Capítulo 17

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Quizás ya era tarde para la salvación. Quizás no había ninguna redención, de todas formas, había una gran posibilidad de que acabaría ardiendo en el infierno.

"La muerte te persigue, ten cuidado con ella."

Alice despertó agitada y empapada de sudor. Una voz. Estaba segura de haberla escuchado muy cerca, como si se lo estuviesen diciendo al oído. Las ventanas de su habitación estaban abiertas y no recordaba haberlas dejado así. Alguien había entrado en mitad de la madrugada. Se levantó de su suave cama de un salto y se aproximó a verificar si alguien sospechoso merodeaba afuera del castillo. ¿Cómo era eso posible? El lugar parecía estar demasiado protegido para que cualquier estúpido pudiese colarse.

Con un movimiento de su mano abrió el guardarropa y sacó un abrigo; éste por supuesto, llegó volando. Salió por la ventana, levitando. Tal vez de esa manera lograba ver algo. Algún intruso. Nada.

Descendió muy despacio hasta que sus pies tocaron el césped mojado; había olvidado las zapatillas. Todo parecía tranquilo. Los altos muros de piedra del castillo no le permitían ver más allá, hacia el bosque, y tampoco podía salir, no con ese campo de protección rodeándolos.

Los dos guardias que custodiaban la reja estaban cuchicheando entre ellos y decidió acercarse por un poco de información. Al verla, ambos hicieron una reverencia. Sí, ya se había ganado cierto respeto en el lugar con los guardias, sobre todo con Viktor, que la miró con un poco de desconcierto.

–Alice, no deberías estar levantada a estas horas – miró a su alrededor, temeroso por si se presentaba algún intruso.

–¿Qué sucede? Los veo un poco preocupados – el cabello corto de Alice revoloteó por culpa del viento que se produjo en el instante.

–Alguien ha entrado al castillo sin invitación – respondió el otro guardia que se veía demacrado. Ambos tenían un aspecto de no haber dormido durante horas – debemos avisar a Su Majestad sobre esto.

–¿Cómo es posible? – por un breve momento su corazón dio un brinco por la emoción. Tal vez sus amigos lograron entrar para llevársela. "Si tan solo fuera eso posible", se dijo para sus adentros.

–No tengo la menor idea – gruñó Viktor, cogiéndola suavemente por el brazo - ¿quieres que te escolte a tu habitación?

–Estaré bien. Estamos dentro del castillo ¿Qué podría pasar? – soltó una suave risa – si algo pasará puedo defenderme sola, tú me enseñaste ¿no?

Se despidió de ambos y volvió a su habitación de la misma manera en la que había bajado. "Sola otra vez", pensó. Habían pasado aproximadamente tres meses desde que estaba en el castillo Morgan, y en el cual no había visto a sus amigos, ni siquiera veía mucho a Eric.

Una pequeña explosión de luz ocurrió frente a sus ojos y la cegó por un breve momento. Una carta. Debía de ser de Melanie. La abrió con cuidado, ahí sentada en una pequeña butaca frente a la chimenea. Hasta ese momento no había recibido correspondencia, lo que le dio un poco de tranquilidad el saber que no se olvidaron de ella. Eso la carcomió por días. Esa tonta idea, y pensándolo bien, no los culpaba si decidían abandonarla a su suerte, total solo traería desgracia a los demás.

Querida Alice:

Supongo que te encuentras bien, si no, ya lo sabríamos, tenlo por seguro. Estos tres meses que hemos pasado sin ti se han vuelto una eternidad. Alexander parece que en cualquier momento va a enloquecer, aunque sabes que él no lo demuestra; es muy testarudo.

Eric se ha comunicado conmigo, dijo que estás bien, que no me preocupe, pero es ¡IMPOSIBLE! Al parecer no te ve muy a menudo, ni siquiera en los entrenamientos a los que te ha sometido ese rey sin rostro. Me parece que ha mencionado su nombre en alguna carta, no lo recuerdo bien. Mis visiones han desaparecido por el momento, creo. Todo ocurrió desde que fuiste llevada a ese castillo e intentamos ir por ti.

Hija de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora