Madrugada

13K 380 13
                                    

NATALIA POV


El día después de la gala es el peor de la semana. Acumulamos el cansancio de habernos acostado a las mil, los nervios de la actuación y la tristeza de despedir a un compañero. Otros días, aunque nos vayamos pronto a la habitación, casi nadie está dormido antes de medianoche. Los jueves, en cambio, a las once solemos estar todos en brazos de Morfeo.

Me despierto y veo que aún es noche cerrada. Miro el móvil para ver qué hora es, las 3:42. Sonrío al pensar que puedo volver a dormirme y disfrutar de unas cuantas horas más de descanso. Giro la cabeza para ver cómo duerme Alba. Si ya es adorable despierta, no os podéis hacer idea de cuánto lo es dormida. Lo único que encuentra mi mirada es su cama vacía, con las sábanas revueltas como si hubiera pasado un huracán. La pobre debe haber estado dando vueltas. Imagino que estará en el baño. Mientras espero a que vuelva pienso en qué la puede tener tan preocupada y en ofrecerle dormir conmigo para sosegarla. Pasa el rato y no hay ningún movimiento. Empiezo a preocuparme. ¿Estará bien? Ayer en la gala tuvo que salir un montón de veces porque llevaba la tripa mal.

Me levanto y salgo de la habitación sigilosamente para no despertar a nadie. Todos los baños están libres. Mi preocupación va en aumento. ¿Dónde se habrá metido?

Avanzo por el pasillo hacia la zona de comedor y veo que se filtra luz por debajo de la puerta de las duchas. Se oye tenuemente el agua. ¿Duchándose a las 4 de la mañana? La preocupación va in crescendo. Me quedo un rato mirando la puerta, no sé si debería entrar. Quizá se ha agobiado y está dándose una ducha para relajarse. Apoyo la mano en la manecilla de la puerta, pero me quedó inmóvil. Mientras me debato entre entrar o dejarle su espacio pasan los minutos. Finalmente me decido por lo primero. Golpeo la puerta, «Albi, ¿estás bien?». Al no obtener respuesta, repito el gesto con más energía. Nada, solo oigo el murmullo del agua.

Abro la puerta y la cantidad de vaho acumulado me impide ver. ¿Cuánto tiempo lleva en la ducha? Doy unos pasos apresurados hasta el cubículo y lo que se intuye a través del cristal empañado hace que el corazón me dé un vuelco. Está de cuclillas, inmóvil. Abro la puerta de la ducha y no se inmuta. «Alba, cariño, soy yo», digo sin obtener respuesta. Cierro el grifo y me arrodillo a su lado. Mientras le llamo baby pongo mi mano sobre su hombro izquierdo, está ardiendo y tiene toda la espalda roja.

El contacto físico la hace reaccionar, parece que sale un poco de su trance y me mira a los ojos. Los suyos están muy hinchados. Es imposible distinguir en su rostro lágrimas de gotas de agua, pero pocas le deben quedar para derramar por el aspecto que tiene. La atraigo hacia mí mientras la levanto y la rodeo con mis brazos. Hunde su cabeza en mi pecho y yo la abrazo más fuerte. Le acaricio la espalda y le doy suaves besos en la cabeza. Me angustia muchísimo verla así. Quiero decirle que puede contar conmigo para todo, que la quiero un montón y que sea lo que sea lo que ronda en su cabeza, todo va a ir bien. Lo intento, pero tengo un nudo en la garganta y no me sale la voz, así que intento transmitirle todo eso con mis caricias. Me doy cuenta de que yo también estoy llorando, me destroza verla así.

Pierdo la noción del tiempo que llevamos abrazadas, el vaho ha desaparecido. Alba está temblando, y yo también tengo frío, me ha empapado todo el pijama.

- Vamos, Albi. - le digo mientras me separo un poco para coger su toalla.

Me mira a los ojos y tiene mejor cara, parece que está más tranquila. La rodeo con la toalla, la abrazo y la corono con besos.

- ¿Te preparo una infusión calentita mientras te vistes? – le pregunto sin dejar de acariciar su espalda. No me contesta, pero noto que asiente con la cabeza.

Antes de ir a la cocina paso por mi armario para cambiarme de ropa. Cojo lo primero que pillo, una camiseta gris claro y unos leggins negros. Voy al comedor y caliento una taza de agua en el microondas. Se me hace muy extraño estar en la academia a oscuras, en completo silencio.

A los pocos minutos llega Alba. Le ofrezco la taza y nos vamos al chaise longue. Nos tumbamos sin decirnos nada, cubriéndonos con una manta. Apura el té y deja la taza en el suelo. Se acurruca en mi costado, con la cabeza sobre mi pecho. Hemos estado mil veces así, pero hoy lo siento como si fuera la primera vez. Es difícil de explicar, pero noto que hay algo distinto.

- Me tienes para lo que quieras – esta vez sí consigo decirlo – enfatizo mis palabras atrayéndola suavemente con mi brazo más hacia mí.

Pasan unos largos segundos.

- Gracias, pero no quiero hablar ahora. ¿Podemos quedarnos así? – su voz sigue algo ronca.

- Claro – le doy un beso en la sien.

No sé qué hora es ya, pero empieza a vencerme el sueño. Pienso en si nos vamos a ganar una bronca de Noemí por estar fuera de la habitación. Me da igual, si Alba necesita esto, esa es mi prioridad.

De repente noto como Alba se tensa y se lleva las manos a la cara.

- ¡Ay, qué vergüenza tía!

Entre su voz ronca y que se está tapando la boca con las manos me cuesta entenderla, pero parece que ha dicho eso.

- ¿Qué pasa Albi?

- ¡Ay, qué vergüenza! – repite.

Yo sigo sin tener ni idea de a qué se refiere.

- Que estaba desnuda en la ducha – dice con el hilo de voz más adorable del mundo.

No puedo evitar reírme.

- Salvo alguna vez que he ido borracha perdida, yo también suelo ducharme sin ropa – le digo intentando quitarle hierro a la situación.

- Pero yo estaba toda fea, hecha un puto desastre – me replica.

Con mi mano libre levanto un poco su barbilla. La miro a los ojos y ella hace lo mismo. Solo hay una tenue luz, pero es suficiente para que podamos conectar.

- You are perfect to me – le susurro, dándole un beso en la nariz a continuación.

Y así, acurrucadas en el sofá, por fin caemos rendidas ante Morfeo.

Agradecería mucho vuestros comentarios. ¿Cosas que os gusten / no os gusten?

Perfect // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora