Capítulo XVII

1.9K 244 44
                                    

[...]

Terminó de acomodar los cordones de sus zapatos para volver a enderezarse. Caminar por las mañanas lo relajaba. El joven Aoi, estaba dispuesto a disfrutar esa mañana a compañía de su nueva amiga: _____ Tsuniko.

Pero antes de dirigirse al hogar de ella, fue tirado del chaleco por las espaldas.

Estaba sorprendido, ¿qué sucedía? Dirigió sus ojos a quien había provocado eso, y se trataba de nadie más ni nadie menos que Lui Shirosagi, luciendo un gran ceño de molestia.

—Me enteré de lo que has hecho— comentó de brazos cruzados.

—¿Qué?— preguntó confuso e incrédulo el de cabellera azul.

—No te hagas el bobo. Hace mucho te deje en claro que no debes de acercarte a _____. ¿Me oíste?

Avanzó un paso hacia el frente, amenazante, mostrando de que si se volvía a aproximar a la castaña, lo pagaría muy caro.

Eso lo confundía.

—¿Y entonces por qué la dejas sola?— preguntó, esta vez, él molesto. Si decía tanto ser amigo de la muchacha, no tendría que abandonarla de esa manera.

—Eso no te incumbe— se cruzó de brazos a la vez en que desviaba un poco su cabeza.

—¡Claro que sí!— exclamó incorporándose de un salto del suelo —¡Dejaré de acercarme a ella si tú vuelves a su lado! Un amigo verdadero nunca deja de lado al otro...— espetó serio.

Bajó sus ojos al suelo, pensativo y aún molesto. Era cierto, pero él no quería seguir viéndola como amiga, no por nada había practicado su confesión durante todo ese tiempo. Pero de cualquier modo, aún no se sentía preparado para ello.

El silencio reinó entre ellos dos. La mirada molesta, que era de Valt Aoi, se posaba sobre el de cabellera celeste. Mientras tanto, este mismo, intentaba idear una oración para defenderse. No tenía de otra, ¿tendría que decirle la verdad?

No quería caer bajo, y menos contra uno de sus rivales.

—O acaso tú...— comenzó diciendo mientras comenzaba a atar unos cabos.

—No— dijo firme, y temiendo por lo que quería decir.

—Estas...— siguió el de cabello azul.

—No— aumento la intensidad de su voz, sonando amenazante, más que nunca.

—Enamorado de ella...— alzó sus ojos sorprendido.

—¡No!— exclamó con fuerza.

—¡¿Y entonces por qué todo este desorden de emociones?!

—¡A ti no te importa!

—¡Agh! ¡Eres demasiado terco, Lui! ¡¿Cómo hacia ______ para soportarte?!

Y volvió a quedar en silencio. Esa era una buena pregunta. ¿Cómo una persona como ella, podía soportar su actitud? ¿Acaso no se hartaba? Pero siempre la veía con una sonrisa, todo a lo contrario a lo que pensaba.

Realmente, había sido un sacrificio para ella lograr entenderlo, aunque todo lo disimulase con esa curva positiva en sus labios.

—Sí...— respondió, cabizbajo confesó al de apellido Aoi. ¿A qué decía si?

—¿Qué?

—Estoy enamorado de ella, ¿y qué?— atacó en la última pregunta, mientras retrocedía un paso.

Primera vez en su vida, se sentía vulnerable por haber expresado sus sentimientos.

Valt, compadeciendose de la nueva sensación que sentía el muchacho, apoyó una de sus manos en uno de sus hombros, siendo recibida con desprecio por su mirada. Pero eso no hizo que la alejara.

—¿Por qué no vas y se lo dices? Quizás ella sienta lo mismo— le aconsejó dibujando una sonrisa.

—Ella siente lo mismo... pero creo que la desiluciono...— apretando con fuerza sus puños, volvió a bajar su cabeza, aguantando las ganas de derramar lágrimas.

—¡Mejor si sienten lo mismo! ¡Ve, amigo!

—Oye, no tanta confianza— dijo malhumorado, ocasionando que el de cabellos azules riera un poco nervioso.

—¿Entonces?— interrogó, colocando la misma sonrisa de antes.

[...]

Ya había pasado más de una hora desde que Valt le había indicado que ya había salido a buscarla. Eso le preocupaba, ¿acaso todo estaría bien? No respondía a sus llamas, ni a sus mensajes. Sin dudarlo más, salió directo a su hogar.

No caminaba, ni iba al trote; iba corriendo. Terroríficas ideas cruzaba su mente por lo que pasaba. No detenía el paso, pero debía admitir que estaba cansada y más si su carrera era mayor que un kilómetro. Jadeaba del cansancio, obviamente.

Luego de unos trescientos metros, se detuvo para apoyarse en un poste, esperando a que el color del semáforo cambiase. Tanteó sus bolsillos, esperando encontrar su celular, pero no lo sentía por ningún lado. Lo había olvidado en casa. Se dio un breve regaño para volver a retomar el ritmo de antes. Ya había cambiado.

Luego de varios, pero varios metros sacrificados con correr, se detuvo frente a la puerta de la vivienda del de cabellos azules. Sin tomar aire, golpeó la puerta desesperada.

Para su sorpresa, la madre de quién buscaba la atendió con una gran sonrisa.

—¡Oh, _____! ¡Tiempo que no te veía! ¿Cómo has estado?— preguntó amablemente la mujer.

—Bien... he estado bien... ¿Su... hijo?— a duras penas, intentado evitar los jadeos, le interrogó.

—¡Adelante! Está en el living— se hizo a un lado, dándole el paso a la de cabellos castaños.

El susto que se había pegado, comenzaba a irse para dar paso a algo de molestia por lo que había pasado. Pero con alivio, nada malo le había ocurrido.

Caminó hasta llegar a unos pocos pasos de la sala en la que se hallaba el chico.

—¡Valt! Me hubieses avisado que no irías a la hora acordada. No sabes el susto que...— y paró.

Acaso, ¿era posible lo que estaba viendo en esos momentos? ¿Estaba soñando? ¿O todo era real?

—¿L-lui?...

Último capítulos, ¿qué ocurrirá?

Besos ♥

UN SIMPLE ABRAZO |Lui Shirosagi y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora