capitulo 8

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Como lo habían dicho, ni siquiera yo me reconocía. Me mire varias veces al espejo, mi piel estaba suave y perfumada, mis uñas limadas y cortas, eso sí sin color, detesto los esmaltes. Mi cabello tenía vida, literalmente, es más agradable al tacto y con un olor a vainilla, según Santiago. Lo habían cortado recto, dos dedos antes de la cintura y recogido en una perfecta trenza.

-estoy... es un cambio radical. -murmuro.

-dilo linda, estas hermosa. -dijo Ana.

Mis mejillas comenzaron a arder.

-es toda una princesa, que digo ¡una reina! - opino Santiago satisfecho- ¡ahora sigue el maquillaje!

Lo mire con el ceño fruncido.

No era amante del maquillaje, o algo parecido... siempre me había gustado ser natural, sin nada que esconder tras esas capas. Negué inmediatamente, exponiendo mi postura.

-no, no me gusta el maquillaje.

-pero te verás más hermosa...- farfullo Ana.

- ¡no! No tengo nada que esconder tras esas tediosas capas de maquillaje.

El me miro con satisfacción.

-si el príncipe Gerard no fuera un hombre tan reservado y aversivo a las relaciones, de seguro caería ante tus pies. - musito Santiago.

Solté una estruendosa risa.

El príncipe Gerard, el mismo que me grito por haberme sentado en la silla de su oficina. El joven altivo y de muy mal carácter, con mirada fría que apaga el dulce color ámbar de sus ojos... "por favor".

-es un arrogante...-murmuro.

Ellos me miran perplejos.

- ¿Qué? - pregunto.

-no vuelvas a decir eso, mi niña, - dijo Ana, cepillando mi cabello- puedes terminar devuelta en esa prisión.

-pero...-espeto.

-pero nada, eres un poco impulsiva, de seguro la señorita Angarita te ayudara a mejorar ese aspecto. – me dijo él, mandándome a callar.

Guarde silencio.

Mire hacia el balcón.

Sus puertas estaban abiertas, camine unos cuantos pasos hacia este. El viento aun recorría cada rincón de mi camisón, haciendo un contacto directo con mi piel. Mire hacia el jardín, Gerard ya no estaba sentado en la banca, el jardín estaba habitado por la soledad.

¿Por qué se comportaba así?

Era lo único que me preguntaba, tenía una vida envidiable, dinero, libertad, una familia, y era la persona más altiva, fría y arrogante que había visto, superaba por mucho a Dan.

Oí como la puerta se cerraba, miré hacia atrás, la habitación estaba vacía. Solté un suspiro, mientras me abrazaba por la cintura. Intentaba descubrir el mensaje oculto de las palabras de mamá, el rey, siendo un hombre con tanto poder ¿Por qué debería detestarnos? En definitiva, la realeza es todo un misterio.

Era un misterio del cual sería su cazadora.

- ¿te gusta el jardín? – pregunta Arthur abrasándome.

- ¿Cómo entraste? No oí la puerta.

Él sonrió.

-soy muy hábil...

Lo voltee a ver, su rubia melena estaba impecable, con un corte muy formal y no como antes que, era el caos total. Su barba había desaparecido, su piel relucía al igual que la mía, se ve sensacional.

al otro ladoWhere stories live. Discover now