Capítulo nueve.

945 55 68
                                    

Kazuto no había dejado de llorar toda la mañana por que tenía el corazón destrozado, ¿había sido tan poco para Shino?

Él no le tenía miedo a Shinkawa, de hecho, estaba completamente dispuesto a pelear con él otra vez para probarle a Shino que él no era problema.

-Ese maldito solo tuvo suerte porque me agarró por la espalda, ¡pero cuando lo tenga enfrente otra vez juro por Dios que lo mataré!

Kazuto tomó el teléfono, estaba dispuesto a pelear contra Shinkawa y ganarle...para así reconquistar a Shino.

-Diga.

-¡Eugeo, voy a tu casa, prepara el ring y tu equipo de boxeo! –Farfulló Kazuto entre lágrimas.

-¿Estas bien?, ¿Qué te pasa?

-Eugeo...por favor no preguntes, te lo cuento todo allá...necesitaras mucha protección.

Fue de inmediato a su auto dejando el equipo en el maletero para arrancar directo a casa de Eugeo.

-¿Cómo que Kazuto viene a la casa? –Preguntó Alice un poco molesta ya que era día de tenis para Eugeo y ella.

-No me quiso decir...pero estaba llorando, algo le paso otra vez.

-Sigh, ¿Qué podrá sido ahora?

Kazuto estaba pensando en mil y un maneras para ganarle la pelea a Shinkawa. Era buen boxeador pero la paliza que le metió no se podía dejar en el aire.

Pero el celular de Kazuto sonó, pensó que era Eugeo por lo cual se estaciono de inmediato y contestó la llamada.

-Eugeo, ya voy para allá, te explico todo una vez que.

-Papá, ¿vas a ver al tío Eugeo?

-Yui... -Kazuto había olvidado que tenía una hija. –Si Yui, voy con el tío Eugeo.

-¡¿Puedo ir también?! –Preguntó Yui emocionada.

Ella nunca antes le había pedido algo así a Kazuto, por lo cual negarse sería una completa tontería.

-Si...mi niña, puedes venir. Dile a mamá que te traiga a la casa de Eugeo.

-¡Gracias, papá! Nos vemos hasta entonces.

Cuando Kazuto colgó, sintió una enorme felicidad, sonrió de lo grande que era su felicidad...con mayor razón tenía que estar preparado para pelear contra Eugeo ya que tenía una hija a la cual no le podía quedar mal.

Cuando llego a casa de Eugeo, Alice le preguntó qué había sucedido y por qué tenía la urgencia de ver a Eugeo.

-Explícate...arruinaste nuestro partido de tenis. –Pidió Alice.

-Es que no sé ni cómo empezar. –Kazuto puso su mano detrás de su cabeza y comenzó a sonreír torpemente.

-Pues por el principio, ¿no crees?

-Cuando me llamaste sonabas muy mal, ¿Qué es lo que te paso? –Preguntó Eugeo.

-¿Recuerdas a mi conejita hermosa?, ¿a la que le jure con mi vida amarla para siempre?

-Lo dices un poco dramático pero lo recuerdo perfectamente.

-Lee esto, por favor.

Eugeo y Alice leyeron la carta, Alice no pudo evitar ponerse la mano en la boca ya que la carta la conmovía mucho.

-Wow...esto me da ideas para un poema, ¿puedo quedármela?

-Ni lo sueñes. –Kazuto le quitó la carta a Eugeo. –Es el último recuerdo que tengo de ella.

El Dottore y la ConejitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora