Segunda parte: el primer sacrificio.

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--¿Escucharon eso? —pregunta Harris. Desde el auto, a sus oídos acaba de llegar aquel aullido ahogado de una palabra sin terminar, desvaneciéndose al instante.

Por el tono de su voz, seca y preocupada, los que están dentro del auto se callan, el Sr. Green estaba por frenar hasta que Ben, habla.

-- Solo estas cambiando de tema—contesta Ben.

Al parecer Harris fue el único que escucho, así que lo olvida y bota el recuerdo, mientras mira hacia los árboles que pasan.

-- Después de todos los años juntos nos hemos respondidos muchas preguntas, pero la única que no ha tenido respuesta es, ¿Por qué no has salido aun con Lee? —dice Ben, con una sonrisa y una voz un tanto seria.

Pero Harris deja que conteste el silencio, porque Benjamín ya conoce la respuesta. Su timidez es su peor virtud. Al parecer el piensa, que eso que se llama amor, simplemente no existe y prefiere pensar que es tan solo un obstáculo, pero son excusas, bachillerías que cubren su baja autoestima.

Las ruedas siguieron su rumbo, calentando asfalto, mientras las hojas que caen "seguras" al suelo sin saber que les espera, una vez que caigan. Se adhieren a las llantas y se despegan en una vuelta, para ser expulsadas y volver a caer "seguras". Se dirigen hacia a uno de los suburbios de unas cuantas casas, "Las cruces". Tiene ese nombre porque las autopistas, si son vistas desde una altura considerable, se puede ver como forma de cruz. Cada línea tiene casas, que llevan varios años de ser construidas, con diseños rústicos, pórticos de maderas, todas con diferentes estilos. Cada casa alcanza la altura de dos pisos. En todo el barrio todos se conocen, pero no hasta el alcance de ser entrometidos con la vida del otro. Justo en uno de los brazos de la cruz, en una carretera cerrada, esta las dos casas donde viven Harris y Benjamín, vecinos desde niños. Ben, se baja del auto de inmediato, ni si quiera espera a que el auto frene; sus ansias de hablar con Abigail, son bastantes grandes; no pudo escribirle si tiene el celular en 0%. Por otro lado, Harris se despide y agradece el aventón, como siempre hace. El, camina hasta su casa y a la distancia, en el pórtico, esta su madre, lo espera con ambos brazos abiertos. El padre de Ben, ve esa escena y, por unos segundos, sintió nostalgia, pero la voz de la madre, le hace espabilar.

-- Gracias por traerlo.

El saluda, con una sonrisa agradable en su rostro y un leve movimiento de su mano, mientras en su mente dice: <<no hay problema. Fue un placer>>.

Cuando Harris apenas está subiendo las escaleras, ya Ben estaba encerrado en su habitación, pero antes de acostarse y verse unos cuantos capítulos de su serie favorita, se dará un baño. Mientras, Harris, se quita sus zapatos, se recuesta en su cama y toma un libro del estante donde tiene todos sus libros amontonados. Es una historia de terror sobre unos caníbales que viven en el bosque, unos jóvenes llegan a aquel bosque, lamentablemente se encuentran con ese horror y buscan la manera de sobrevivir a ello; es bastante intenso, según la portada, que es algo imponente. Se acordó de aquel libro cuando escuchó aquel grito que se desvaneció entre el aire, en ese instante se imaginó toda una realidad, se imaginó que él era el que gritaba, se imaginó como su grito se desaparecía. Así que piensa, que me puede hacer gritar en un bosque y de inmediato se acordó del libro, en las horripilantes deformidades de un hambriento caníbal. Buscando ese terror, una mórbida emoción, se adentra en las páginas.

Ben, se acaba de bañar, mientras seca su cabello con la toalla, enciende su portátil y coloca el episodio siguiente de la serie. Sin darse cuenta de la realidad, sin percatarse del espacio y tiempo, ya habían pasado horas desde que está en casa. Es hora o nunca, piensa Ben viendo su reflejo en el espejo negro de la pantalla. Decide escribirle, sin dudar, solo hacerlo.

Rumiaciones ObsesivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora