trettjin

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Algo de verdad tiene que salir mal cuando últimamente las cosas te habían andado de maravilla ¿no?

El mundo era cruel. No soporta ver a los demás felices cuando él se encuentra triste o molesto, pero ¿por qué nunca le ha gustado verme feliz? Me había pasado los últimos días muy feliz con mis amigos, y con Jungkook pero no todo dura para siempre.

Jungkook se había ido sin haber dirigido palabra alguna a mis amigos. Ni siquiera me detuve a tomar algún abrigo antes de salir en su búsqueda, había comprendido por qué se había ido, puesto que mis amigos me dijeron que él me estaba buscando y que regresó en poco tiempo, ellos habían pensado que él y yo nos habíamos peleado, pero las cosas no fueron así; todo fue planeado por Juyeon, y su obsesión de regresar conmigo.

Llevé nuevamente mi celular a la oreja, era la décima vez que le llamaba a Jungkook pero como las otras veces, la contestadora me decía que el celular se encontraba fuera del área de servicio. Nunca creí que fuese tan desconfiado y que actuara sin pensar, ni siquiera me había dejado explicarle. Hacía unas horas le confesé mis sentimientos por él pero eso no evitó que se fuera.

Juyeon me besó. Supuse que él había visto eso. Juyeon insistió en que quería hablar conmigo y arreglar las cosas; quedar como amigos. Sin embargo, todo lo planeó perfectamente pues esperó a quedarme a solas con mis mejores amigos los cuales me convencieron en que no había nada de malo en que lo dejara hablar y lo perdonara. Jungkook, Namjoon y Yoongi habían salido por la cena, pero también estaba seguro que Juyeon sabía que el único restaurante estaba cerrado y como no llevaban dinero mas que para la cena regresarían porque la camioneta de Taehyung no tenía gasolina. Al menos eso fue lo que escuché cuando bajaba las escaleras y antes de que me dijeran que Jungkook había subido a buscarme y que después bajó hecho un lío.

— Mierda, Jeongguk, contesta el puto teléfono.

Pero no importaba cuantas veces le llamara ni cuantas veces maldijera al celular, él no iba a contestar. Sentía un dolor en mi pecho porque cada vez me acercaba más a la estación, por suerte podría alcanzarlo antes de que se fuera porque estaba seguro que él se iría. No esperaba que el trafico jugara en mi contra, pues justo cuando llegué, el último vagón del tren desaparecía de mi vista.

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