mirarlo ruborizada pero muy feliz, cuando se compuso un mínimo delicadamente asintió a su petición y sonrió.

Esa pequeña escena significó un sinfín de alegrías para Lyarra, que a pesar de haber sido totalmente humillada y haber tenido que recoger su pisoteada dignidad trocito a trocito del piso, eso que acababa de escuchar había sido demasiado hermoso como para no contentarse con la vida. Su adorado hermano sonreía tanto y se veía tan bien al lado de Lady Sansa, cómo ella lo miraba era poesía misma, y por eso debía estar feliz.

Yellow Light |GoT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora