Capítulo 2.

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...y comienzo a leer.

Hola, Ariel.

Si estás leyendo esto es una buena señal, tus poderes se han activado, ¡felicidades! Además, ¿recuerdas cuando te dije eso de: "algún día lo comprenderás"? Si no lo recuerdas no te culpo, para mí aún ha sido hace unas horas pero para ti ya habrán pasado años... Bueno, pues hoy es ese día. Te explicaré el poder de ese anillo, el porque tu eres especial. En el mundo hay cinco anillos como ese que muy poca gente puede controlar debido a su enorme poder, quizás tu seas la única, pero prefiero no confirmarlo ya que aún no sé bien lo que se encuentra allá afuera. Cada uno de eses accesorios te da el poder de un elemento, exactamente de los siguientes: plantas, viento, fuego, agua y espacio. ¡Ah! pero no estoy hablando del mundo que tu conoces, Ariel, ¡hay tantas cosas que aún no sabes! Y yo siento no haber estado ahí para enseñarte todo lo que se, siento no tener ahora tiempo para poder explicártelo en este cuaderno, siento haberte dejado sola, siento haberte fallado como padre, ¡lo siento! Ahora lo único que puedo hacer es dejarte mi voluntad, abrirte, facilitarte, un nuevo camino, el camino que te contará la verdad, que te mostrará quien eres en realidad. Podría explicártelo pero perdería el poco tiempo que tengo, solo lo comprenderás si lo ves por ti misma. ¡Suerte y mucho ánimo! Y ya sabes, sonríe siempre, ¡no dejes que la tristeza te venza!

Adiós Ariel, para siempre.

Estas últimas palabras no se llegaban a leer bien, la tinta estaba un poco corrida. Cuando me doy cuenta una lágrima está resbalando por mi mejilla, hacía mucho que no lloraba, ni siquiera fui capaz de derramar una sola lágrima cuando mi padre se marchó, porque yo... - ¡¡YO PENSABA QUE IBAS A VOLVER!! ¡¡CONFIABA EN TI!! - Grito, me seco esa lágrima solitaria, suspiro y me levanto. - Pero ya está... ah, y otra cosa, padre. No tengo pensado seguir tu voluntad, solo voy a seguir mi intuición. - Sé que no me escucha, que nadie me escucha, pero si no hablara por esa simple razón tendría que haber estado callada toda mi vida. Un ruido a mis espaldas interrumpe mis pensamientos. Me giro bruscamente y veo como la pared transparente se agrieta, es como si el cielo se estuviera rompiendo y antes de que me de cuenta un puño lo atraviesa y me golpea la cara lanzándome por los aires, pero por suerte no caigo, aún permanezco sobre la pasarela transparen... ¡¿qué?! Lo que antes era aire materializado ahora se había convertido en un terreno elevado de árida tierra donde las olas chocan bruscamente. Levanto la mirada y observo el hermoso espectáculo que está dando lugar frente a mí. La pared que antes bloqueaba mi camino ahora se está derrumbando dejando ante mí un hermoso bosque, un bosque como nunca antes había visto, pero vaya, la pared es mucho más grande de lo que pensaba, tanto que no alcanzo a ver el final ni hacia arriba ni hacia los lados. Miles de cristales rompen y caen al agua creando un sonido que me resulta realmente agradable, es el sonido de la destrucción, y allí, a unos metros de mi, una silueta permanece paralizada observándome. Es la persona que destruyó mi obstáculo, pero también la que me asestó un puñetazo ya que tiene el puño extendido. Parece tan sorprendida como yo, así que no me lo tomaré a mal.

- Oye, ¿quién es esta tipa tan rara? - Dice un chico alto, con cabello azul oscuro (y rebelde) y unos ojos a juego con su pelo, saliendo de detrás de uno de aquellos verdes y frondosos árboles, cabe añadir que va armado, concretamente con dos dagas. La chica lo ignora por completo y continúa observándome. Me he dado cuenta de que también ha echado un vistazo rápido a mi anillo. Ella también es alta, más o menos de la altura del peliazul, rubia, rubia como el rayo, con flequillo recto y el pelo hasta los hombros. Tiene el ojo izquierdo tapado con un parche y el único que se ve es azul. Debe tener unos años más que yo.

- Yo... mi nombre es Arie... - La chica reacciona ante mis palabras y tras un pequeño destello aparece detrás de mí sin dejarme terminar. Es rápida, nunca había visto a alguien con el don de la rapidez, allá donde yo nací la gente solo controla el agua y en casos especiales la tierra. Me está tapando la boca impidiendo que hable. - Hmmm, hmadkmmmg. - Es tan imposible vocalizar como resistirse, ¿esta tía también tiene el don de la fuerza?

- Demon, deberías irte, esta chica necesita lavarse y cambiarse de ropa. Mira su pelo, ¡parece que tiene mechas marrones sobre su cabello blanco! - Dice un tanto nerviosa toqueteando mi ropa y pelo. El chico no se muestra del todo convencido y no aparta la vista de mí. la chica se percata y entonces añade: - Además, te tienes que preparar para los juegos, sólo queda medio año y entre que llegas a tu hogar se quedará en... mmm... 3 meses, deberías darte prisa. - Demon no se inmuta, tarda unos segundo en cambiar la expresión de su rostro, que hasta ahora había sido seria, por una gran sonrisa.

- Está bien, ¡nos vemos en los juegos Andy! - Pero no se mueve y continúa sonriendo mirándome. Está empezando a resultar incómodo. Le muerdo la mano a la rubia, que al parecer se llama Andy, haciendo que me suelte rápida y bruscamente.

- ¿Qué? - Le digo molesta al chico. - ¿No te ibas?

- ¡Ah, sí! Es cierto. - Y sale corriendo. ¿En serio ya se había olvidado? Bueno, ahora tendría que encargarme de... ¿Andy? Ya no estaba detrás de mí.

- A ver tortuga, ¿te vienes? - Me giro mirando al frente de nuevo y allí estaba la rubia, unos metros por delante de mí. Dudo, todo es muy raro, ¡demasiadas cosas extrañas en tan poco tiempo! En apenas unas horas mi vida ha dado un giro de 360°, y en cierto modo estoy muy feliz por ello, ya me había cansado de mi rutina. Me despertaba y lo único que hacía era soportar las burlas, las malas caras, y la soledad. Resultará irónico pero la soledad era mi única compañera. Finalmente me levanto, creo que esta tal Andy puede tener las respuestas para algunas de mis preguntas.

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