Parte 6: La legión

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Su cabeza, de forma pulsátil, por la tensión detrás de sus ojos, se manifiesta un dolor. Para él, la única medicina existente es un trago. Se concentra en la sensación caliente que cruza por su garganta y se concentra en su pecho. Pero lleva mucho tiempo sin beber, no quiere arruinarlo por un bache en el camino. La mente del comisario no estaba preparada para tal complejidad. Las pistas están puestas y el solo debe seguirlas con cuidado y cautela. Esperar, eso debe hacer, la chica de archivos llega a las ocho.

Las horas pasan, el amanecer aparece detrás de los árboles, desde el horizonte, entregando la luz del sol matinal escondido entre las nubes, esa mañana empieza agradable, sin ningún sol que moleste la vista de aquellos trasnochadores, los cuales toman su dosis de café, mientras sus pasos son seguidos por la música que llega a sus oídos por unos audífonos. Los ojos disfrazados por ojeras que, Ben, ve en el espejo de la sala. Lleva una mochila que cuelga de su hombro y una taza de café que deja en una mesa en la entrada. Sale de su casa una hora y media antes de que el timbre del instituto resuene. Esta vez prefiere ir en bicicleta, además, el clima está fresco, es un lindo día, para variar.

Por las calles de asfalto y una que otra de arena, sus llantas pasan danzantes y saltando. Solo maneja por calles poco transitadas. En el viaje su mente anda por la música variada y en aleatorio de su celular, es un poco de Green Day con sus canciones más clásicas, aunque el nuevo álbum a rompido en ventas, también Radiohead, además sus cantantes favoritas Bishop Brigs y Aurora, el, escucha sus refinadas voces en los momentos correctos, pero también otros artistas. El viento hace mover su ropa y cabello, hay veces que no necesita sostenerse, manejando sin manos. De alguna manera se siente libre volando entre melodías.

Se está acercando al colegio, lo sabe porque conoce las calles y además acaba de oír el timbre a lo lejos. Solo debe doblar a la derecha por aquella esquina, donde antes estaba un museo y ahora es una tienda. Ya lo hizo, ahora debe pedalear unos cuantos metros. Logra llegar a tiempo, alcanza el lugar donde se colocan las bicicletas, que está al lado de las escaleras de la entrada principal, llega antes de que el segundo timbre, el de aviso, vuelva resonar, si lo hace se cierran las puertas y ningún otro estudiante puede entrar. Mientras Ben aprieta el candado, su hombro es tocado por una mano delicada, voltea la mirada alzando una ceja y cerrando el entrecejo. El piensa que es alguna de las profesoras, el prefiere no tener que dar alguna excusa por eso su mirada. Pero al voltear la cabeza, de inmediato denotan los tonos blancos grisáceos de su cabello, es Abigail, que se estremece un poco al ver esa mirada distante de Ben, aunque la cambia de inmediato, por una sonrisa y una mirada más agradable. Ella también lo hace, da zapateos tímidos al suelo al saludar a Benjamín.

- Hola, Ben—dice ella.

Se queda en silencio unos segundos, observando una afligida expresión que ella oculta a simple vista.

- ¿Cómo Estás?

Nota en los ojos de ella tristeza, ella lo intenta cubrir con una sonrisa, pero Ben reconoce esos gestos. Atrás de ella, nota la silueta de Harris que se acerca a uno de los escalones y lo espera. En ese momento, Abigail, hace pasar sus dedos por los dedos de Ben. Dos manos se abrazan de forma recíproca, pero tal vez sea por razones diferentes, pero es aceptable lo cálido de sus pieles al juntarse. Ella va con confianza, tanto que puede cerrar los ojos y dejarse llevar con completamente, y, el, camina a su lado pareciendo complaciente. Mientras caminan por el pasillo de la escuela, se da cuenta que ella necesita sentirse segura, tiene miedo y lo siente por de su mano donde siente las pulsaciones latentes y que se intensifican cuando pasan junto a alguien. Entran en el salón de la primera clase, y ella desea que las horas no pasen tan rápido, la distracción es necesaria.

En la comisaria, la de archivos llega con media hora de retraso, es una señora de la misma edad del padre John.

- Necesito unos documentos del antiguo comisario, mi padre—le dice John, fingiendo una sonrisa.

Rumiaciones ObsesivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora