En el interior no habían palabras, sólo una fotografía a todo color.

533 105 30
                                    

Julio 12.

"Estuve en el lugar donde nos citamos y tú nunca apareciste. No dejaste ni llamadas ni mensajes explicando el porqué. Yo habría entendido si me hubieses advertido, pero no lo hiciste. «¿Por qué?»
Es algo que me gustaría poder responder."








Julio 13.

"Te llamé mil veces al móvil y cada una de ellas me respondió el buzón de voz. Hubiese aceptado cualquier cosa con tal de que fueras tu voz la que hubiese contestado del otro lado de la línea.
«En este momento no puedo hablar. Llámame en dos horas.»
Hubiese bastado para calmarme. Pero tú no querías eso, ¿verdad?"






Julio 14.

"Te he ido a buscar a tu apartamento en Yogsan-gu. Estoy seguro de que era el piso 300 pero nadie ha respondido a la puerta. Llamé tres veces.
Toc, toc, toc...
Y nada. Está bien. Puede que me haya equivocado de número. Aunque no lo creo."







Julio 28

"Ya pasaron dos semanas y no he sabido nada de ti. ¿Podrías regresarme al menos una de las llamadas que te he hecho? En verdad necesito hablar contigo.
Mis amigos me han llegado con rumores de que te vieron abordando un avión de la mano de otro chico pero sé que no fue así, tú no me dejarías de esta manera. Yo lo sé. No lo harías porque me amas, ¿cierto?"





Julio 31

"Sigo sin obtener respuesta y estoy desesperado. Por favor, llámame. No he podido dormir estos últimos días.
Me he peleado con dos de mis mejores amigos porque continuaban diciendo cosas de ti. Ellos solo quieren arruinarnos, sé que lo hacen porque están celosos de nosotros. Yo confío en ti y sé que llamarás, ¿no es así?"






Agosto 8.

"Ha pasado casi un mes y sigo sin tener noticias de ti. ¿Dónde diablos estás? ¿Por qué aún no me has llamado?
Mis amigos siguen insistiendo en que me dejaste ya, que no pierda el tiempo esperando una respuesta porque nunca va a llegar. Estoy intentando ser fuerte, te lo juro. Intento mantenerme firme por los dos pero me está costando mucho. Sé que probablemente estés muy ocupado en el estudio y por eso no te pido mucho tiempo. Solo una llamada, por favor."





















Agosto 15.

¡Por favor, llama!
Hoy he ido a to apartamento de nuevo,  igual que en el último mes, para dejar otra carta. ¿Cuántas van ya?
He tocado tres veces a la puerta durante varios minutos y nadie ha salido a recibirme. ¿Por qué no puedes solo abrir y mirarme a los ojos? Sabía que estabas dentro. Te escuché hablar. Y sé que lees mis cartas porque abro la sombra de tus pies cuando se detiene frente a la puerta.
Solo necesito una llamada y todo estará bien. Igual que antes..."



















Agosto 30.

Hoy no he venido a pedirte que me llames o qué respondas al móvil. Ya no es necesario. Te he visto yo mismo.
¿Así es como querías que todo terminara? ¿En serio tenías un amante? ¿Le preferías más a él que por eso me botaste cuál basura estos últimos dos meses y medio.
Sí. Llevo la cuenta, mi amor. Y no, no me lo ha contado nadie. Yo mismo los vi en el aeropuerto. ¿Adónde se iban o es que tú volvías?"






















Septiembre 10.

¡Sólo bastaba con hablarlo! ¡Yo sé que teníamos solución! ¡Yo lo sé! Y bueno, sí tal vez no, ¡Yo te habría entendido! ¡Habría aceptado que te fueras de mi lado porque te habías enamorado de alguien más! Pero no lo hiciste. No me hablaste. Olvidaste que yo existía y que tenías algo conmigo. Olvidaste que me habías entregado un puto anillo de compromiso. Y estoy muy seguro de que tu nuevo novio no tiene ni idea de quién soy yo y de a qué te gusta jugar, ¿cierto?
Pues vale, sujétate fuerte de él y ojalá no te suelte, porque te juro que yo no voy a tenerte piedad de ti una vez más.
¡Te voy a arrastrar al infierno conmigo, Seokjin!"








   Se me heló la sangre al terminar esa carta. No podía moverme. Tenía el cuerpo rígido y, por la escalada, una brisa gélida me acariciaba. Sentí miedo. Pero un miedo peor al que hubiese podido sentir antes, un miedo diferente. Como si no fuese mío ese sentimiento. Sentí miedo y después fue convirtiéndose en rabia. Un sentimiento de odio puro se había regado en mi cuerpo y ahora me hacía apretar las manos en torno al papel y aplastarlo. Los nudillos se me pusieron blancos. Luego empecé a llorar.

   Sin esperar, tome la siguiente carta: "Septiembre 11". Pero después de abrirla para seguir leyendo, me di cuenta de que en ésta ya no venia nada. No habían palabras, sólo una hoja en blanco. Tenía algunas manchas oscuras encima y ninguna palabra. Fruncí las cejas, llorando cada vez más.

   Aventé la hoja, furioso, y cogí la siguiente. Estaba también en blanco. Y la siguiente, también. Y todas y cada una de esas malditas cartas estaban en blanco, hasta que llegué a la fecha de hoy: "Octubre 27". Esa, a diferencia de todas las demás, se sentía pesada. La palpé bien antes de abrirla. Sentí la necesidad de grabarme bien adentro en la memoria el tacto, el peso y el color de esa carta. Mientras, en mi pecho, el odio y la rabia iban incrementando. Y sentí que algo se rompió y murió en mí una vez que abrí aquel sobre blanco con mi nombre inscrito en él. En el interior no habían palabras, sólo una fotografía a todo color.

En ese momento no supe cuál fue exactamente mi reacción. No sé lo que hice, no recuerdo haber dicho algo. Pero terminé jalando una silla y buscando una cuerda. El odio se había disipado mágicamente como humo bajo la lluvia. En cambio, en el pecho llevaba ahora un dolor profundo. Podía sentir que alguien estaba abriéndolo para sacarme el corazón sin usar anestesia. Sentía una soledad inmensa que jamás en mi vida había sentido. Me eché a llorar de nuevo mientras me subía a la silla para amarrar la cuerda a una de las vigas del departamento. No podía ver bien a causa del agua y mis manos parecían saber lo que hacían, sin embargo.

En ese momento llamaron a la puerta tres veces.

Toc... Toc... Toc...

Toc, toc, toc.                                »jinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora