—¿Y te ha dicho qué, Park?
—Que hoy es el día. Está decidido en leer las cartas una por una y quería que lo acompañara.
—Pero no fuiste y, en cambio, estás contándomelo todo por llamada, ¿no es así?
—Sí. Pero no he ido porque, bueno...
—¿Por qué qué, Park?
—Me ha llegado un mensaje de lo más cagado al móvil. Al abrirlo, una sensación extraña me ha invadido el cuerpo. Sé que era de él, Seokjin.
—¿Qué decía el mensaje?
—"Ni se te ocurra, Park Jimin".
Me quedé en silencio unos segundos analizando lo que Jimin acababa de confesarme. Golpes, cartas, insomnio, Jeongguk, un mensaje. Y aunque él no solía enviar mensajes, lo había hecho advirtiéndole a Park. Apreté las manos en torno al volante haciéndolas ponerse blancas. Parecían de muerto. «Vaya casualidad». Me detuve en un semáforo cuando Jimin habló de nuevo.
—Sólo dime que vas para allá, por favor.
—Voy —le dije. La luz del semáforo cambió a verde y arranqué el vehículo. Las llantas quemaron el asfalto y supuse que Park lo habría escuchado del otro lado—. Aunque no tengo muchas esperanzas. ¿Haz visto el reloj? Ya casi es hora y yo no estoy muy cerca todavía.
—Seokjin, por Dios. ¡Tienes que hacer algo! ¡Esto no puede estar sucediendo de nuevo!
—Claro que puede. ¿Te olvidaste de lo que decía la última carta ya? ¡Esta es su jodida venganza! —grité golpeando el volante. Aquello me costó un movimiento brusco y un buen susto. Casi chocaba contra un camión de carga—. Jimin, escucha, no sé lo que voy a encontrarme detrás de esa puerta cuando llegue pero, de ser así, tendrás que tener las cosas ya listas, ¿me entiendes? —le escuchaba moquear de a ratos. Ya había comenzado a llorar—. Park...
—Yo les quería, Seokjin. Eran mis mejores amigos, ¿por qué es que esto pasó en primer lugar? ¡Ah! ¡Claro! ¡Fue por tu maldita culpa, Hijo de puta!
—Ambos sabemos que no fue mi culpa, Park. Lo sé y lo sabes muy bien —su respiración se agitaba cada vez más en la línea. Y mientras más rápido respiraba, más mierdas me decía. De pronto, mis ojos comenzaron a aguarse, mis manos empezaron a sudar y yo ya no pude más. Exploté.
—¡Por supuesto que fue tu culpa! ¡Traidor! ¡Falso! ¡Lo engañaste! ¡Lo dejaste! ¡Hoseok y yo se lo advertimos! ¡Hasta tu puto primo le dijo que te olvidara! ¡Pero no! ¡Él tenía que amarte tanto y tú...!
—¡Que yo le amaba, carajo! —Jimin se calló al instante. La línea de sumió en un silencio lúgubre y el auto se llenó de mis lamentos—. Que yo le amaba, Jimin. Le amaba más que a nadie. Sí estaba dispuesto a casarme con él. Quería compartir una vida con Taehyung. ¡Sí quería, mierda! Pero no pude evitar lo que pasó. No pude evitar haberle conocido y mucho menos haberme enamorado de él. Tú lo sabes mejor que nadie, Jimin —él no dijo nada. Se mantuvo en silencio todo el tiempo. Intentando tragarse los sollozos con bastante esfuerzo—. Ahora voy en camino a mi departamento para recoger el cadáver de la segunda persona que he amado más en este puto mundo. ¿Te puedes hacer una mínima idea de lo que siento? ¿Cómo iba yo a desear que los dos terminaran colgados en el mismo lugar? ¿Cómo iba yo a saber que Taehyung sí regresaría para quitarme lo que más quería? ¿Cómo iba a prever el arribo de esas cartas a las manos de Jeongguk? Dime, ¿cómo? Lo único que sé en este momento, es que sí, Taehyung sí terminó arrastrándome al infierno con él.
Fin.
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Toc, toc, toc. »jinkook
Mistério / Suspense« En el piso 300 en un apartamento en Yogsan-gu, Jeon Jeongguk, un profesor de Filosofía Moderna comienza a recibir, tras varios golpes en la puerta de entrada, unos misteriosos sobres blancos con su nombre inscrito en él. Podrían haber sido de algu...