Capítulo XIII

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[...]

El silencio a ella la apoderaba. Estaba perdida en sus pensamientos, pensando en lo de más temprano. Además de eso, estaba preocupada por Lui, ¿y si estaba mal o necesitaba ayuda en algo?

Soltó un pequeño suspiro para alzar sus ojos celestes a ver a su madre conversar animadamente con Valt Aoi. Aún intentaba recordar la parte en que él se había sentado con ellas a hablar, específicamente, con su madre. Ella y la señora Chiharu eran amigas de la infancia, y claro, la progenitora de _____ también veía a ese muchacho como buen partida para su hija, pero le dejaría elegir a ella misma, no se metería en su vida.

—Antes de irme otra vez de la ciudad, dile a tu madre que pasaré a visitarla— le informó con una sonrisa al chico de cabellera azul que asentía también con una sonrisa, para voltear a ver a la chica.

La castaña se le quedó viendo un rato para volver a ver a su mamá que se levantaba de la mesa en la que estaban para retirarse al baño, a lavar sus manos. Genial, estar con un rival de su mejor amigo era de lo mejor, ¿no? Lui de seguro la mataría, corrección, lo mataría a él.

Cerró sus ojos celestes para soltar un pequeño suspiro y tomar un poco de su batido, que estaba sobre la mesa.

—¿Cómo has estado ______? Es raro no verte con Lui— habló el gran blader, mientras seguía con esa mueca positiva en su rostro.

La chica abrió uno de sus ojos. ¿En serio había tocado el tema de que Lui no estaba con ella? Se relajó más de lo que ya estaba y abrió su otro ojo, para dibujar una sonrisa cansada.

—He estado bien. Y ni que fuera un cabello de Lui para estar siempre con él— expresó con gracia, provocando que el de cabellos azules riera ante eso.

Y, nuevamente, silencio. La muchacha volteó su torso para ver el mundo que había a sus espaldas. Claramente, todo era tranquilo, sin rastros de su amigo. La asustaba la sola idea de que el joven Shirosagi dejará de ser su amigo. ¿Qué haría con sus sentimientos? ¿Era posible desecharlos de un día para el otro?

Valt notaba que nada bueno ocurría con ella. Y, fue en ese preciso momento, en que una idea cruzó sus pensamientos.

—Oye _____— llamó su atención. La nombrada se giró a verlo con una ceja arqueada, esperando a que continuará con lo que iba a decir —, ¿tienes más amigos a parte de Lui?

Otra vez, tocando el tema de su amigo. Solamente se dispuso a negar lentamente con la cabeza, dando a entenderle al chico que desde que había conocido al de cabellos celestes, no se había acercado a nadie para entablar amistad, o, también, estaba la opción de que nadie se acercaba a ella por ser alguien cercana a un blader poderoso y peligroso.

Él asintió comprendiendo —Entonces, ¿qué te parece si mañana nos juntamos? Así no sólo tienes a Lui, yo también puedo ser amigo tuyo— dibujó una tierna e inocente sonrisa en sus labios, a la par en que cerraba sus ojos, dándole un toque más tierno.

Ella se sonrojó un poco con una pequeña sonrisa. No estaba mal tener dos amigos, de todos modos, los verdaderos se quedan hasta el final. Aceptó su propuesta al tiempo en que Valt abría sus ojos marrones a volver a verla.

A los pocos segundos de la pequeña conversación, llegó la madre de la muchacha, indicando que ya debían comenzar camino a casa por la hora que se estaba haciendo. Caballeroso, el de cabellos azules se incorporó ofreciendo acompañar a madre e hija hacia su vivienda, para que nada malo sucediera. La mayor lo aceptó sin ningún reproche, eso era muy lindo de su parte, en cambio _____, se limitó a sonreír aún sentada en su lugar.

Cuando los tres salieron del Centro Comercial, aún unos ojos estaban clavados en la muchacha. Cada escena de ella, había sido gravada en su mente como si fuera un video. Esos ojos negros habían captado todo, y claro, no se olvidaría de ningún detalle de contarle a su amigo.

Pegó media vuelta, para salir por la otra entrada del lugar.

[...]

—¿Acaso es Lui?— preguntó la mujer observando a su hija que miraba la pantalla de su celular.

La castaña soltó un pesado suspiro mientras negaba lentamente y con sus ojos cerrados.

—Es Valt...

En medio del trayecto, el muchacho le había pasado su número telefónico y ella el suyo, ya que se habían convertido en amigos, él no quería perder el contacto.

—¿Y qué dice?— interrogó nuevamente, para sentarse a un lado de su hija que respondía a un mensaje.

—De que si llegamos bien— soltó otro suspiro con pesar para ocultar su cara en una de sus manos —. Pero si él nos dejó en la puerta— se quejó entre dientes, provocando que la mujer riera un poco ante ello.

—Bueno. Dile que mañana siguen hablando, ahora ve a dormir— le indicó la mayor mientras que la castaña asentía y se incorporaba.

Dejó un beso en una de las mejillas de su madre, a la vez en que le dedicaba un "buenas noches" y tomaba rumbo a su cuarto.

Aun no sabía nada de Lui, y eso le preocupaba un poco. Quizás ya se había cansado de su amistad y había vuelto a ser ese chico solitario y burlón. Claramente, con sólo pensarlo, sus ojos se humedecían.

Pero lo que no sabía, era que el de cabellera celeste no se había juntado con ella ese día, por sus nervios. Por los nervios de confesar su amor.

UN SIMPLE ABRAZO |Lui Shirosagi y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora