Oh...Girl.

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Narra Holly

Podía ver mi respiración evaporarse lejos de mi rostro, victima del frió de la madrugada.
Creí que el autobús tardaría mucho en pasar, por suerte no fue así.

En un principió, no iba a asistir a tal descabellada "cita", pero ver dormir a Paul dormir plácidamente luego de tanta distancia, me hizo sentir extraña.

Era muy bueno para ser real. Las dudas, las conferencias de prensa, los prolongados viajes y la película que recientemente estrenaron. 

Absolutamente todo vino a mi mente antes de que decidiese dormir. No pude pegar los parpados en toda la noche.

Tal vez Derek tenía algo interesante que decirme.

En cuestión de 10 minutos llegué a mi destino, no estaba tan lejos de allí. Fui una perezosa al comprar boleto de bus, pero quizás me ayudaba a encontrarme un rato más con mis pensamientos.

Allí estaba la cafetería, ya estaba abierta, para los empresarios como Derek, quienes no compraban a los señores cafeteros de las calles.

Los señores eran agradables, la gente con dinero nunca se daría el gusto de conocerlos.

Al entrar a la cafetería me lleve la sorpresa de encontrarme con varías personas administrativas desayunando, algunos leyendo el periódico, mientras en un extremo un lustra zapatos se esmeraba en ganarse la vida.

Mis ojos se detuvieron en un sujeto 8 años mayor que yo, en uno de los  asientos tapizados de las mesas.

Llevaba su traje en una tonalidad gris, su corbata era azul.
Desde lejos se sentía su arrogancia.

Me encaminé a sentarme en frente de Derek, con cara de pocos amigos.

—Buen día, querida.

—Buen día.

—Te pedí un café.—Intentó sonar amable.

—Gracias, supongo.—Acomodé mi abrigo a uno de mis costados.—¿Esto demorará demasiado?

Sus labios curvaron una sonrisa.—Claro que no, debo entrar a trabajar en breve.—Hizo una pausa, la mesera dejó dos tazas de espumoso café frente nuestras narices.—Verás, cariño...

—No me llames así.—Determiné tajante.—Ve al punto.

—Mi primo Stuart, ¿lo recuerdas?—Hice una mueca.—El me dijo que comenzaste a salir con un sujeto...—Hizo otra maldita pausa.—Y cuando me enteré quién era fuí directamente a verlo.

No esperé aquello, me mostré incrédula.—¿Cuando fuiste a ver a Paul?

—Hace algunos meses.—Juré notar ligera satisfacción en su rostro, probablemente comencé a notarme nerviosa por su suspenso.—Me dijo sin conocerme que nada tenía que ver contigo.

—Bien, ¿y?

—Sabrás que soy amigo de Peter Asher, ¿verdad?

No recordaba aquel nombre, pero me sonó bastante familiar, más allá de que así se llamaba el repugnante esposo de mi madre.—¿Asher?

—Es el primo de Jane Asher.—Aclaró.—Luego de conocerte, tu tan defendido novio siguió estando con ella. Su primo lo sabe.—Tomo un pequeño sorbo de su taza.

Me mordí los labios, para evitar reírme.—¿Y crees que tu bochornoso relato me dirá algo?

—Jane estuvo en varios hoteles coincidentes con el en los últimos meses.—Dejó su taza para sacar algunos papeles de un portafolios del maletín a sus pies, parecía una película de agentes secretos.

Escapando de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora