Hora de confesiones

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Alfred salió de la habitación. Lo decidirían en conjunto, y luego se lo contarían. Teutia levantó la mano

- Pagar el noventa y tres por ciento de todos los daños causados?

Atlantis la alzó acto seguido.

- Teutia. Te respeto muchísimo, y no creo equivocarme cuando digo que eres la fuente de referencia de todos los países vivos, pero debo estar en contra tuya. Llevo viviendo en el fondo marino durante cuatro mil años, y durante este tiempo, nunca me ha ocurrido ningún percance. Salgo a la superficie, y de pronto, medio mundo desaparece. Entiende, que yo por lo menos tengo miedo. Me gustaría que ese... no se cómo llamarlo... estuviese un poco más controlado.

- Estoy de acuerdo con la señorita Atla.- Añadió Austria. Entonces, el antiguo ducado de Prusia se dio cuenta, que por primera vez en una reunión mundial, los países no iban a tratar de tirarse de los pelos e insultarse entre ellos, en otras palabras, joderse. Por primera vez, iban a tratar de llegar a un consenso debido a la grave situación en que estaban.

A un consenso se llegó. Para empezar, la propuesta de Teutia se dio por buena. EE.UU. debería pagar el noventa y tres de todos los daños. También se le prohibiría volver a fabricar, comprar o interactuar con armas atómicas. Se expulsaría a los EE.UU. de las asambleas por tiempo indefinido. Por petición de España, quien había hablado en nombre de México, se construiría un muro en torno al país de la libertad, no sólo en su frontera con américa latina, sino también con Canadá. Se prohibiría además el comercio entre Alfred, y el resto de potencias.

En otras palabras, la economía estadounidense caería, junto con su política, sus relaciones inter e intra continentales, su poder a nivel mundial, y se le aislaría del mundo. No sólo eso. Debido a todo el dinero que ahora debía pagar, y a las deudas que ya tenía, y a que ninguna multinacional volvería a invertir el él, lo iba a pasar mal.

EE.UU. volvió a entrar a la sala, donde se le comunicaron las decisiones del consejo. Cada año un país iría a supervisar si se estaba llevando a cabo lo pactado. Sonaron las seis de la tarde. EE.UU. miró a sus jueces con la impotencia de quien ya no sabe que hacer. Él, pais de la justicia, la policía, la libertad, les había fallado a todos:

- Teuti- La chica se giró hacia quien cien años atrás, con mano de hierro había ordenado su fusilamiento, y ahora la llamaba desde la más absoluta miseria.

- Si?? Que pasa??

Los países ya habían abandonado la sala, y una vez Alfred regresase a su casa, ya no podría volver a salir.

- Yo... siento lo que ha pasado. Lo... lamento... Pero yo no... No lo se. Ya se que todos me ven como un monstruo.

- No te preocupes, de todos modos, las cosas siempre se terminan arreglando, luego vuelven a empeorarse, y mejoran otra vez.- Maldita sea, aquel idiota... Qué es lo que esperaba conseguir. La había fusilado.

- Lo que quería decirte, es que, yo no voy a poder cuidar la estatua de la libertad. Lo más probable, es que en un tiempo todo mi sistema se venga abajo, y, me gustaría cedértela por tiempo indefinido, hasta... hasta que todo esto termine, después de todo, tú eres el nuevo país de la libertad y la paz.

- ... ... ...- Hablaba en serio? Cierto es que en un tiempo ya no tendría dinero ni fuerza suficiente como para hacer frente a los cuidados y restauraciones de su estatua, pero cederla???? De verdad debía estar desesperado.- Yo... Bueno... De verdad está bien aceptarla??- Preguntó con incredulidad.

Un lo siento, no nos basta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora