Comienzo de un sueño

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Un año después de la participación argentina en el primer congreso mundial para personas con discapacidad, en Ekaterimburgo Rusia. Donde Argentina tuvo su primera experiencia adelante de un taller de danzas latinoamericanas.

El 5 de octubre, Ana Inés Boy y Hernán Suarez, dos terapeutas sociales y Agustina Barneix, una joven con discapacidad proveniente de Argentina, partieron rumbo a la ciudad suiza de Dornach para participar de un congreso del que hubieran participado cuatro años atrás como estudiantes.

Al mediodía de ese día, la familia de la joven recogió a los compañeros de su hija en los diferentes puntos, previamente acordados, por teléfono. Llegados al aeropuerto, los viajeros se despidieron de quienes los acercaran y luego se dirigieron a los mostradores correspondientes para despachar su equipaje y realizar los trámites correspondientes como el paso por la aduana de todos los que salen del país por vía aérea.

Terminados todos los trámites previos al embarque, se dirigieron a la puerta por la que iba a salir su vuelo allí cuando se les hubo indicado que podían comenzar el embarque. Los amigos esperaron un poco para embarcar y en ese tiempo cargaron uno de los dos termos con agua caliente para tomar unos mates mientras esperaban, cuando llego el momento de subir al avión, los amigos mostraron las tarjetas de embarque al personal y continuaron su camino rumbo a los asientos que les correspondían.

Una vez en los asientos escogidos, los viajeros se prepararon, siguieron las indicaciones que les diera la tripulación para el despegue y escucharon el protocolo de seguridad en caso de algún evento inesperado.

Momentos más tarde, se les entregaron los auriculares para que pudieran ver películas, escuchar música o jugar algún juego de los que ofrecen en el avión. Luego de un rato, se les sirvió la cena y más tarde, a descansar lo que se pudiera porque en los aviones la posibilidad de dormir de corrido, muchas horas no siempre se logra, hasta llegar al destino Frankfurt, durante el vuelo hubo momentos en los que se experimentaron turbulencias, leves.

Tras un par de horas, los viajeros llegaron a Frankfurt y Ana Inés recibió el contacto del hermano de Agustina, que les preguntaba el nombre de la institución en la que iban a estar parando en esos días, donde abordaron el avión que los llevo a la ciudad de Basilea, en el aeropuerto, en el paso por la aduana, a Agustina y a Hernán les preguntaron el motivo del viaje y cuánto tiempo iban a estar.

Durante viaje se encontraron con otro matrimonio de argentinos que también iba a Suiza a visitar a su familia, donde luego de recuperar su equipaje, se dirigieron a cambiar un poco del dinero que llevaban por francos suizos, para poder sacar los boletos de tren y luego los de colectivo hasta Dornach.

Durante el viaje, recordando sus desventuras del primer viaje que realizaran a Suiza, se cruzaron con gente de habla hispana que les ayudo a sacar los boletos en la máquina. Luego de un tiempo se encontraron con la dueña de la casa que iban a ocupar durante el tiempo que durara el congreso, con quien no les fue sencillo comunicarse al ella hablar en alemán e inglés, por lo se requirió la ayuda de un tercero como interlocutor.

Al llegar a ella, les mostró la casa y les explico cómo usar algunas de las cosas como la cocina eléctrica, el agua de la ducha y otras cosas. También les dio la clave de wifi, algo importante en este tiempo en el que la tecnología domina casi todos los aspectos de la vida del ser humano.

Antes de irse, Ana Inés y Hernán, le preguntaron por algún lugar en el que pudieran proveerse y mientras ellos iban por provisiones, Agustina que sabía de lo que había sucedido el día en el que ella comenzara su viaje, estuvo en la casa descansando y tratando de conectarse a la red para comunicarse con su familia en Argentina y que le bajaran los mensajes de sus compañeros desde Buenos Aires.

Relato de un viaje soñadoWhere stories live. Discover now