Capítulo 13

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"El plan había comenzado y cada personaje había tomado su papel. Sageki, quien era el que se hallaba en el frente, detenía y acababa con cualquiera que se cruzara en su camino, faltaba cada vez menos para encontrarse con su viejo amigo. Sin embargo, fue grande la sorpresa al saber que la lápida donde residía el rubio no se dirigía hacia la nave imperial, sino que volvía a la cámara de congelación, esta nueva información no detuvo al hombre, pero si dejo en controversia a la mujer."

Sageki, ya muy cerca de Boruto, agilizó sus movimientos y aceleró su paso. Solo quedaban tres soldados imperiales a los cuales acabo sin mayor esfuerzo. No pasó más de dos minutos hasta que apareció su hermana y su acompañante, quienes lo miraban a él y a la gran lapida.

Sarada sin desperdiciar tiempo corrió hacia la lápida en la que se encontraba Boruto y frente a ella acarició su sólido rostro bañado en concreto.

Con un gesto íntimo besó los labios del hombre y le acarició el frio rostro, con melancolía le prometió que ya no habría que sufrir más, que ella estaba ahí por él. Aquello sorprendió a su hermano, quien la miraba desde unos pasos más atrás.

Sageki observó la puerta que daba al pasillo que guiaba a la cámara de congelación. Su hermana lo notó.

- Oye. –dijo la mujer tomando de la mano a su hermano, este la miró. –No vayas, no tienes que hacerlo ahora.

Esas palabras afectaron en la decisión del joven, él sabía que debía enfrentarlo, por sus maestros, para proteger a su querida hermana. Pero si él era vencido y asesinado por Vader ya nada quedaría para él ni las metas que tenía.

Con un conflicto mental decidió que lo mejor sería irse y proteger a su hermana, ya llegaría el momento donde acabaría enfrentándose a Vader.

El la observó y con una sonrisa le dio el placer de saber que estarían más tiempo juntos. Shikadai empujaba la lápida y los hermanos despejaban el camino, una con un blaster y otro con un sable de luz.

La gran puerta que daba paso al exterior se abrió y se logró ver la nave, pero fue justo en ese momento cuando los emboscaron.

Sageki sin perder tiempo empujó a su hermana cerca de Shikadai y los acercó a la salida hacia el exterior. Sarada ayudaba a su acompañante a empujar la lápida más rápido, luego cruzaron la puerta. No demoraron mucho hasta llegar a la nave, sin embargo, la mujer pudo notar como su hermano no estaba y como los disparos cesaban. Volteó a girar y vio como aun dentro del gran edificio se encontraba él enfrentando a los soldados, impidiendo que estos pasaran al exterior.

Sarada sin pensarlo corrió con su blaster hacia su hermano dispuesta a batallar junto a él, pero este logró percatarse de las intenciones de su hermana, por lo que sin demora y en un acto noble apretó el botón que cerraría la gran compuerta, luego destruiría el dispositivo que la abriría.

Ella gritó que la abriera y que no la dejara. Inojin, quien veía todo desde la nave, corrió hasta ella y la hizo entrar en razón explicándole que debían irse, que no podían estar allí más tiempo.

Porque lo que hizo él era un acto heroico, pero a los ojos de ella, no era más que un suicidio.

••••••

Sageki no tardó mucho en darse cuenta que, los soldados no trataban de matarlo, sino de herirlo y guiarlo hacia un lugar en específico. Este sin poder hacer acción alguna para evitarlo solo se defendía. Vio que a su lado había un pasillo con compuertas, y sin demora corrió hasta estos y cerró las puertas.

Con la respiración agitada se dejó caer al suelo, luego vio el panorama, era un pasillo sorprendentemente más frió que el resto. Sin demora se levantó y comenzó a caminar por el, notó como este descendía y daba hacia una puerta grande, entró en ella. A su vista solo había grandes tubos y cables, era una zona diferente. Aunque eso no le sorprendiera, lo que sí le sorprendió fue la presencia abrumadora de alguien más, alguien notablemente imponente.

Ecos de un silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora