Guantes, un libro y algo más

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Capítulo II

̶ ¡Ivi ven aquí! ̶ mi madre gritaba desde algún lugar ̶ ¡Aquí abajo hay un subterráneo! ̶ dijo ella antes de que pudiera protestar.

Bajé corriendo y cuando llegué al último escalón me dí cuenta de que no tenía idea de por donde se bajaba al subterráneo.

̶ ¡¿Dónde estás?! ̶ grité a todo pulmón.

̶ Aquí abajo ̶ contestó mi madre saliendo desde debajo de la escalera, haciéndome saltar levemente por el susto.

̶ Casi me matas ̶ exageré.

̶ Oh, vamos. Ven a ver esto ̶ dijo desapareciendo otra vez.

̶ Me parece muy extraño que no nos hayan dicho nada sobre un subterráneo ̶ ̶ comenté mientras terminaba de bajar la escalera y me introducía bajo la escalera ̶ . ¿Mamá? ̶ llamé ̶ . Esto está oscuro como boca de lobo, ¿por dónde se baja?

̶ Sigue la luz ̶ me contestó.

Miré la pequeña habitación, pero no veía ninguna luz. Me adentré un poco más y vi un pequeño destello amarillo. Lo seguí y casi caigo. Había un vacío allí donde había apoyado mi pie. Toqué con mi pie y descubrí un escalón. Con cuidado, bajé y llegué hasta una gran pieza de cemento, que al parecer se mantenía en pie gracias a unas vigas que se encontraban puestas en puntos estratégicos dentro de ella.

̶ Es inmenso ̶ dije.

̶ Así es ̶ dijo mi madre moviendo afirmativamente la cabeza ̶ . Bueno, como todo en esta casa ¿no?

̶ Ajá ̶ dije observando todo con la boca abierta al parecer...

̶ Van a entrarte moscas ̶ comentó mi madre riendo. Estaba realmente feliz, con los ojos brillantes, mirando todo a su alrededor, como si esperase que saliera un arcoiris de alguna parte.

Caminé hasta ella y le toqué el hombro.

̶ ¿Y?, ¿ya encontraste algo interesante?

̶ Aún no. Acompáñame. Vamos a ver si encontramos algo que valga la pena.

Estuvimos revolviendo, ordenando y botando cosas durante horas. Al parecer la pareja ya no podía bajar allí o simplemente decidieron dejar sus cosas tiradas, porque estaba lleno de cajas y ropa, y ropa en cajas. Nada había llamado mi atención salvo un par de guantes largos, un poco sucios, pero nada que una buena lavada no pudiera arreglar y un libro antiguo, a punto de deshacerse debido a la humedad. Ya estaba cansada y con ganas de darme una buena ducha, cuando vi algo brillante sepultado bajo un montón de sombreros. Me acerqué y me disponía a sacar un sombrero que obstruía mi visión, cuando mi madre me dijo que subiría, sobresaltándome y haciendo que golpeara la caja con el pie y desordenara todo. Había perdido el objeto brillante de vista y estaba realmente cansada como para buscarlo, así que moví la caja con el pie y la dejé al lado de una viga, para no olvidar donde estaba y así poder buscar el objeto luego.

Eran pasadas las seis de la tarde cuando salí del subterráneo, por lo que calculé, habíamos estado aproximadamente cuatro horas allí abajo sin comer. Y yo como mucho. Estaba muerta de hambre, olía a diablos y estaba un poco cegada por el sol luego de haber pasado tanto tiempo allá abajo, por lo que mis prioridades en ese momento eran ducharme y comer.

Subí a mi habitación y me di una larga ducha con agua caliente. Luego bajé y me preparé un sandwich en la cocina. Sobre la mesa había una nota:

Fui a comprar un poco de comida, estoy en el supermercado a dos cuadras de la casa, por si necesitas algo. Mamá

Cuando terminé de comerme mi sandwich, todo el cansancio acumulado “vino a mi” y decidí leer un poco. Volví a mi habitación y tomé el viejo libro que había encontrado. Bajé nuevamente y me recosté en el sillón, que era lo único (además de las sillas), que había para sentarse. Al instante me dió sueño y dejé el libro en el suelo para dormir.

<<Búscalo>> <<Vamos ivi>> <<Búscalo>> <<Busca el collar>> <<Tu sabes donde está>> <<Búscalo>> <<¡Ahora!>>

Me desperté sobresaltada y me levanté del sillón un poco mareada. Fui a la cocina, pero no había bolsas y la nota seguía ahí. Mi madre no había vuelto. Tomé un lápiz y por el dorso de su nota escribí una por si volvía: Estoy en el subterráneo buscando algo. No demoraré.

Bajé rápidamente y fui directo a donde estaba la caja de los sombreros, la volteé y revolví los sombreros hasta dar con el objeto brillante que había llamado mi atención la vez anterior. No podía verlo bien, pero era un collar, de eso estaba segura.

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