Tu recuerdo me persigue

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Revisando entre tus escritos
encontré un "no me veo sin ti".
Al parecer, lo escribiste
alguna noche lejana, olvidada.
Cuando todavía el puente del amor
unía nuestros abismos.

Lo escribiste mientras pensabas en mí, en nosotros.
Lo escribiste en una carta,
en una de esas cartas que meses más tarde dejarías de escribir. 

Quién diría que nos separaríamos,
que terminaríamos sin hablarnos,
sin saber de nosotros.
Lejos.
Lejos como dos desconocidos.
Ya no conversamos al final del día
ni encontramos mensajes nuestros al iniciar la mañana. 

Alguna vez pensé que,
si no era a tu lado, no podría.
Pero ya ves, aquí estoy, una vez más.
El vacío que nos dejamos
es el mismo que ahora me hace escribirte. 

Tu recuerdo se ha pronunciado,
me ha arrastrado en silencio
en este laberinto frío que es tu ausencia
y te escribo sin saber por qué.

Cada paso que doy me lleva a ti,
como las oscuras madrugadas cuando me vence el alcohol y tu imagen aparece perpetua,
persiguiendo mi sombra,
aferrándose a mí,
pronunciando tu nombre.

Todos los caminos tienen el mismo destino: tú. 

Al despertar,
cargo la resaca de mil culpas.
Comienza el flagelo al oír los mensajes enviados,
las canciones dedicadas,
y las frases incoherentes alegando que aún eres mía.

No puedo conmigo
ni puedo contigo.
No sé qué hacer.
Quizá es el llanto,
tal vez es decepción,
de repente solo es lamento.

Alejarme implicaba ese riesgo.
Ya es tarde para extrañarte,
pero no lo suficiente para pensar en ti, amor,
con la misma culpa que hace algunos años cuando decidí perderte. 

Las horas corren y parecen condenar nuestro pasado.
Partiste una tarde de julio
sin intenciones de volver,
entre llanto, incertidumbre y dolor.

Te venció la desilusión y decidiste ponerle fin a tus miedos,
a tus dudas.
Mis inseguridades.
Tus reclamos.
La infidelidad te despojó del vendaje
y sufriste más de lo que yo sufriría meses después. 

"No te odio", me dijiste tiempo más tarde
superando mi error.
Me abrazaste entonces
y entendí lo que realmente perdí
con tu partida.

Son los años y el peso de la culpa que me empuja
a un vacío sin fondo,
oscuro,
bebiendo a solas,
intentando entender por qué no estás a mi lado;
preguntándome si volveré a sentir tu cuerpo en mi cama
o si veremos juntos otra vez el amanecer.

Y si algún día te acuerdas de mí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora