El es Paul McCartney

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Paul extendió los brazos e hizo una pose exagerada de presentación, siguiendo la broma de su amigo de anteojos redondos.

—Aquí está tu amado, nene.— Me corrí de donde estaba parada, completamente avergonzada por haberme quedado inmóvil en su camino. Hubiese jurado en ese momento que el también se había quedado viéndome.
"Claro que me quedo mirando, estuvo como 5 segundos esperando de me quite de su camino." Tome mis mejillas mientras mi cerebro se comía solo.

—Oye cariño, creo que tu amiga está levantando fiebre.—Dijo John mientras un Ringo que se acercaba a saludar a Paul ponía su mano en mi frente.

—Verdad que tu frente hierve.—Comentó algo preocupado Ringo, mientras estrechaba  fuertemente su otra mano contra la del chico causante de mi "fiebre" con sus ojos hazel sobre mi.

—Simplemente me bajo la presión. Iré a comer y beber algo.—Algún director de cine debería haberme visto y darme trabajo después de la calma que simule ante la situación.

Sentía la mirada de Paul sobre mi, algo extrañado quizá, motivo por el cual deje de observarlo.— Yo tengo unos chocolates en la nevera.

—¿Qué chocolates, Macca?—Paul pego un pequeño salto al ver aparecer tan pronto a George. De verdad se veía que George amaba la comida, sin embargo era igual de alto y delgado que los demás.

—Vamos George, la chica los necesita más que tu.—Le remató Paul, y sin esperar respuestas de George o consentimiento de mi parte, me tomo del hombro para guiarme hasta la cocina.

—Creo que puedo caminar bien sin que me sostengas.—Forcé una sonrisa, la verdad es que me inquietaba un poco sentir su tacto en mi piel. Sus manos eran mucho más grandes que las mías, podía notarlo porque encajaba perfectamente en mi hombro.

El me miro de reojo, parecía algo incrédulo ante lo que le estaba diciendo.—¿Estas segura? Ya no diferenció el color de donde comienza tu escote de lo violeta que estas.

Me aparte de el tratando de no ser brusca, aunque lo hubiese sido de haber prestado atención a su último comentario, pero estaba ocupada pensando como proceder con el pequeño juego que había comenzado con mi nueva compañera de hogar.

—¿Sabes que necesito?.—Lleve uno de mis meñiques a mi boca, y una vez que capte su mirada continué.—Necesito tomar un poco.

Paul sonrió ante esa invitación.—Oh bien, ¿Qué estamos esperando nena?

Ladeo la cabeza en señal de que lo siga nuevamente al salón en dirección a una mesa bastante bien acomodada con bebidas de todo tipo. El se detuvo y giro sobre sus pies para mirarme, con las manos en los bolsillos en señal de que esperaba tomar lo que decidiese para los dos.

—Mmm...—Comencé a tocar las botellas con la punta de uno de mis dedos delicadamente, tarareando lo que intencionaría como una cancioncita de suspenso.
  Deje mi dedo en el corcho de una botella de vino tinto. Era un malbec de una bodega que nunca había visto.

—¿Por qué no un Cabernet?.— Paul cuestionó mi seguridad, casi como un juego.

—El Cabernet es algo seco, no tengo intenciones de tomar agua por un largo rato.— Sonreí victoriosa y disfrutando su expresión, lo sentía sorprendido.

Tomo el cuello de la botella muy lentamente y subió sus dedos por el, hasta terminar en la boca de la misma justo donde mi dedo posaba. Llevo a cabo el acto sin despegar sus ojos de mi, mientras yo luchaba contra los impulsos de mi cuerpo queriendo tambalearse ante el.

Sus dedos entrelazaron los míos íntimos ante los invitados que, de hecho, en ese momento parecían no existir, dude por un momento, pero decidí alejar mi mano lentamente de la suya y dedicarle una sonrisa.

Escapando de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora