Al final ella acabó llorando. Yo había soltado su mano mucho antes de que ella soltara la mía. Olvidé que debía extrañarla. Cuando quisimos recuperar nuestra historia, la historia ya se había terminado.
Ya no había besos ni abrazos prolongados, solo lamento y resignación. Envuelta en llanto, me acusó de haberle destruido la vida; ella era un mar de preguntas sin respuestas y yo solo me quería marchar.
Yo creí estar bien, pero no fue hasta meses después cuando me vino todo el dolor de golpe. Mis recuerdos se convirtieron en ataques feroces de madrugada. Mis conversaciones tenían su nombre, las canciones solo me dirigían a ella y cada vez que tomaba, cometía el error de llamarla para mencionarle todavía lo nuestro.
Al día siguiente, cargaba la resaca de mi culpa, tenía recuerdos borrosos de lo que había hecho y terminaba avergonzado. Esa situación se repetiría varias veces, ni yo mismo entendía por qué lo hacía.
De aquellos días, quedaron estos poemas. Varios fueron escritos en un estado casi inconsciente, alcoholizado, evocando mis errores, sus perdones y una culpa que me introdujo a una soledad que yo mismo me autogeneré.
Dentro de mi desesperación, recurrir a las drogas fue una opción para poder alcanzar el sueño. Me juntaba con mis amigos y armábamos un porrito de marihuana para sentirme mejor, un poquito más relajado. Solo así podía llegar a mi cama adormecido y caer de un descanso profundo.
Los domingos por la tarde era otro tipo de sufrimiento. Trabajaba por la mañana y por las tardes me arrastraba por las calles tarareando canciones que alguna vez escuchamos juntos.
Con el tiempo y pese a los errores, en el fondo entendí que, aunque intente olvidarla, evitarla y no pensar en ella, su recuerdo probablemente permanezca en mí por los años compartidos y el amor que nos tuvimos, por la historia que compartimos, porque, más allá del final, en algún momento nuestras vidas fueron en un mismo sentido. Por eso decidí convertir su ausencia en poesía y escribir para nosotros; por lo que alguna vez fuimos y seguramente ya no volvamos a ser.
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Y si algún día te acuerdas de mí...
ChickLitEscribía para ella, para que me recordara cuando yo no estuviera. Sabía que un día se acabaría, lo que no sabía es que no estaría preparado para ese momento.