For no one

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Narra Paul

La noche en el Palacio no fue como me lo esperaba, por una orden de "respeto" a Su Majestad no podía encerrarme en el cuarto de Holly. Debíamos estar casados primero.

Malditas tradiciones y prejuicios.

Aunque no fueron una barrera para mis amigos y yo de pasar toda la noche fumando y bebiendo alguna que otra bebida que Brian nos facilito como permitido. Me hubiese gustado pasar la noche con Holly.

En cambio, dedique mi día entero por Londres, conociendo ciertos lugares que la castaña creyó que me gustarían. Luego de volver al Neal's pasamos por un lugar muy poco transitado, lleno de puentes y espacios verdes. Alguna que otra embarcación llamaba la atención con detalles algo peculiares en su decoración, Holly me aclaró que algunas eran utilizadas de hogares. Little Venice transmitía un sentimiento reconfortante.

Sentí la necesidad de nuevamente de insistir a Holly que me enseñe de lejos su casa Londinense. De mala gana aceptó.

Estaba ya algo alejado del Palacio, nos costo un tiempillo considerable llegar, pero era fácil de recordar. Allí estaba.

La casa se veía algo descuidada.—¿Crees que tu madre y el viejo ese estén dentro?—Pregunté casi en un murmuro al notar las persianas cerradas en plena tarde.

—No lo sé...—El tono de su voz me dolía un poco.

—¿Como se llama tu madre, Holly?

Suspiró.—Michelle.

—Ma belle. Mi bella.

Me dedico una sonrisa algo forzada.—¿Sabes francés?

—Un poco. Su nombre me inspiro esa pequeña rima.—Contesté.

Tomé a Holly por la cintura, decidí que lo mejor sería encaminarnos a un lugar mas feliz dentro de sus recuerdos.

Fue así como concluimos el día en Greenwich Market, un comercio dentro de una de las hectareas de Greenwich donde vendían artesanias varias. La castaña creyó en que debíamos comprarle un presente a Cynthia y a Julian.

Dentro de mi, me preguntaba si su amiga de cabellos dorados le habría comentado que mi queridisimo Lennon ya tenia en sus manos los papeles correspondientes del nuevo hogar que compartirían con Julian.

Por temor a que desconozca la noticia preferí no entrometerme con comentarios inoportunos que podrían  arruinar la armoniosa felicidad recuperada de Holly.

Emprendimos camino nuevamente hasta el Palacio a reencontrarnos con el grupo y Brian. Tuvimos que brindarle un pequeño concierto privado a la Reina, luego de su preciada hora del té.

Había llegado la hora de cargar nuestras pertenencias e irnos de Londres.

En el aeropuerto de Londres siempre hallaba a alguien que lograba desorientarme de mi camino pidiéndome un autógrafo. Esta vez, tal como sucedió meses anteriores, me volví a "perder" dentro del aeropuerto en un intento de ir solo al baño, varias azafatas estaban dispuestas a salir de su rol para hablarme de manera idecente.

—Disculpe.—Intenté llamar la atención de un hombre que lavaba sus manos bajo uno de los grifos del baño en un intento de pedir ayuda para llegar a mi vuelo.

—Diga, Joven.—El señor me observo.

Su cara me resulto familiar.—Oh.—Era el hombre que meses atrás en el mismo aeropuerto me habría pedido un autógrafo.—Que coincidencia.

—¿Se acuerda de mi?—Estrecho su ya seca mano con la mía.

—Por supuesto. Usted me pidió una firma meses atrás. ¿Viajará?

Escapando de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora