Desde la Corona

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Narra John

Carraspeé la garganta antes de comenzar a cantar.—"Julia... La mitad de lo que digo no tiene sentido... pero lo digo sólo para alcanzarte..."

Deje de tocar la guitarra, una taza de té se posó sobre la mesa en la cual estaba sentado. Visualicé los algo viejos dedos de mi tía, Mimi Smith.—¿Le hiciste una canción a tu madre?—Su frialdad se podía confundir fácilmente con desprecio.

—No.

Desde que era un niño mi madre me abandono en brazos de su hermana, estricta y frívola hermana. Mi madre solo se aproximo como si fuese una amiga más en mi adolescencia, hasta que un policía borracho la atropello en la esquina de la casa de Mimi a mis 17 años.

Lo único bueno que me había pasado desde que Julia murió, fue conocer a Paul, quien no me dejo caer. Luego me di cuenta que también tenía a Cynthia.

—De que te sirvió que te enseñé modales.—Murmuro cascarrabias, sentándose frente a mi.—¿Sigues con la idea de casarte con esa mujerzuela?

Suspiré.—Si, me casaré con Cynthia.—Hice énfasis en su nombre.

—No me parece una mujer nada decente.—Tomo un sorbo de su taza.

Julia hizo de mi una primavera entrecortada, pero desde que supe que sería padre, una silenciosa esperanza despertó dentro de mi.

—Mimi...

Me miro.

—Falta poco para que Julian nazca.

Llevó una mano hasta su frente, como si recordar aquello le causara migraña.—Hoy llamo Brian.

Maldije a mi representante.—Le dije que hoy estaría contigo para que no me moleste.

—John, debes ir con tus amigos.

Las imprevistas palabras de Mimi me causaron gracia.—Jamas te oí decir eso, que te hizo cambiar de opinión, ¿eh?

—John, me refiero a que...—Rodeo los ojos y se levanto para posar una de sus manos en mi hombro sobre la pequeña mesa que nos separaba.—Les llegaron cartas con membrete de OHMS (On Her Majesty Service).

Palidecí y me levante.—¿Me reclutaran en el ejercito?

—No me lo explicó, pero apenas te enteres deberás decirme.

Asentí ante las palabras de Mimi algo dudoso. Podía ser estricta y frívola, pero desde que mi tío murió jamas la deje sola.
  Tome mi abrigo alistado y me encamine directamente hacía el hogar temporal que compartía con mis amigos.

Alistarme en el ejercito, lo único que le faltaba a mi vida para volverse más irritante.

Al abrir la puerta me tope con Ringo, bastante feliz.—Llegaste Jonnhy.

Lo miré.—¿Que es esa cara de idiota?

—La reina quiere vernos, amigo.

Sonreí.—Que casualidad, ahora iré a tomar el té con el Príncipe Carlos.

El tonto de Brian apareció.—De verdad, tendrán que aceptarlas.—Acomodó su corbata.—Estoy yendo a buscar a Paul, desde ayer no ha vuelto.

—¿Para que nos quiere ver?

—Quiere nombrarlos parte de la orden del Imperio Británico.—Respondió.

Ante mi mirada de "Que mierda es eso", Ringo aclaró.—Caballeros de la Realeza.

—Mulas del imperio.—Bromeé, aunque me pareció fascinante.

—Como sea, no la rechaces John.—Al tiempo de que Brian terminaba de decir eso, dejó de acomodarse las mangas.

Escapando de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora