Capítulo 2

860 113 5
                                    

Amaba colarse en aquella capilla cuando el sol jugaba a las escondidas y la luna lo intentaba en plena oscuridad hallarlo. El verlo sobre aquellos andamios, los cuales lloraban cada vez que eran movidos.
Más que contemplar los nuevos frescos que la anterior noche eran diferentes, pero la verdadera arte se concentraba en su mirada, aquellos ojos felinos, su piel igual que clara como la nieve, en la cual estaban esparcidas manchas de pintura y yeso; cabello oscuro igual que su mirada se encontraba esparcido por su frente.
Se sentía tan agradecido de poder contemplar esa tranquilidad que no sentía cuando escuchaba sus quejas en el momento que el sol salía de su escondite.

Vaticano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora