Como extrañaba escuchar la voz de su madre, la mujer con quien vivió toda su vida. Hasta esos momentos. Su sonrisa no se borraba más de su cara. Era inevitable no sonreír si vuelves a escuchar la voz de alguien a quien tanto quieres luego de un largo tiempo.
Pasó uno de su cabellos por detrás de su oreja mientras no borraba su sonrisa y seguía escuchando a su progenitora contarle todo lo que había hecho desde su partida de su hogar. Le decía un poco de todo. Ella también estaba emocionada de volver a hablar con su única hija.
Y todo se cortó. Solo había silencio de parte de los dos lados. La chica no sabía cómo iniciar y mucho menos si decirle o no. Colocó uno de sus dedos sobre su labio inferior mientras miraba de un lado a otro, tensandose un poco. Un suspiro se escapó de sus labios.
—¿Ocurre algo mí niña?— preguntó un poco preocupada su madre.
—Tranquila mamá, estoy bien. Sólo...— fue interrumpida por la misma mujer.
—Es por Lui, ¿cierto?— volvió a interrogar.
_____ hizo un ruido con su boca cerrada, afirmando a esa pregunta. La mujer comenzó a murmurar cosas que no lograba captar la chica del otro lado del teléfono.
—¿Mamá?— preguntó queriendo saber si aún seguía conectada a la llamada, ya que de un momento a otro el ruido que salía de los labios de su madre se habían dejado de escuchar.
—Aquí estoy...— respondió sin nada más que decir. Estaba pensando en algo —¿Ahora me vienes a decir que te gusta?— interrogó nuevamente.
Ella siempre había supuesto eso, de que su hija terminaría enamorada del de cabellera celeste que tan cercano a ella era. Ya se conocía la mirada del blader que le brindaba a la muchacha cada vez que estaban juntos. Era el sexto sentido de madre. Algo muy fácil de detectar para ella.
La castaña no sabía que responderle. Nunca le había sido pan comido hablar de esos temas, no estaba acostumbrada. Recuerda que desde que lo había conocido a él, era con el único chico con el que había convivido tanto tiempo como nunca antes.
Abrazó sus piernas mientras que las dirigía a su pecho. Alzó su mirada al techo. Estaba pensativa. Debía responderle.
—Si...— dijo escondiendo su cara entre sus rodillas a la vez en que dejaba reposando su celular a un lado de ella en el sillón, en voz alta así escuchaba a su madre.
—Nunca fallo en este tipo de cosas— dijo orgullosa de si misma —Pero _____...
—¿Si, mamá?— sacó su cabeza de su escondite.
—No hables de esto con él. Como te he enseñado, no le digas nada. Hazme caso...— dijo en su tono materno.
—Claro mamá.
Y la conversación siguió así.
A lo que se refería su madre, era que no se muestre que necesita un hombre a su lado. Que no deje su timidez de lado en esos momentos tan delicados para un adolescente.
Y la conversación cambio a lo que estaban hablando en un principio. La muchacha le contaba lo que había mejorado en ese corto periodo desde su ida, algo que hizo que la mujer volviera a sonreír. Era idéntica a su padre.
Tuvieron que cortar por la diferencia de horarios, en donde la jovencita Tsuniko se encontraba, eran alrededor de las nueve de la noche. Debía preparar todo para cenar y luego retirarse a dormir. Se despidió de su madre soltando una pequeña lágrima que resbaló con suavidad sobre una de sus mejillas. Y cortaron.
Dejó de nuevo el teléfono a un lado de ella mientras suspiraba rendidamente. Se incorporó y se dirigió a la cocina.
[...]
Al ya estar lista con su pijama y tomando camino a su habitación, sintió que llamaban. Se detuvo en seco. Se dirigió al final del pasillo para asomar su cabeza hacia la puerta principal. Todas las luces estaban apagadas, excepto la lámpara del lugar a donde tenía planeado ir. ¿Quién llegaría a ser a esas horas de la noche?
Temía de ello.
Dudosa, fue hasta la puerta a paso lento, sin provocar ruido alguno mientras pisaba el suelo frío con sus pies descalzos. Se agachó un poco para ver por la cerradura, pero no veía nada. Debía ser la broma de alguien, o algo peor. Tomó valor de donde más podía y colocó la llave para abrir la puerta.
El fresco aire de la noche golpeó su rostro. No había nadie enfrente de ella. Se asomó a ver a su derecha para voltear lentamente hacia su izquierda, encontrándose con quién había provocado sus lágrimas esa tarde.
Lo detalló bien; iba con su abrigo blanco, con la cabeza cabizbaja volteada hacia un costado y una de sus manos sostenía un ramo de flores, de vez en cuando lo agarraba con más fuerza.
—¿Qué haces por aquí a estas horas, Lui?— preguntó confusa.
—¿Me dejas entrar?— preguntó, sonaba avergonzado.
Ella asintió aún sin que él la viera y se hizo a un costado dándole el paso para ingresar a la casa. El de cabellos celestes entró sin problema para dirigirse a sentar al sillón. Le hizo una ceña a la castaña para que también lo hiciera, y tomó lugar a un lado de él.
También estaba cabizbaja, viendolo de vez en cuando por el rabillo del ojo, nerviosa. Cerró sus ojos mientras sentía que el chico apoyaba sus codos en sus propias rodillas.
—Perdón— dijo con dificultad. Como siempre, ella era la única que escuchaba sus disculpas. Volteó a verlo y captó que él no dejaba de verla.
—Tranquilo. No querías arruinar tu perfil ante ese público. No tendrías que pedir disculpas...— fue interrumpida.
—Pero lloraste— volvió a bajar la mirada, suspirando con pesar.
Ella desvió su mirada, pero a los momentos volvió a verlo cuando sintió que algo se le era acercado. Era el ramo de flores. Lui se las estaba entregando sin verla, no quería que notará su sonrojo.
Ella sonrió tiernamente ligeramente sonrojada.
—Gracias Lui...
ESTÁS LEYENDO
UN SIMPLE ABRAZO |Lui Shirosagi y tú|
RandomUn simple abrazo bastaba para hacerlo sentir vivo y arrasar con todo. Un simple abrazo era lo que necesitaba cada vez que no estaba bien. Un simple abrazo hacia falta para sentir que no todo estaba perdido. Un simple abrazo quería sentir todo el tie...