Parte 4: Cautiva

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 Sangre. Cuantiosa cantidad de sangre, se derramaba espesa por la madera del árbol, y a pesar de la parda noche, se notaba con salvaje forma, la violencia y el sufrimiento causado y el que está por suceder; una premonición triste y sangrienta del futuro.

Sangre. Las tres miradas, temerosas, seguían el rastro de aquella sangre que, a gota espesa, cae en al suelo. El silencio perduró unos minutos, tal vez segundos. Entre eso, una ligera corriente de aire hace mover las hojas de los árboles y también al rojo cabello muerto de Naomi, dejando al descubierto unos ojos sin vida. Obvio estaba la sospecha de que fuera ella, pero nadie lo dijo, solo quedo implícito, aunque se confirmó al ver el delicado rostro de la joven. Ben, solo pudo ver los ojos; la profunda oscuridad de la nada, un poso sin agua, una caída interminable. Se pierde en una mirada muerta. En ese momento una voz extingue el silencio.

- Se lo llevaron—dice la chica, Paula García, entre depresión notable, y envuelta en lágrimas.

John, al oírla suspirar y hablar, se arrodilla al lado de ella, con porte amigable y alerta, brindando una confiada seguridad. Tocando el hombro de Paula, pregunta.

- ¿A quién? —dice con tono atento.

Ella le da una mirada a John, con expresión triste, consolable y aterrada con un miedo que se comparte con los presentes.

- A mi novio—anuncia paula. —solo caminábamos y-y-y-y...

Empieza tartamudear entre los mismos suspiros de ahogo y pánico.

- Calma, ya está segura. Todo estará bien—dice John, aplicando seguridad.

¿Cómo puedes decir eso? Piensa Ben, al escucharlo hablar. Yo solo vi sus ojos sin vida y me siento realmente mal, nada está bien. Pero lo que salía de la boca de John funciona, Paula, deja de suspirar en pánico y organiza sus ideas por unos segundos.

- Estábamos caminando y vimos dos extraños hombres, cargando algo. Él se acerca ellos y les pregunta: ¿Qué hacen? Ellos responden con gruñido, como si fueran animales, intentando asustarnos. Otros dos hombres aparecen atrás de nosotros, uno de ellos tapa mi boca y el otro, golpea a Chris; fue golpe, tras golpe, tras golpe. Entre en pánico al verlo ahí en el suelo, indefenso e impotente. Cuando lo noquean, con un puño final, lo arrastran, hasta desaparecer entre los árboles, entre la oscuridad, hacia allá—señala hacia el fondo, de un rastro de tierra y pisadas.

- De repente mi vista se vuelve oscura, después tapan mi boca con este trapo, y tampoco podía gritar. Y tampoco podía moverme, tenía miedo, tengo miedo, si tan solo fuera hecho algo—añade temblando, queriendo entrar en pánico una vez más.

- Está bien. Esta bien—dice el sheriff, acariciándole la espalda, regalándole la seguridad de su deber. —Calma. Nada de esto es tu culpa.

- Después de un minuto, que pareció eterno, no había nadie, me quito lo que tapa mi vista y me sentía sola, pero insegura. Volteo la vista un poco y la vi, la vi, la vi.

Vuelve a entrar en llanto, un llanto necesario, tanto que John ve el momento para no decir nada.

La calma se va escapando en el nuevo aire que viene del sur, trayendo el fuego que carboniza los seres, se escapa hacia arriba, hacia las nubes. Un paisaje, desde arriba, de árboles verdes, escondiendo lo más profundo y grotesco de una vida en una sola mirada, solo si te atreves a adéntrate en el bosque. Entre las hojas pasa el brillo de la luz de la luna, paseando un frio destellante, como un filtro de escalofríos de nuevos temores, atraídos por la sangre derramada de un cuerpo caliente, que antes era caliente.

Rumiaciones ObsesivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora