No me dejes

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Narra Stanley

Me desperté cansado y refregando mis ojos me levanté. Sin preocuparme por mi desordenado cabello, salí de la habitación y fui escaleras abajo dirigiéndome a la biblioteca. Empujé la gran puerta y entré dando un bostezo, al abrir los ojos me extrañó no ver a mi padre leyendo en el sillón, de mi madre no me sorprendía pues podría estar en cualquier parte del castillo. La biblioteca silenciosa, más de lo que normalmente está, se encontraba vacía a excepción de la persona que miraba parado por la ventana.

— ¿Will sabes dónde están nuestros padre? — Tardó un rato en contestar de una forma tosca y cortante.

— lejos de ti seguro.

— ¿Qué?

Al no haber respuesta me acerqué y de forma brusca lo agarré del hombro y lo obligué a mirarme. Y entonces me congeló, me congeló sus ojos. Fríos. Cortantes. Sin vida. Se alejó de mi agarre de forma suave.

— … ¿W-Will?

— Lo siento Stanley — Me miró y sonrió tétricamente — Ya no te necesito.

Aún congelado lo miré desde mi lugar yendo a la puerta. Él se iba, y yo solo estaba quieto sin poderme mover, sin poder reaccionar a lo que pasaba.

Frío

Frío fue lo que sentí en mi cuerpo. Entonces comencé a temblar. Entonces comencé a reír. Entonces comencé a llorar. Entonces comencé a perder el equilibrio.

Y entonces caí.

— Will...

Él se iba, y yo solo estaba quieto sin poder moverme, sin poder reaccionar a lo que pasaba. Lo miraba mientras temblaba del frío, mientras reía de la impotencia, mientras lloraba de la frustración.

— No te vayas...

Él se iba, y yo solo estaba quieto sin poder moverme, sin poder reaccionar a lo que pasaba. Y dejé de temblar cuando entendí que sólo yo era el que se congelaba, y dejé de reír cuando entendí que esto realmente estaba pasando, y dejé de llorar cuando entendí que ya era tarde.

— No me dejes...

Él se fue, y yo solo me quedé quieto sin poder moverme, sin poder reaccionar a lo que pasó.

Me quedé quieto sin poder sentir nada.


















Y me desperté, me desperté con frío a pesar de las sábanas que me tapaban, me desperté con una sonrisa que no podía deshacer, me desperté con mis pupilas rojas y las mejillas húmedas. Y me calmé al entender que eso no fue real. Me tapé la cara con un brazo y reí suavemente.

— Will, no sabes la horrenda pesadilla que acabo de tener — Me saqué las lágrimas de mi rostro y me senté en la cama — Soñé que tú me dejabas... que te alejabas de mí — Sonreí de forma vacía y triste —Lo sé, muy estúpido. Tú nunca me dejarías ¿Verdad?

Asomé mi cabeza por el borde de la cama para quedar dado vuelta mirando el acolchado vacío con las sábanas tendidas y muy bien ordenadas. Estando en shock me entró un terror descomunal, se me formó un nudo en la garganta que no me dejaba respirar. Y aún así me bajé para salir de la habitación desesperado.

Abrí puerta por puerta sin importar todas las miradas asustadas de los demás sobre mí. Empujé a todos los que me estorbaban en el camino, y cuando en la última puerta él no estaba me empezó a doler el pecho y las lágrimas amenazaban con salir. Corrí a las escaleras y repetí la acción de abrir cada puerta que veía.

Fue en un pasillo donde después de pasar de largo una estatua a la que no presté atención, entré a una pequeña habitación con estanterías llenas de libros y en el fondo de esta ahí estaba, riendo.

Y no estaba sólo

Me quedé quieto sin poder reaccionar. Will al notar mi presencia me miró sorprendido y luego con pánico. Se me acercó lo más rápido posible y me sostuvo de los hombros.

— ¡Stan! Tus ojos... — susurró — ¿Estás bien?

Lo miré dos segundos y sin responder a su pregunta lo abracé. Lo abracé lo más fuerte que pude, para poder sentirlo, para poder cerciorarme de que era real, para saber que él estaba ahí. Ahí conmigo.

— ¡No te atrevas a alejarte de mí! ¿¡Oiste!? — Y lloré — ¡Te golpearé si lo haces idiota!

William sin entender muy bien lo que pasaba correspondió al abrazo y mientras encerraba su rostro en mi cuello, murmuro:

— No lo haré... Lo prometo.


— ¿Ya estás mejor? — Preguntó mientras me sobaba la espalda.

— Si... Dios, creo que hice un escándalo.

Estábamos sentados esperando al lado de una puerta a que salga la Madre quien nos pediría la razón por la que los dos chicos nuevos asustaron a más de la mitad de las niños del orfanato.

— Si, lo hiciste — Sonrió de costado — Pero no me sorprende eso de ti.

Suspiré y lo miré molesto — ¿Por qué estabas ahí? Tú nunca te levantas antes que yo, casi me dio un ataque cardíaco.

— Ah... Es que no podía dormir así que fui a la biblioteca a leer, además nunca creí que te pondrías así.

— Bueno, fue por otros factores también — me rasqué la nuca avergonzado sin saber si contarle sobre el sueño. Luego recordé la escena en donde lo encontré. Riendo cerca de aquél pelirrojo. Lo miré otra vez enojado — ¿Qué hacías en la biblioteca riendo con el chico poste?

— ¿Chico poste? — Me miró confundido y luego entendió — ¡Ah! Te refieres a Thomas, simplemente estábamos hablando — Sonrió — ¿Sabes? Creo que tenías razón respecto a los humanos, no todos son malos. Él me cae bien.

Eso me molestó, y luego de un rato sin seguir con la charla me sorprendí. Porque no era idiota, sabía bien que ese sentimiento era celos. Suspiré, respiré hondo y me calmé, que tenga un amigo no quiere decir que me deje de lado ¿Verdad? Entonces sonreí y lo miré.

— Me alegro de que tengas un amigo ¿Quién sabe? Tal vez ahora podamos hacernos amigos de todos aquí — entendí los brazos emocionado por la idea.

— Vamos despacio, estoy bien con Thomas y Camila por ahora.

— ¿Quién nombró a esa bruja? — Will negó con la cabeza y empezó a reír, al no poder contenerme comencé a reír también.

— Pasen, tenemos mucho de qué hablar — De la puerta en donde esperábamos salió una vieja aterradora con su atuendo negro.

Y claro, dejamos de reí.

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⏰ Última actualización: Jan 10, 2019 ⏰

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