Otra cita más... Y muero

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He estado de exámenes, así que últimamente no he podido subir nada, pero como ya los he terminado, trataré de volver a ponerme un ritmo constante de subir cada fin de semana.

Bueno, pues este es el capítulo de hoy, que lo disfruteís, y si os gusta, pues podeis votar o como querais:


Se hizo el silencio.

- Creo que ya se de quien se trata.

- Mh...???

- La cicatriz que tiene en la mejilla, es el corte que le hizo Alfred, verdad?

- Si.- Entonces, fue una de las primeras veces que Scott vio a su hermano poner tal expresión en su rostro. Una mezcla, entre cariño, melancolía, y ternura.

- Te quiero Scotti.- Finalizó mientras le ofrecía una de las cuatro o cinco muestras de cariño, que le brindaba al año.

En forma de un beso y abrazo. Tras lo cual marchó a su habitación para reflexionar, para reflexionar sobre lo hablado.

Pero por primera vez en mucho tiempo, se iba a la cama contento. Consciente de ser adoptado, consciente, de haber fusilado a su hermana, pero consciente de que le querían. Que su temor a ser abandonado en cuanto descubriesen la verdad, era infundado, y sabedor, de que por fin le habían contado la verdad. Se fue a la cama feliz, habiendo olvidado momentáneamente los hechos sucedidos hacía seis días.

Scott se quedó en la cocina. No parecía conveniente contarle lo otro ahora. Si estaba alegre, le dejaría así. Esperaría uno o dos días para contarle lo segundo.

Catorce días después, se realizaría la repartición de territorios en una nueva junta.

La gran mayoría de los países no solicitaría nada, ya estaban bastante ocupados, como para añadir algo más, y que encima, fuesen territorios inútiles y muertos. No estaban como para hacer de niñeras.

Inglaterra, lo tenía claro, por fin, tras 2000 años, conquistaría Francia. Teutia, era consciente, que los territorios rusos ya le pertenecían a ella, debido a que era la capital del país.

Canadá no iba a pedir nada, Japón solicitaría a China, e Italia, quería meter mano en los territorios alemanes. Austria también. De paso, así le pediría a Hungría criarlo juntos. Lo suyo sería un dos por uno, ganaba tierras, y a Hungría.

Roderick se reclinó en su sillón. Quedaban 13 días. 13 días. Quería los territorios de su hermano, ya le echaba de menos. Si consiguiese los territorios de Ludwig, podría tal vez resucitarle. Una vez lo había visto hacer. Bueno, no había visto como lo habían revivido. Simplemente, sabía que aquel maldito de Prusia, desafiando a todas las leyes de la naturaleza, sin haber ido al colegio, sin haber estudiado, sin haber... Nada!!!! Le había resucitado, le había traído de nuevo a la vida con sus nulos conocimientos de biología y genética, había retado y desafiado a la muerte, y la había derrotado llevándose como premio, el alma de su hermano. Él también podía hacerlo, también era capaz!!!! Él, siempre había sido igual o mejor que Prusia. Y ahora, una vez muerto, seguía ahí, susurrándole al oído: Yo sin tener ni idea, resucité a Alemania. Yo sin haber estudiado música, aprendí sólo, cree los mejores conservatorios de Europa, y te enseñé a tocar la flauta y piano. Yo que sin ayuda aprendí por mi cuenta, siempre fui mejor en música y armonía que tú, quien nunca dejaste de estudiar. Yo, que mis tierras eran la gran mierda de Europa, que ahí no crecía nada, estériles a todas luces, conseguí que diesen cuatro cultivos al año. Yo, una asociación de mierda de frailes católicos constructores de hospitales, levanté el ejército capaz de inspirar miedo a Rusia. Yo, el mayor, quien se levantó sin ningún apoyo, contra la Francia napoleónica. Yo, el chivo expiatorio de Alemania, capaz de sacrificarme por mi hermano con voz firme, sin temblar, y extender la mano hacia el rostro cadavérico de la muerte, como si de una vieja amiga se tratase.

Un lo siento, no nos basta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora