Capítulo 6.

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- ¿Por qué sonríes? - El rostro de la rubia se torna en confusión. 

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno, tu vida no parece muy agradable... tu hermano, la gente del pueblo... estás rota, ¡rota por dentro! Pero a pesar de ello no has dejado de reír en todo el día, ¡hasta cuando me contabas todas tus desgracias sonreías levemente!

- Oh, Ariel, es sencillo, ¡porque la sonrisa es el mejor pegamento que existe para unir los pedazos del alma! - Dice Andy con una gran sonrisa en su rostro (como no). Me quedo en silencio, sobresaltada, confusa, no acabo de comprender su respuesta. - Ya lo comprenderás más adelante. - Dice como si me hubiera leído la mente. - Ahora será mejor que te vayas a dormir y asimiles toda la información, ya sabes. - Ríe. 

- Sí, está bien. - Me levanto y sigo a Andy a través de la sala hasta que llegamos a un pequeño cuarto. La rubia habre la puerta y dentro hay una habitación. Me hace una señal para que pase. La habitación es pequeña pero tiene todo lo que necesito: una cama. Las paredes están pintadas de rosa salmón y el suelo es de contrachapado, eso hace que el lugar sea bastante acogedor. El techo es de cristal al igual que en el resto de la casa lo que me permite ver el cielo el cual comienza a tintarse en tonos naranjas.

-Buenas noches. - Escucho el chirriar de la puerta a mis espaldas e inconscientemente me giro y bloqueo la puerta con una raíz que emana de debajo del contrachapado, agrietándolo. Durante unos segundos el silencio invade el lugar. ¿Qué estoy haciendo? Recupero el control sobre mis movimientos y retiro la raíz lentamente. Andy se asoma tras la puerta. - ¿Ocurre algo?

- Y-yo... lo siento, mañana lo arreglaré. - Digo dirigiendo mi mirada al agujerito astillado, al rastro que había dejado la raíz. - Buenas noches. - Digo, y Andy se retira sin decir nada, cerrando la puerta  tras de sí. Suspiro. Me dejo caer sobre la cama dejando así rebotar mi cuerpo, el cual en estos momentos solo es un simple contenedor sin energía de un alma desbordante de preguntas. Pero preguntas con respuestas que solo me confudirían más y más... ''Supongo que todo a su debido tiempo, Ariel'' me digo. Noto como los párpados comienzan a pesarme... entonces sonrío "Con que el mejor pegamento para el alma, ¿eh?" y finalmente el sueño se apodera de mí.

Noto como el viento zarandea mis cabellos, el silencio, el amor, la paz. Acaricio suavemente la hierba que se encuentra a mi alrededor. Entonces alguien agarra mi mano, con dulzura. Lo noto cada vez más cerca hasta que su respiración retumba en mi oreja. Me esfuerzo por abrir mis ojos. Lo intento y lo vuelvo a intentar, pero todo esfuerzo es inútil. Quiero saber quien es esta persona y que es este lugar, quiero saber que es esto que me hace sentirme tan... tan bien.

- Ariel. - susurra una voz dulce, acogedora - Ya no estás sola.

Estas palabras se repiten como un eco, retumban en mi cabeza, cada vez más y más alejadas..."ya no estás sola... ya no estás sola... ya no estARIEEEEEEEEEL"

Esta última palabra casi me rompe el tímpano lo que provoca que me despierte y levante sobresaltada golpeando así la frente de mi compañera, la cual oigo como se queja. Oigo pero no escucho, ya que estoy demasiado sumida en mis pensamientos. ''¿Sólo era un sueño?'' me digo. 

- ¡Parecía todo tan real! - Exclamo esta vez en alto. Finalmente veo una mano balanceándose irrumpiendo en mi campo visual, devolviéndome así a la realidad. 

-¡Tierra llamando a Ariel! ¿Me escuchas? 

- Oh, claro claro, buenos días. - Digo intentando dirigirle la mejor de mis sonrisas. 

- Vaya, se te ve contenta. - Añade Andy con una pizca de... ¿de desconcierto, quizá? en su mirada. Yo solo sigo sonriendo. Después de permacer en este duelo ''mirada vs sonrisa'' durante unos segundos mi sonrisa sale vencedera, ya que Andy acaba suspirando y apartando la mirada. - Pues me alegro de que así sea. Venga, vístete y prepárate, tienes que ir a hacer la compra. 

- ¿La compra? -Titubeo. - No sé yo si... - Pero no me da tiempo a terminar de hablar ya que Andy ya me está empujando fuera de la habitación. 

- ¡Rápido! ¿Quieres quedarte sin comer? Por lo que veo ayer te dormiste vestida así que ya estás lista. - Ya estamos a la salida de la casa, bueno, yo ya estoy fuera, sin peinar, con la ropa toda arrugada y con la babilla aún resbalando de la comisura izquierda de mis labios... resumiendo: medio zombie. Entonces Andy me tiende un trocito de papel. - Esta es la lista de la compra. Para llegar al mercado tienes que girar en el segundo desvío a la izquierda, bajar hasta llegar a una placita y ahí tomar  la sexta calle, sigues todo recto hasta el siguiente cruce y giras a la derecha.- Y sin más me cierra la puerta en las narices. Permanezco inmóvil unos segundos intentando asimilar toda la información recibida, mirando la puerta de metal amarilla que se  encuentra frente a mí.

- ¿Qué? - Digo al fin. Suspiro y me rasco la cabeza. No puedo quedarme aquí todo el día mirando la puerta como una imbécil. - Al menos tengo que intentarlo... vamos a ver... no tiene que ser tan difícil... - Y comienzo a caminar mientras me limpio la babilla, sacudo un poco mi ropa (en un intento de que no se vea tan arrugada) y  trato de peinarme un poco. - Primera calle a la drecha... sí, juraría que dijo eso... - Voy susurrando para mí calle abajo.

...

Cierro la puerta detrás de mi y me apoyo sobre ella. Puedo escuchar el silencio que repentinamente se ha apoderado del lugar... escuchar el silencio... que irónico, ¿no? Suspiro. ¿Qué voy a hacer? Llegarán pronto. Sabía que no iba a poder esconderla durante mucho tiempo, pero vaya, esperaba que algo más de un día sí. ¡Maldita sea! ¿Esto es todo lo que soy capaz de hacer? Entonces el apacible silencio se ve interrumpido y no puedo evitar sobresaltarme, ¿acaso estoy asustada? Suspiro de nuevo, solo era la tos de Drew. Veo que uno de los cristales del techo está levantado, no me había dado cuenta hasta ahora del frío que hacía aquí dentro. Me relajo y me acerco a mi hermano, mis pisadas retumban en la habitación. Lo cubro con una cálida mantita de lana azul que reposaba al pie de su cama y permanezco mirándolo un rato, sonriendole levemente, pero de nuevo su tos me desapanpa, de nuevo su tos rompe el silencio durante un segundo, pero este regresa y vuelva invadir la estancia tan rápido como la luz... y recuerdo el cristal levantado. Sin pensármelo me subo a la mesita de noche que hay a mi izquierda, pero el techo está demasiado alto. Me estiro cuanto puedo, solo queda un mísero centímetro para alcanzarlo. Entrecierro los ojos y uno de mis pies avandona su punto de apoyo. Y finalmente doy un pequeño salto... pero no alcanzo el cristal. Ahora el silencio de verdad ha desaparecido. Oigo como el techo se derrumba, los cristales tintinando contra el suelo... es el mismo sonido de aquella vez... de ayer... cuando destruí la barrera que cercaba el mundo de Ariel, el sonido de la destrucción. Finalmente la mesita de noche y yo caemos. Lo siento, Ariel, ellos ya están aquí.

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